Republicanas. Luz Sanfeliu Gimeno

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Republicanas - Luz Sanfeliu Gimeno Oberta

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la tarea de los casinos en estas transformaciones de la identidad masculina debió de ser fundamental, porque durante ese tiempo libre de los hombres era también cuando se acordaban informalmente las estrategias de los partidos políticos y cuando, habitualmente, tenían lugar las conversaciones y el intercambio de opiniones.

      El mundo de la vida política, reservado también exclusivamente a los varones, contaba con el espacio privilegiado de los cafés y casinos, donde los hombres discutían y se reunían con sus amigos compartiendo informaciones y buscando aliados políticos en el ambiente distendido de esos lugares de ocio.

      Los cafés y las tabernas de barrios y pueblos eran, pues, centros de ocio y a la vez de tertulia, donde tradicionalmente, también, los hombres se informaban, discutían y fraguaban alianzas.

      Emulando a esos cafés y casinos de los barrios y pueblos, la vida asociativa de los casinos y centros republicanos combinaba la vida política del partido con un tiempo libre que podía ser evasión y distracción para los hombres, pero que trataba a su vez transformar los hábitos de conducta masculina, haciendo la sociabilidad reflexiva y el tiempo de ocio un espacio abierto a la cultura, progresista y comprometido con ese desarrollo personal que se entendía como la base de los cambios sociales.

      Apoyándose en algunos hábitos de conducta ya establecidos, como era el de acudir a los casinos, los blasquistas, con un claro fin, pretendían imprimir a la sociabilidad masculina un claro matiz ideológico.

      Así, cuando en 1903 se puso en marcha la Universidad Popular en Valencia, con sede en el Centro de Fusión Republicana de la calle Libreros, los blasquistas ya podían afirmar que

      El tiempo de ocio del que sólo los hombres disfrutaban (puesto que las mujeres de clases populares, durante el tiempo que les dejaba libre el trabajo remunerado, permanecían en la casa o se reunían con las vecinas para coser y charlar) fue, por tanto, uno de los ámbitos desde donde se impulsaron muchas de las iniciativas que el blasquismo proponía con respecto a la identidad masculina.

      Desde el ambiente de hostilidad que los blasquistas expresaban ante esas formas de identidad masculina que se manifestaba de forma violenta en tabernas y cafetines, hasta la autocomplacencia que mostraban ante sus propias formas de diversión y sociabilidad, se había recorrido un interesante camino. Aquellos ideales que en los primeros tiempos del partido debían servir de guía a la conducta masculina continuaban sustentando la programación de un acto, tan aparentemente insustancial, como era un baile de carnaval. Los que compartían los mismos principios políticos se divertían y recreaban en familia para mostrar en público, en sus propios casinos, un nuevo estilo de vida.

      La nueva sociabilidad masculina y el tiempo de ocio de los hombres, al hacerse política y culturalmente «útil», había logrado «reunir» en algunas ocasiones a los hombres y mujeres republicanos, proyectando indirectamente un nuevo modelo de relaciones familiares que se mostraban en público

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