Los negroides. Fernando González

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Los negroides - Fernando González

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inteligente que sea una mujer, por sabia que sea, si no es madre, si no tiene vitalidad maternal en potencia, su trato repugna y esteriliza a las almas masculinas.

      Un ser que carece de la acometividad fecundante del hombre y de la ansiosa receptividad femenina, es prototipo de vanidad. La vida no admite seres neutros. La bachillera, creación del maquinismo, del positivismo democrático-católico, es ejemplar repugnante de lo vano. La cortesana griega, esa sí practicaba la filosofía, las artes y ciencias, como ayudas genésicas. En ellas, arte y filosofía eran adornos, sonrisas de la fecundación y del parto. Una de ellas fue la que enseñó a Sócrates la ciencia del amor, origen del universo y de los dioses; otra fue la que perfeccionó a Pericles…, y se puede decir que la mujer griega no estuvo ausente un solo día en ese milagro mediterráneo.

      VI

      Colombia y Ecuador han sido y son tipos de vanidad. Venezuela es la que tiene más personalidad en Suramérica. No quiero decir que sea más rica, que esté mejor gobernada, más organizada, etc. Hablo desde el punto de vista biológico. Ella produce hombres originales, gobiernos originales, modos propios. En otras palabras, en Venezuela es donde tienen menos vergüenza.

      Colombia produce hombres estudiosos, lectores, muchachos juiciosos. Ningún país más inducido. Toda teoría es recibida, toda ley y todo libro es plagiado. No hay revoluciones. Leen, hablan y hablan como si estuvieran rotos. ¿Es esto prometedor? Lo prometedor es la vitalidad, muchachos que tiren piedras, que maten pájaros y que no respeten al maestro. La mayor promesa biológica la veo en Venezuela. Pero Colombia es un gran elemento para la futura Grancolombia, por ser criadero de hombres que aman la paz, el estudio y las leyes. La Grancolombia necesita de este elemento apacible y fecundo, pues Venezuela es horno que consume. En la Guerra de Independencia, Venezuela dio los héroes y Colombia los juristas; dio muchos Santanderes, gente apegada a la vida, a los libros, a las clasificaciones. Venezuela dio a Bolívar, primer hombre cósmico, cuyos orígenes están oscuros para el sociólogo. Fue una muestra de lo que puede ser la raza suramericana, una vez que nos hayamos fusionado. Porque es evidente que sólo el hombre futuro de Suramérica, mezcla de todas las razas, puede tener la conciencia de todos los instintos humanos, la conciencia universal. El suramericano será el hombre completo. Suramérica será la cuna del Gran Mulato.

      Desde este punto de vista, amo a Santander: fue la economía, el apego a la vida, el amor a su rincón y a sus ganancias; fue la media de lana en que la vieja guarda su tesoro, en frente de los leones llaneros que destruyen y que buscan lo desconocido y peligroso.

      Es indudable que Colombia, debido a su pacifismo, legalismo y pasión por la lectura y la imitación, contribuirá en gran porcentaje a la aparición de la América bolivariana como factor en los destinos humanos. Contemplando la finalidad remota del continente, no puede el pensador dejar de aprobar a este país tranquilo, de hombres distinguidos apenas por su apego a las formas, abogados coloniales, bonachones que se creen pecadores, maridos caseros que se creen donjuanes, avarientos que se creen generosos… Contemplando los hechos desde cierta altura, aprueba el pensador a Caldas, el sabio bogotano-payanés que, llorando, suplicaba que le permitieran clasificar unas plantas…, antes de morir por la libertad, mientras que los llaneros eran atravesados y atravesaban a lanzazos. Aprueba también a Nariño, que durante el apremio guerrero discutía formas de gobierno; a ese buen Nariño, revolucionario de traducciones y de cafés, conspirador del patio de la cocina… ¡Son muy simpáticos desde el punto de vista del porvenir suramericano! ¿Qué hacer, qué porvenir, si todos fueran negros Infantes? Desde el punto de vista de un porvenir grancolombiano es interesante Santander, y lo son Florentino González, Azuero, Vargas… ¿Y Bogotá? Pues… ¡loor a Bogotá, que grita, que es blandengue, que cede y cede! ¿No es justo preguntar, desde este plano en que estamos: para qué una guerra con el Perú? Bogotá está bien. ¿Cómo existiría lo duro sin lo blando?

      Se distingue, pues, la Nueva Granada por la vanidad. Su individualidad está tan cubierta por la imitación, que hasta puede decirse que se distingue en el mundo por la vanidad, que tiene la personalidad de lo vano.

      ¿El Ecuador? Para mí tengo que allí está lista para la fusión la sangre india, las virtudes indias: malicia, paciencia, intuición, aclimatación.

      En el Ecuador está más oculta aún la personalidad. El indio ni imita ni se manifiesta. Hay una casta que explota; casta vana por excelencia. Obsérvese que las costumbres políticas fueron implantadas allí por el venezolano Juan José Flores, hijo natural. El Ecuador es pueblo indio sometido a la casta de politicastros más vanidosos de la Tierra.

      El pueblo ecuatoriano es el más puro de la Grancolombia, pero está en letargia desde el drama de Cajamarca. Pizarro, Moyano (a. Belalcázar) y Almagro asustaron al indio para siglos. En Bolivia y Paraguay, el indio se expresa, no está asustado. Desde el drama de Atahualpa, el Ecuador no se expresa.

      ¿Por qué vive así, explotado por mestizos europeizantes, los más simuladores de la Tierra?

      Primero, porque fue humillado atrozmente desde la conquista. Segundo, porque las ideas y costumbres cristianas de Europa son impropias para el aborigen americano. El indio no puede vivir en medio cristiano europeo; casi todos los indios colombianos de Antioquia, murieron. A pesar de que nuestros gobiernos gastan mucho para civilizarlos, los Reverendos Padres no pueden presentar uno solo que sepa leer, que sea cura o doctor; lo más a que llegan los Reverendos, es a cambiarles los nombres de Capilele por los de Alfonso López u Olaya Herrera; así es como los cristianan, y, cuando la ceremonia, alguna vieja rica obsequia el desayuno y la Compañía de Tabaco les da cigarrillos para el viaje a sus tierras. El indio no puede asimilar y vivir en el medio cristiano europeo. Por eso vemos a los departamentos indios de Colombia en esta situación: veinte o treinta familias señoritas, de alma colonial, explotando al rebaño sufrido e hipnotizado de aborígenes.

      ¿Tienen personalidad los indios americanos? La tienen completamente reconcentrada, humillada; caminan agachados, embrujados, entristecidos celularmente, los ojos alertados por el miedo. Tipos de vencidos. Pero no imitan, no desean parecerse a sus amos, no se prostituyen. Poseen un orgullo prometedor. El lector puede visitar a Boyacá o Cundinamarca; por allá, los únicos indios imitadores son Olaya Herrera y Armando Solano.

      Pues bien, Ecuador es la parte de la Grancolombia en donde el indio está latente en su gran individualidad.

      ¿No es natural que los políticos, la clase intelectual y directora, en un pueblo que no se expresa, sea vana? En el Ecuador, la política no tiene nada de ecuatoriano; el arte popular es interesantísimo, pero lo oficial nada vale; tiene grandes secretos ese pueblo; su clase directora no vale nada, en ella todo es importación deforme. Basta con decir que allí el clericalismo fue peor que en Colombia, y que el liberalismo es una deforme monstruosidad, peor que en Colombia. El día en que un hombre como Velasco Ibarra logre devolver el Ecuador a su pueblo, veremos una novedad en el mundo.

      Son muy semejantes los problemas de vanidad en Ecuador y en Colombia; parecidas son las clases directoras o usufructuarias del poder. En ambos países hay marxistas, bolcheviques, izquierdismos y derechismos, nombres de absoluta vanidad en tierras que no han principiado a vivir. La diferencia está en que Colombia tiene variedad de sangres, de riquezas, de problemas e inquietudes; cada departamento es entre nosotros un país; sobre todo, Colombia tiene al Departamento de Antioquia, vasco y judío, pueblo fecundo y trabajador que va unificando poco a poco a la República y que reniega de la vanidad.

      ¡Cuán impropia Europa, en sus doctrinas y sus instintos, costumbres y modos, para la América, en cuanto india! Está comprobado que el aborigen americano no puede sentir el Cristianismo y su llamada civilización: muere. Cada raza evoluciona a su modo, tiene su vida propia. El asiático no puede adorar a Dios en las formas del catolicismo. Éste es netamente italiano. ¿Por qué imponer formas, maneras que no estén acordes con la idiosincrasia racial? Es de observación corriente el hecho de que entre nuestros aborígenes es

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