¿Qué hay en la tele? Cómo ayudar a nuestros hijos a elegir. Claude Allard

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¿Qué hay en la tele? Cómo ayudar a nuestros hijos a elegir - Claude Allard Así es la vida

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s hijos a elegir

      A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos – a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.

      Traducción de Montserrat Foz Casals.

      Diseño gráfico de la cubierta de Bruno Douin.

      Ilustración de la cubierta de Jesús Gracia Sánchez.

      Título original: Qu’est-ce qu’il y a à la télé?

      © Editorial De Vecchi, S. A. 2016

      © [2016] Confidential Concepts International Ltd., Ireland

      Subsidiary company of Confidential Concepts Inc, USA

      El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)

* * *

      Introducción

      Nuestro hijo canta de memoria eslóganes publicitarios, mientras que nosotros le tatareamos nuestras canciones infantiles preferidas… Maneja el mando a distancia con una soltura desconcertante. Parece sentirse como pez en el agua en un entorno muy cambiante y cada vez más complejo.

      En los últimos años, la televisión ha cambiado de cara. Con la llegada del cable, del satélite y ahora de la televisión digital terrestre, el número de cadenas no ha dejado de aumentar, ofreciendo al telespectador una diversidad cada vez mayor de imágenes y de programas. Por consiguiente, los niños se encuentran a menudo frente a programas que no están hechos para ellos, y que a los padres les cuesta seguir. Ante tal evolución, estos últimos se sienten desamparados, conscientes de la necesidad de acompañar a su hijo pero sin saber demasiado cómo hacerlo.

      Al entender cómo actúa la televisión sobre los más jóvenes, al identificar las intenciones de los programas para con ellos, los padres, siendo conscientes de sus efectos beneficiosos pero también de sus peligros, podrán establecer más fácilmente los límites, ayudar a sus hijos a distanciarse de la pequeña pantalla, enseñarles a desarrollar una mirada crítica y, quizás, a convertirse en jóvenes telespectadores activos.

      Capítulo 1

      Mire la programación…

      Ante tal abundancia y flujo de imágenes, a los padres les cuesta a veces orientarse y saber qué ven sus hijos, aún más cuando ambos trabajan y vuelven tarde. Actualmente, nos encontramos ante una paradoja: los niños tienen cada vez más programas donde elegir pero al mismo tiempo están cada vez más solos.

      Un entorno cambiante

      Desde su más tierna edad, los niños están en contacto con las imágenes. Televisión, ordenador, videojuegos… forman parte de su universo con la misma naturalidad que el aire que respiran. Nacen, crecen y viven con ellas. Aunque los chicos a partir de los 7–8 años dejan un poco de lado la televisión por la consola, la tele sigue siendo el medio de comunicación más influyente entre las jóvenes generaciones, por el tiempo que pasan delante de ella pero también por los valores y los mensajes que transmite.

      Desde que la televisión existe, su buena o mala influencia sobre los niños siempre ha despertado temores y prejuicios. Recordemos la preocupación de los padres en los años sesenta por los pistoletazos de los vaqueros o por las peleas. Hoy, estas escenas nos hacen sonreír. Ahora, la cuestión no es tanto saber si se puede dejar ver o no la televisión a los niños, sino más bien saber cómo acompañarlos ante un caudal de imágenes que no deja de aumentar.

      Un contenido desordenado

      En los últimos años, el número de cadenas no ha dejado de aumentar. La verdadera revolución se produjo en los años ochenta con la aparición del cable y del satélite. Las cadenas crecieron como setas y apareció un nuevo concepto: las cadenas temáticas. Cine, dibujos animados, música, deporte, actualidad, meteorología, documentales… Para cada ámbito, una o varias cadenas.

      Para las generaciones anteriores, acostumbradas a pocos canales, estas nuevas programaciones son como una selva en la que es difícil orientarse, aunque esta revolución actualmente afecta sólo a un 30 % de los hogares.

      Con lo que nos costó adaptarnos y ya tenemos una nueva revolución: la llegada de la televisión digital terrestre, la TDT, una revolución técnica que aporta una imagen excelente, un sonido cristalino y muchas cadenas nuevas. En el año 2005 han visto la luz nuevos canales gratuitos, que se añaden a los ya existentes en la red hertziana. Aparecerán más, algunos gratuitos y otros de pago. Seguro que nacen canales especializados para jóvenes, con lo cual podrán disfrutar de programas diseñados específicamente para ellos. Esto tiene varias ventajas: estas cadenas no emitirán programas violentos, los padres identificarán mejor lo que ven sus hijos y al público joven le gustará. Sin embargo, dos puntos negativos. El primero es que este tipo de canales pueden fomentar el consumo de televisión entre los niños, porque es sabido que los que tienen cable y satélite en casa la ven más que los que no tienen. El segundo es la publicidad. Para los anunciantes, los niños son un objetivo predilecto. Al ser crédulos y no saber distanciarse todavía lo suficiente de las imágenes, son fácilmente influenciables. ¿Lo ideal? Una cadena para niños sin publicidad, como en Inglaterra.

      Cada vez más televisores

      Actualmente se está produciendo otro cambio que está empezando a influir en nuestra manera de ver la televisión: el elevado número de televisores que existen en las casas. En los hogares ya no hay solamente un único televisor reinando en el salón o en el comedor, alrededor del cual se reúne toda la familia, sino que ahora hay varios: un televisor en la sala de estar, otro en la habitación de los padres y cada vez más a menudo otro en la habitación de los niños, cuando no hay uno en cada habitación de la casa. Se acabaron las peleas para elegir programa. Ahora, cada uno puede ver su serie favorita, el partido de fútbol o el programa de variedades a su antojo… aislado frente a la pantalla.

      Casi tres horas de tele al día, de media

      En España, según datos de un estudio reciente del Consejo del Audiovisual de Cataluña[1], el consumo anual de horas de televisión de los niños de 4 a 12 años es de unas 990 horas, es decir, 2,71 horas diarias. Teniendo en cuenta que a la escuela dedican una media de 960 horas anuales, el resultado es que al cabo del año los niños dedican más tiempo a ver la televisión que a la escuela. Los niños de entornos menos favorecidos la ven más que sus compañeros de familias más acomodadas. ¿Y cuándo ven la televisión? El momento más importante es de nueve a doce de la noche (prime time), franja situada fuera del horario protegido, pero también la ven por la mañana antes de ir a la escuela y, evidentemente, los fines de semana.

      Hoy en día, la mayoría de los padres trabajan fuera de casa y vuelven por la noche. A algunos niños los cuida

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Fuente: Consejo del Audiovisual de Cataluña, Libro Blanco: La educación en el entorno audiovisual, Quaderns del CAC número extraordinario, noviembre 2003.