La nueva radio. Iván Tenorio Santos

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de los profesionales de la radio, para que sean ellos quienes influyan en el modo de hacer radio y no las empresas; y, segundo, la formación del joven que se inicia en el mundo de la radio como verdadero guardián de los valores de la profesión. Sobre todo, una formación teórica con claros y definidos conceptos profesionales como denominador común, ya no sólo entre los profesionales de diferentes empresas de radio, sino incluso entre los trabajadores de una misma emisora. Se ha de hablar, por consiguiente, el mismo lenguaje, como lo hablan los médicos o abogados, trabajen donde trabajen, es decir, conocer el lenguaje del medio y las posibilidades técnicas y artísticas que ofrece para hacer, en equipo, un producto mejor.

      Para conseguir estos objetivos, primero, es necesario volver a apostar firmemente por defender y divulgar estos nombres: radiofonismo, como sinónimo de profesión radiofónica; radiofonista, como profesional de la radio.

      Jorge Álvarez

      Presidente y fundador de la

      Asociación Española de Radiofonistas (AER).

       INTRODUCCIÓN Y ANÁLISIS DEL SECTOR RADIOFÓNICO

      Está claro que las cosas están cambiando. No descubrimos nada nuevo, siempre ha sido así. La novedad, en realidad, está definida por los parámetros que gobiernan los cambios, la velocidad en que estos se están produciendo y, sobretodo, la importancia y/o trascendencia de los mismos.

      Aquí es donde nos encontramos con una experiencia social sin precedentes hasta la fecha. Por un lado, unos cambios radicales en producción, promoción y difusión, ocurridos en muy poco espacio de tiempo. Y, por otra parte, un proceso realmente novedoso, como la tecnología en la digitalización de las comunicaciones entre los seres humanos con todo lo que ello conlleva. Esto afecta a todos los campos, pero si nos centramos en la comunicación radiofónica debemos hablar de una auténtica revolución. Una revolución que marca unas nuevas reglas, ofreciendo un panorama diferente a todo lo conocido hasta ahora, tanto en la elaboración de contenidos como en la programación, promoción y difusión de los mismos.

      Estos cambios marcan unas pautas en el comportamiento de consumo que no están definidas por las grandes empresas, sino por los usuarios finales. Estos últimos son los que están creando las nuevas reglas del juego.

      En programación, por ejemplo, y como comentaremos más adelante, no basta que un determinado jefe de programación decida lo que el consumidor quiere escuchar. Es ahora el consumidor quien realmente decide lo que quiere escuchar, cuándo y cómo.

      imageLo que quiere: el tipo de programa, el estilo musical o el comunicador preferido. Puede escoger entre una amplia variedad de contenidos a disposición del usuario. Con el condicionante de que si no encuentra lo que busca, siempre podrá realizarlo él mismo convirtiéndose en creador y productor de nuevos contenidos. No olvidemos que la capacidad de crear del ser humano es innata, este comportamiento forma parte del mismo instinto de supervivencia de la especie.

      imageCuándo: podrá escuchar el programa seleccionado cuando quiera. El programa no está sujeto a unos horarios determinados, puesto que los contenidos, si queremos que nuestro mensaje llegue al máximo número de individuos posible, deberán estar a disposición del usuario en el momento que éste decida escucharlo y en los distintos formatos estándar de mercado, definidos a su vez por las costumbres más populares de consumo.

      imageCómo: una vez superado el límite marcado por la localización física de las fuentes, a través de los dispositivos móviles, son los usuarios o consumidores quienes deciden donde escuchar el programa según sus intereses: playa, coche, casa, caminando o tumbados en el parque. Tanto en solitario como en grupo. Y éstos, a su vez, aprovechando nuevas formas de comunicación como, entre otras, las redes sociales de internet, podrán ser pequeños o grandes colectivos, con lo cual se cerraría un círculo, hasta la fecha monopolizado por los grandes entes mediáticos.

       Una situación incómoda

      Los grandes grupos mediáticos, necesarios, por otra parte, independientemente de nuestra opinión sobre el sistema de consumo en el que nos vemos envueltos, seguirán teniendo el futuro asegurado, ya que todos los contenidos necesitan de una infraestructura y plataformas para poder seguir llegando a los usuarios finales. Además, las grandes empresas dan estabilidad al mercado, asegurando y potenciando, según su capacidad de adaptación, el nacimiento de nuevos contenidos. En todo caso, lo que sí peligrará será el puesto de trabajo de aquellos ejecutivos de despacho que serán obligados a dejar su flamante sillón si no saben adaptarse a todos estos cambios.

      Los que quieran mantener su puesto de trabajo deberán ser perfectos conocedores del sector de la comunicación, amantes del medio y visionarios por defecto, y deberán creer en compartir los conocimientos adquiridos en pro de una vocación de servicio y beneficio a la sociedad. Sólo así las empresas serán capaces de transmitir valores positivos con los que el usuario final pueda identificarse y ver reflejados en ellas sus capacidades individuales de formación, entretenimiento y crecimiento.

      En un mundo conectado en red, con la digitalización como medio para alcanzar un fin, un solo comunicador o usuario puede tratar de tú a tú a una gran cadena de radio, sin ningún tipo de complejo ni motivo para tenerlo. El abaratamiento de los costes en la producción digital y las posibilidades de difusión y promoción de los contenidos hacen de seres individuales germen potencial de tendencia de mercado. Y este lenguaje, el de mercado, sí que lo entienden las grandes empresas y grupos de comunicación.

      Esto marca un antes y un después en el desarrollo de las políticas de actuación de las grandes empresas. Éstas deberán tener el control sobre la distribución de contenidos y la experiencia en el gobierno de las estrategias de marketing al servicio de éste. De este modo los profesionales potenciarán los contenidos y el potencial de las personas que los desarrollan.

      Recordemos que en el fondo ya no será tan fácil controlar la capacidad final de decidir sobre lo que los usuarios desean consumir.

      Sobre la materia prima de los contenidos habría motivos para escribir enciclopedias completas y nos quedaríamos cortos. Pero, desde el punto de vista de creador, podríamos decir que para gustos colores, y lo más importante sigue siendo ser uno mismo y creer en lo que se hace. En esto último la condición humana sigue siendo la misma por mucho que pasen los siglos. Y si la naturaleza aún nos mantiene la misma capacidad cerebral que la del primer Homo sapiens que pisó la tierra, es que todavía no la hemos desarrollado en su totalidad.

       Las reglas están para romperlas

      Con el fin de no repetir errores del pasado, el buen comunicador en radio debería conocer las reglas ya establecidas, fruto de la experiencia acumulada. Sólo así podrá sentir la verdadera necesidad de romperlas, con el fin de descubrir nuevos caminos que aporten un beneficio a la profesión en particular y a la sociedad en general.

       El tigre del dial

      La radio es una superviviente por naturaleza, no olvidemos que la base de la radio está marcada por la misma esencia de la comunicación, y ésta, por su naturaleza, también forma parte de nuestro instinto de supervivencia.

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