Caída y ascenso de la democracia. David Stasavage
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Caída y ascenso de la democracia - David Stasavage страница 14
Muchas personas han sostenido que las mujeres desempeñaron un papel destacado en la política de los hurones, y se cree que también era así en el caso de sus vecinos del sur, los iroqueses. Tanto en la sociedad hurona como en la iroquesa, la madre de un clan nombraba a un jefe que luego era confirmado por los hombres del consejo.41 Bruce Trigger, el estudioso más destacado de los hurones, explicó que este poder de nombramiento no era solo un ritual: las mujeres podían elegir y destituir a los jefes, y lo hacían. Los observadores jesuitas aludieron a las mujeres que rechazaban a un nuevo jefe porque “no esperaban ver más que cabezas rotas” debajo de él.42 En opinión de Trigger, fue el carácter matrilocal de la sociedad hurona lo que hizo esto posible: al vivir desde que nacen hasta que mueren en el seno de la misma familia extensa, las mujeres estaban en una posición más fuerte cuando los hombres se emparentaban con las familias de sus esposas.43 También tenemos indicios claros de la participación política de las mujeres entre los iroqueses. En su clásico relato etnográfico, Lewis Henry Morgan señaló la misma capacidad de las iroquesas para nombrar y destituir jefes, y en otros documentos se alude a las mujeres que celebraban consejos para asesorar a los jefes.44
Entonces, ¿de dónde vino la matrilocalidad, si fue tan trascendental para la participación femenina en la política? En 1884, Friedrich Engels conjeturó que todas las sociedades empezaron siendo matrilineales y matrilocales y evolucionaron de forma gradual en una dirección patrilineal, donde las mujeres estaban subordinadas. Sabemos cómo llegó Engels a este argumento porque se había topado con la obra de Lewis Henry Morgan después de descubrir las notas etnográficas de Karl Marx tras su muerte.45 La hipótesis de Engels sobre el origen matrilocal va en paralelo a lo que otros han afirmado respecto a las deidades en las sociedades primitivas: al principio eran todas femeninas, y poco a poco fueron reemplazadas por las masculinas.46
Algunos antropólogos modernos sostienen que la matrilocalidad surge cuando las mujeres desempeñan un papel importante en la producción de los alimentos y, en el caso de los iroqueses y los hurones, esto ocurrió a través de la agricultura del maíz.47 También hay otra hipótesis: la matrilocalidad es la estrategia de un grupo dominante que se está expandiendo a un territorio con grupos subordinados. En este caso, la matrilocalidad se habría convertido por primera vez en una práctica hace mil años, cuando los hurones y los iroqueses entraron en la región.48
A diferencia de lo relativo a la selección de los jefes, la participación en el consejo oficial, tanto en la sociedad hurona como en la iroquesa, siguió siendo exclusivamente masculina. Lo era en los consejos de la confederación, de la tribu e incluso de la aldea. Los jesuitas franceses dijeron que las huronas tenían la responsabilidad de encender el fuego alrededor del cual se celebraba un consejo, pero, una vez hecho esto, salían y los hombres ocupaban sus lugares.49 Elisabeth Tooker, una destacada especialista en los grupos iroqueses, observó que, todavía en 1961, las mujeres no intervenían en las reuniones del consejo.50 Sin embargo, se dice que en épocas anteriores las mujeres mayores transmitían sus opiniones a la reunión del consejo a través de los asistentes masculinos.51
La república mesoamericana de Tlaxcala
La autocrática Triple Alianza azteca es el sistema de gobierno más conocido de la Mesoamérica del siglo xvi, pero no el único. Al lado de la capital azteca de Tenochtitlán se encontraba una sociedad organizada sobre los principios de la democracia temprana. Los europeos descubrieron Tlaxcala cuando Hernán Cortés entró en su territorio en 1519 y lo describió así:
Tiene en torno la provincia noventa leguas y más. La orden que hasta ahora se ha alcanzado que la gente de ella tiene en gobernarse es casi como las señorías de Venecia y Génova o Pisa, porque no hay señor general de todos. Hay muchos señores y todos residen en esta ciudad, y los pueblos de la tierra son labradores y son vasallos de estos señores, y cada uno tiene su tierra por sí; tienen unos más que otros, y para sus guerras que han de ordenar se juntan todos, y todos juntos las ordenan y conciertan.52
En la sociedad que vio Cortés las personas tenían diferentes estatus políticos, pero también estaba bastante lejos de ser una autocracia. Unas décadas más tarde, mientras redactaba un informe encargado por la Corona española, Diego Camargo acuñó el término “República de Tlaxcala”.
Los estudiosos han podido saber más sobre el sistema político de Tlaxcala gracias a los relatos de la época de la conquista española y los datos arqueológicos.53 Ambas fuentes apuntan a que Cortés tenía razón en términos generales: un consejo de entre cincuenta y cien miembros de la nobleza gobernaba la república, con cuatro gobernantes principales.54 La pertenencia a la nobleza no era estrictamente hereditaria, porque podían ascender a ella personas de cualquier categoría social si proporcionaban un servicio excepcional, y en particular en la guerra. Los tlaxcaltecas sí tenían burocracia, pero también había cierto grado de descentralización en sus acuerdos fiscales. Cada miembro del consejo era responsable de un distrito administrativo llamado teccalli.
Hay otro rasgo de la República tlaxcalteca que la diferencia de los otros ejemplos de democracia temprana considerados aquí. En muchos casos, la democracia temprana surgió cuando varias comunidades locales se unieron para formar una sola entidad, pero precisamente porque el proceso de centralización no se había completado, las autoridades locales pudieron seguir teniendo bastante voz en la toma de decisiones. En Tlaxcala fue distinto: las estructuras tradicionales fueron rediseñadas por completo y, sin embargo, la democracia temprana se mantuvo.55 Esto recuerda al modo en que Clístenes reformó la sociedad ateniense.
El estilo de agricultura que practicaban sus habitantes puede ser una de las razones de la supervivencia de la democracia temprana en Tlaxcala. Los aztecas del valle de México practicaban una forma de agricultura intensiva, con la ayuda del riego, que facilitaba a los gobernantes seguir la pista de cuánto podía producir el pueblo. Las descripciones de la agricultura tlaxcalteca sugieren que esta era más primitiva.56 La severidad y variabilidad de las lluvias pudieron dificultar que los gobernantes conocieran el volumen de producción del pueblo.
El republicanismo en África central
La democracia temprana también existió en muchas sociedades africanas precoloniales, pero a menudo los europeos tardaron mucho en reconocerlo. En 1940, dos antropólogos llamados Meyer Fortes y Edward Evan Evans-Pritchard describieron dos formas de sistema político en el África precolonial: sociedades sin Estado o Estados centralizados.57 En la primera categoría había poca autoridad por encima del nivel de la aldea. La segunda categoría era la autocracia: un gobernante supremo que no era sometido a ningún control sobre sus acciones y que gobernaba por medio de la burocracia.
Antes de Fortes y Evans-Pritchard, un administrador colonial británico, Frederick Lugard, había presentado una imagen aún más descarnada de las autocracias africanas. Parecían haberse convertido en regímenes despóticos caracterizados por un despiadado desprecio por la vida humana. Las víctimas de los holocaustos eran sacrificadas para apaciguar a la deidad o por capricho del déspota. Estos eran los reinos de Uganda y Bunyoro en el este, y los de Dahomey, Ashanti y Benín en el oeste.58
Fortes, Evans-Pritchard y Lugard ignoraban que la democracia temprana pudo haber existido en el África precolonial. Podemos utilizar el trabajo pionero de Jan Vansina, que extrajo lecciones de la tradición oral y llegó a una conclusión distinta sobre los pueblos de la región.59 En toda África central –una región cuyo centro es hoy la República Democrática del Congo–, cada comunidad local era gobernada por una sola persona –un hombre– que, en algunos casos, gobernaba con la ayuda de un consejo de aldea. Los jefes, por lo general, alcanzaban sus puestos mediante la acumulación de riqueza, no por herencia. Los antropólogos se refieren a esto como sociedades del “gran hombre”.60
Una vez que empezaron a formar entidades mayores por encima del nivel de las aldeas, las organizaciones políticas de África central adoptaron dos formas distintas. Algunas evolucionaron en una dirección autocrática, donde una persona gobernaba a través de subordinados elegidos