Joyitas. Varios autores
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A partir de un vendaval de casos de corrupción conocidos desde la segunda década del presente siglo, Chile dejó de ser considerado un ejemplo de probidad y transparencia en la región, y se vio navegando en aguas turbias. El país modelo ya no se diferenciaba de sus vecinos del barrio, pues acá –como allá– campeaba la corrupción política, empresarial y militar. De eso, precisamente, trata este libro de perfiles. Del clientelismo y el acomodo en cargos públicos, como ocurrió con el exsenador Jaime Orpis, condenado por fraude al fisco y cohecho; y de la contraparte, de quien engrasa el sistema, como lo ha hecho Julio Ponce Lerou, a través de esa máquina pagadora de favores políticos en que se convirtió SQM. Este volumen habla también de esa tradición de los uniformados por echar mano al erario público, representada por el exgeneral Flavio Echeverría, cabecilla del «Pacogate»; de ese mundo endogámico y de claroscuros que es el Poder Judicial, que permitió el progreso de un juez como Emilio Elgueta, expulsado de su puesto por tráfico de influencias y faltas a la probidad; de ese muchacho ambicioso y de pueblo como Sergio Jadue, que participó en el mayor escándalo de la FIFA; y de ese pobre diablo que siempre paga los costos de los superiores, como ocurrió con Álex Smith, el experto informático del caso Huracán, que ilustra la degradación moral de Carabineros.
A través de seis perfiles que exploran la faceta íntima y pública de quienes protagonizaron emblemáticos casos de corrupción, estas páginas permiten apreciar el devenir de un país que perdió la inocencia y al que es necesario observar en sus pliegues o dobleces, en lo oscuro, allí donde justamente aparece el rostro menos edificante –venal– de nuestra sociedad.
A través de seis perfiles que exploran la faceta íntima y pública de quienes protagonizaron emblemáticos casos de corrupción, estas páginas permiten apreciar el devenir de un país que perdió la inocencia y al que es necesario observar en sus pliegues o dobleces, en lo oscuro, allí donde justamente aparece el rostro menos edificante –venal– de nuestra sociedad.