Yo quiero mi estrella. Varios autores
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En este relato íntimo y emotivo, Tina Pardo recuerda sus vivencias de su vida en Monastir previa a la invasión nazi. La autora que hoy vive en Santiago de Chile nació en un hogar judío y rodeada de una familia extensa, pero todo eso cambió cuando los nazis invadieron su ciudad. Gracias a la iniciativa de Memoria Viva la autora ve hoy un sueño de larga dato que no había podido concretar. Ella al comienzo del relato esgrime sus motivos para escribir sus vivencias: Quiero relatar mi historia para que mi vida entre en el reino de un libro que esté dirigido a todos los que amo.
Quiero mostrarles, con mi historia, que no deben desconocer ni olvidar lo que sucedió en el mundo de cómo las personas pueden volver a vivir y a soñar luego de lo innombrable. Gracias a su pluma ágil, Tina Pardo nos lleva de la mano a ese mundo que se extinguió, donde las costumbres y riqueza del pueblo judío se vieron aniquiladas en cuestión de meses. La niña Tina conversa con la adulta Tina y en ambas nace un registro único, en que se conoce las angustias y desafíos que se viven cuando una guerra se desata y todo lo que creías seguro cae por un precipicio.
Tina Pardo quiere contestar las preguntas de su familia, de su esposo, sus hijas y nietos. Y sin duda lo hace para contestar sus propias interrogantes: No hay nada más triste que una pregunta sin respuesta.
Quiero mostrarles, con mi historia, que no deben desconocer ni olvidar lo que sucedió en el mundo de cómo las personas pueden volver a vivir y a soñar luego de lo innombrable. Gracias a su pluma ágil, Tina Pardo nos lleva de la mano a ese mundo que se extinguió, donde las costumbres y riqueza del pueblo judío se vieron aniquiladas en cuestión de meses. La niña Tina conversa con la adulta Tina y en ambas nace un registro único, en que se conoce las angustias y desafíos que se viven cuando una guerra se desata y todo lo que creías seguro cae por un precipicio.
Tina Pardo quiere contestar las preguntas de su familia, de su esposo, sus hijas y nietos. Y sin duda lo hace para contestar sus propias interrogantes: No hay nada más triste que una pregunta sin respuesta.