En las manos del alfarero. Samuel Cueva
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Al día siguiente tomé el autobús Hidalgo y cuarenta y ocho horas más tarde llegué a la ciudad incontrastable de Huancayo, situada a tres mil trescientos metros sobre el nivel del mar. Ya que era medianoche, me quedé con otros dos turistas en un hotel. Al día siguiente busqué la casa de los misioneros suecos y pedí a Bengt, «Beni», que me llevé a la casa de la familia Cueva en la calle Huancas 533. Cuando llegué, una señorita con el nombre de Anita me abrió la puerta. Me preguntó amablemente «¿Cuánto tiempo se quedará en el Perú?». «Siete u ocho días», le contesté. Yo no sabía entonces que esos días se convertirían en meses, que me iba a casar con ella y que juntos íbamos a viajar a Suecia.
Anita había terminado sus cinco años de estudios universitarios y estaba trabajado como contadora auxiliar en una conocida empresa de construcción. Ella era muy activa en la Iglesia Evangélica Peruana del distrito El Tambo; era una líder en la Comunidad Bíblica Universitaria (cbu), equivalente a International Fellowship of Students (ifes) en el Reino Unido. Trabajaba con entusiasmo con la misión de Juventud para Cristo (jpc), movimiento internacional dedicado a la evangelización de jóvenes y capacitación de líderes juveniles.
Como Anita era la mejor amiga de la misionera sueca Kerstin Anderås de Lundquist, en cuya casa yo estaba viviendo, tuvimos muchas oportunidades de vernos. Cuando yo participaba con cantos cristianos en el Canal 3 de Televisión Huancayo, ella también colaboraba de distintas maneras. Así que poco a poco llegamos a acercarnos. El 16 de septiembre de 1972 «pedí la mano» de Anita a sus padres, al estilo peruano, es decir, pidiendo permiso primero a sus padres para casarme con la hija y luego llamando a la hija para entregarle el anillo de compromiso. Nos casamos el 4 de noviembre en la Iglesia Metodista de Huancayo ante cientos de personas. El oficiante fue el misionero sueco Pedro Anderås, ahora con el Señor.
Luna de miel y regreso a Suecia
Comenzamos nuestra luna de miel viajando en bus por América Latina, hasta la ciudad de Los Ángeles. Luego volamos a Suecia con escala en Londres. Cuando llegamos a Suecia tuvimos una preciosa recepción en la Iglesia Filadelfia en Jämjö, Suecia, junto con nuestros familiares, amigos y miembros de mi iglesia local donde aprendí a amar a Jesús. Fue un tiempo de descanso y sobre todo de adaptación donde ambos, mi esposa y yo, teníamos que adaptarnos tanto el uno al otro como a los patrones culturales suecos.
La decisión que transformó una ciudad
Después de unos meses, el pastor Owe Carlsson, nos programó una serie de visitas a sesenta iglesias pentecostales por toda Suecia, donde Dios nos utilizó de una manera muy poderosa.5 Los líderes de mi iglesia habían escrito una carta a cada una de estas iglesias preguntándoles si estarían dispuestas a adoptarnos como sus misioneros y enviarnos al Perú. Diez iglesias de distintos lugares en Suecia aceptaron apoyarnos financieramente durante un período de cuatro a cinco años en el Perú.
Al mismo tiempo averiguamos por cartas haciendo la pregunta: «¿Qué áreas en Perú son las más necesitadas para recibir el evangelio?» Nos pusimos en contacto con el misiólogo peruano Pedro Hockings de la misión Segadores de la Cosecha, quien nos entregó un mapa con el título Campos misioneros blancos del Perú, que significa lugares donde hay muy pocas o ninguna iglesia evangélica». Pedimos también apoyo de Paco Rebaza, para sacar datos estadísticos sobre la existencia de iglesias evangélicas en el Perú. Él nos dio detalles incluyendo mapas de todo el país y encontramos cuatro áreas: Pampas en la provincia de Junín en el centro, Chulucanas en la provincia de Morropón en el norte, la sierra de Arequipa y los alrededores de Tacna en el sur del país.
El 1 de noviembre de 1973 nació Ann-Caroline. Así que, ya no solo éramos dos personas sino tres, viajamos al Perú en 1974 y comenzamos el ministerio en la ciudad de Lima reemplazando a nuestros colegas, los misioneros Lennart y Boyan Lindgren por el lapso de un año. Desde Lima hicimos viajes de reconocimiento a distintos campos, de acuerdo con el mapa que mostraba los lugares sin una iglesia establecida: Tacna, Arequipa, Pampas, Piura, Sullana y Chulucanas.
En aquella época, había cinco iglesias en Piura y dos en Sullana. Al descubrir que Chulucanas y los pueblos inmediatos eran «campos blancos», es decir, sin presencia de una iglesia evangélica, entendimos que era allí donde Dios nos llamaba a predicar el evangelio. Nos pusieron en contacto con el misionero Ralph Leslie de la iglesia Asambleas de Dios en Piura, quien nos permitió permanecer en su casa durante siete días, mientras buscábamos un lugar donde vivir en Chulucanas. El Señor confirmó en nuestros corazones, dándonos paz y gozo, de que ese era el lugar que Dios había señalado para nuestro ministerio, porque vimos la realidad espiritual de esta ciudad, con una gran necesidad de transformación por el poder del Dios, mediante la predicación del evangelio.
Nos trasladamos a la ciudad de Chulucanas, el 10 de mayo de 1975.6 El sábado 24 de mayo de 1975 comenzaron los trabajos en la sala de nuestra casa en la calle Junín 932.7 La vivienda era un inmueble muy sencillo que antes había sido usado como garaje de camiones. Como parte del trabajo iniciado, colocamos un letrero fuera de la casa que decía:
IGLESIA CASA DE ORACIÓNMiércoles 7.30 p.m. OraciónSábado 7.30 p.m. Estudio bíblicoDomingos 10.00 a.m. Escuela dominicalDomingos 7.30 p.m. Predicación y cantos |
El culto de dedicación y envío como misioneros tuvo lugar el 8 de junio de 1974 en la iglesia de Jämjöslätt, Suecia. Aquí presentamos una traducción al castellano de algunos himnos del culto misionero realizado en el idioma sueco, el cual tienen un gran contenido misiológico:8
Culto de Dedicación Misionera en la Iglesia Filadelfia de Jämjöslätt de los misioneros Göran y Anita Olsson
8 de junio de 1974
Canción 1: Campos blancos, Himno 390
Parte de la letra de este antiguo himno dice en su parte del coro: Señor de la mies a ti rogamos. Envía segadores fieles.
Canción 2: A tierra desconocida quiero ir, Himno 295
A lugares desconocidos quiero ir, quiero ir,
donde la palabra de Dios no ha sido anunciada.
A esas multitudes que nunca han escuchado
de su gracia y su amor, su poder salvador.
Coro:
A tierra desconocida pronto quiero ir
para anunciar el maravilloso mensaje de salvación.
A los lugares más duros me llama Él a ir,
dejar todo lo que es fácil y cómodo.
Que me llamen soñador, loco o payaso,
yo solo quiero estar donde el maestro ha decidido que esté.
Multitudes hay que caminan perdidos
y que esperan ser trasladados a la luz.
Él me envía para reunirlos y llevarlos
al cielo a la casa de nuestro Padre celestial.
Canción 3: He aquí mira los campos blancos, Himno 49
Mira los campos blancos que esperando están.
¿Quién