Paso a la juventud. Sandra Souto Kustrín
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En la creciente división interna del PSOE, la mayoría de la FJS tomó enseguida una posición clara de apoyo al sector izquierdista dirigido por Francisco Largo Caballero y atacó el reformismo de Julián Besteiro y el centrismo de Prieto: considerando que las únicas fuerzas revolucionarias en España eran las socialistas, planteó que dentro de ellas había que luchar «por vencer toda orientación reformista… obstáculo para toda acción revolucionaria de las masas»; «lastre» para una acción revolucionaria, que «si no se retira buenamente, será preciso desarraigar con violencia». Esto implicaba criticar a los partidarios de los otros sectores socialistas dentro de la misma organización juvenil: así, en un artículo firmado por Carlos Hernández Zancajo se criticó que José Castro, presidente de la organización, hubiera votado en contra de apoyar la táctica del partido en la Federación Española de Trabajadores de la Tierra y se pidió que todos los que pensasen así abandonasen el PSOE y sus juventudes. Tras la salida de los besteiristas –contrarios a toda acción insurreccional– de la dirección de la UGT, se inició la lucha contra la postura de Prieto, que defendía un movimiento que recuperase y radicalizase el proyecto del 14 de abril, pidiendo «la depuración del Partido». Renovación defendió, además, una independencia para la organización juvenil mayor de la que tenía: rechazó que las Juventudes Socialistas fueran «órganos secundarios» del PSOE. Por el contrario, eran «las fuerzas de asalto del Partido», «mientras éste siga su línea política, de acuerdo con el pensamiento de Largo Caballero», pero si se «desviara» de esta línea, «no nos consideraríamos obligados a nada con él». Muy lejos parecía ya el momento en que en el Cuarto Congreso habían acordado que «nunca se podrá pensar que los organismos juveniles (…) puedan considerarse obligados a señalar ni la doctrina ni la táctica del Partido».113
Renovación, más que otros periódicos socialistas y desde fechas más tempranas que éstos, desarrolló justificaciones de la violencia y realizó numerosas llamadas a la juventud para que se militarizara. Ya el 4 de noviembre de 1933 planteó que «al fascismo es preciso combatirlo en su terreno», el de la violencia, con una «violencia colectiva y constante». Y, como he analizado en otro trabajo, la misma conformación de las milicias socialistas que participaron en la insurrección de octubre de 1934 en Madrid no hubiera sido posible sin la participación de la FJS, que dio instrucciones para su constitución a través de diversas circulares, mientras Renovación asumió un papel de canal de información sobre su organización y las juventudes socialistas reivindicaron su papel en la creación de una organización paramilitar: «de estas columnas es de donde primeramente salió la consigna de militarizar nuestros cuadros».114
La nueva postura juvenil fue refrendada en el Quinto Congreso de la FJS, celebrado en abril de 1934, en el que incluso algunas organizaciones propusieron que «en los Estatutos de nuestra Federación conste de manera categórica la presión sobre el Partido Socialista para que éste no colabore con ningún partido republicano». Ya no se habló tampoco de milicias de carácter defensivo, como en el Cuarto Congreso, sino que se plantearon con una clara concepción de lucha por el poder. Este congreso eligió también una nueva Comisión Ejecutiva formada por Carlos Hernández Zancajo, como presidente; Enrique Puente y Rodolfo Obregón como vicepresidentes; Santiago Carrillo de secretario general; José Laín Entralgo, vicesecretario; y Federico Melchor, contador. Los vocales eran Segundo Serrano Poncela, Leoncio Pérez, Juan Pablo García y José Cazorla. Esta dirección no era sólo más radical, sino también, en líneas generales, más joven que la anterior: aunque no contamos con la edad de todos sus miembros, en 1934, José Castro tenía 32 años, Mariano Rojo 28 y Antonio Cabrera, 34; mientras que Carrillo tenía sólo 20 años, Enrique Puente, 25; Federico Melchor, 19; y Serrano Poncela, 22,115 a pesar de que desde la UJCE se dijo que en este Congreso de la FJS la mayoría de los delegados «pasaban de los treinta años» y había muchos que «nunca fueron obreros». La organización juvenil tercerista consideraba que sólo había habido «frases y más frases»: «“insurrección armada”, “dictadura del proletariado”»… Mentiras, palabras para contener el anhelo de lucha de sus propios afiliados»; mientras que desde las organizaciones comunistas heterodoxas se habló de «sinceridad revolucionaria» de la FJS, pero se agregó que el PSOE la dejaba «vociferar» sabiendo que las decisiones no dependían de ella.116
Sin embargo, la radicalización de esta nueva dirección juvenil era clara y una de sus primeras medidas fue buscar reforzar la propaganda de sus posiciones políticas, para lo que la FJS creó una revista teórica (Espartaco), cuyo primer número se publicó en julio de 1934 y que se estrenó con un duro ataque a la minoría parlamentaria socialista: «La Federación de nuestras juventudes no reconoce como suyas las voces socialistas alzadas en el Parlamento frente a muchos problemas. Para ella, la minoría no ha logrado encarnar el ambiente renovador del Partido ni la orientación revolucionaria del socialismo español».117
Los congresos provinciales también reflejaron la radicalización que vivían las Juventudes Socialistas. Al alicantino, por ejemplo, se presentaron varias peticiones de que la minoría socialista abandonase el congreso o «ver con disgusto» su actuación. La organización de Elda propuso que «las juventudes procuren que las Agrupaciones Socialistas no se aparten de la línea revolucionaria» y «que el congreso se dirija al partido manifestándole que vería con satisfacción se separe de la Segunda Internacional». El congreso de la Federación Provincial de Juventudes Socialistas de Vizcaya aprobó, a propuesta de la sección de Bilbao, «ir a la instauración de la República Social» y mostrar su adhesión a la campaña realizada por Largo Caballero y Renovación. Curiosamente, por su posterior fidelidad largocaballerista, en el segundo congreso Provincial de las Juventudes Socialistas de Valencia, una propuesta de Buñol para que el Partido Socialista estableciese en su programa «la dictadura del proletariado como medio para la implantación del Socialismo» fue rechazada por 261 votos en contra y 27 a favor.118
Sin embargo, las relaciones entre las organizaciones juveniles obreras estaban plagadas de las mismas dificultades y diferencias que las de sus correspondientes organizaciones de adultos y los primeros acercamientos solo fueron posibles como respuesta a los inicios de una movilización fascista en España, como la publicación de El Fascio, el 16 de marzo de l933. Estos primeros ejemplos de unidad de acción fueron todavía frenados por la dirección juvenil socialista, que, tras los actos para impedir la venta de esta publicación en Madrid y ante la propuesta comunista de constituir alianzas para evitar su distribución en provincias, envío una circular planteando que «no hace falta, por el momento, pacto o inteligencia alguna».119
Como planteó la Federación Provincial de Juventudes Socialistas de Vizcaya, ante las numerosas consultas de sus secciones por las «reiteradas invitaciones» hechas por los comunistas, no se podía «contraer ningún compromiso con ninguna entidad política ajena a la nuestra, sino sujetándose a lo dispuesto por el Comité Nacional del Partido». Esta federación llegó a expulsar a un afiliado por realizar un viaje a la Unión Soviética a pesar de la oposición de la dirección provincial, aunque en su congreso las proposiciones presentadas incluyeron que se pudiera pertenecer a la «Unión de Amigos de Rusia», hecha por la sección de Lejona; o que la juventud se dirigiese al PSOE para que no hubiera más alianzas con los republicanos y se viera la forma de «hacer una conjunción estrecha entre los elementos revolucionarios», presentada por Gallarta. Una petición similar a esta última hizo La Arboleda, que también propuso que las juventudes socialistas vieran la forma de mandar afiliados a la Unión Soviética y que se declarasen «enemigas del reformismo y fieles defensoras de la dictadura del proletariado», mientras que las secciones