Añorantes de un país que no existía. Salvador Albiñana Huerta

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acritud su experiencia. John Dos Passos refería una triste cena en el Hotel Palace, en abril de 1937, con cuyos comensales «se sienten los hilos asfixiantes del enredo que nadie se atreve a desenredar».36 Los hilos asfixiantes del enredo eran diversos: los problemas de financiación, el eco de los enfrentamientos entre comunistas y anarquistas en la Barcelona de mayo de 1937, el intento de utilización del Partido Comunista –que negó el ministro de Instrucción Pública Jesús Hernández– y el llamado «incidente Gide» en el reciente Segundo Congreso de Intelectuales, precipitaron el controvertido cierre, o refundación, de la Casa de la Cultura en agosto de 1937. «Abigarrada creación del ministerio de Instrucción Pública, después disuelta y rehecha sobre otras bases», observó Manuel Azaña.37

      Hubo logros, qué duda cabe. Algunas de las conferencias organizadas en colaboración con la Universidad en las que participaron, entre otros, Julián Bonfante o Demófilo de Buen, fueron editadas en la revista Anales de la Universidad de Valencia. Notable fue el trabajo de Navarro Tomás y de Moreno Villa que se ocuparon de inventariar las treinta y dos cajas de libros de la biblioteca de El Escorial, depositadas en la sucursal del Banco de España. También merece crédito la publicación de los dos primeros números de Madrid. Cuadernos de la Casa de la Cultura (enero y mayo de 1937), con espléndidos grabados de Arturo Souto, Aurelio Arteta y de Gutiérrez Solana. Escultores como Victorio Macho pudieron disponer de estudios, y pintores como Arteta, Solana, Castelao o Souto estamparon en el taller litográfico REM, que en 1932 habían abierto Renau, Estellés y Mañó, pero hubo exigencias como las vinculadas a la investigación histórica, que no era posible atender. Ricardo de Orueta, que por entonces concluía su libro sobre la escultura románica española, decidió regresar a Madrid a mediados de julio de 1937. Algo después escribió a Navarro Tomás:

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      Ana Martínez Iborra impartiendo una clase en el Instituto Obrero de Valencia, en 1937. Fotograma del documental El Instituto Obrero de Valencia, Film Popular, 1937.

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      Carné de Ana Martínez Iborra, profesora del Instituto Obrero. Valencia, 7 de abril de 1937, firmado por el director Enrique Rioja Lo Bianco. Archivo Ana y Antonio Deltoro Martínez, México.

      En octubre de 1937, el Gobierno acordaba un nuevo traslado, ahora a Barcelona, donde pasó a vivir Deltoro:

      Y entonces Valencia quedó en el recuerdo y pasamos a una nueva etapa, que fue la etapa catalana. […] Me hice cargo de la sección de ediciones de la Dirección de Bellas Artes. Preparamos –no es atribuible a mí, sino a Renau y a todo nuestro equipo– una serie de monografías que hoy tendrían un valor incalculable, pero desgraciadamente se perdieron y ahora, en fin, lamenta uno esa pérdida.

      Todo este material estaba ya en prensa, corregidas galeras, hechas las pruebas, cuando por razones de tipo político se cambió el Ministerio […] el de Instrucción Pública pasó a manos de los anarquistas. El subsecretario era un personaje típico de la FAI y consideró que en esas circunstancias de guerra no tenían ningún interés estas publicaciones, ningún valor. El material desapareció por completo. En fin, allá él, allá ellos.

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