Caída y ascenso de la democracia. David Stasavage
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Si estamos de acuerdo en que la democracia y la autocracia tempranas fueron dos vías de desarrollo político alternativas, entonces la siguiente pregunta es qué llevó a una sociedad por una vía en vez de por la otra. En este capítulo argumentaré que era más probable que la democracia temprana prevaleciera cuando los gobernantes no tenían certezas sobre la producción, cuando al pueblo le resultaba más fácil marcharse y, finalmente, cuando los gobernantes necesitaban a su pueblo más de lo que este los necesitaba a ellos. La evidencia de múltiples regiones del mundo en diferentes momentos respalda estas afirmaciones. La práctica de la democracia temprana fue para los gobernantes un modus operandi frente a estos problemas, pero también veremos una vía alternativa: el desarrollo de una burocracia estatal para sustituir el gobierno por consejo. Por último, veremos que, a veces, las burocracias y los consejos también podían ser un complemento.
qué entendemos por un estado débil
Douglass North, el famoso historiador económico, definió el Estado como una entidad que obtiene ingresos a cambio de protección.1 Se puede pensar en esta protección en términos muy amplios: podría ser la defensa contra invasores externos, un seguro frente a contingencias como el hambre o incluso lo que hoy entendemos por “protección social”. También se puede pensar en los ingresos en términos amplios: podrían ser impuestos en moneda, en especie o cualquier otra medida para la redistribución del excedente económico. Los kwakiutl de la costa noroeste de América del Norte no tenían un sistema de impuestos oficial, pero, según informó Franz Boas, los caciques se apropiaban habitualmente de hasta la mitad de lo obtenido en la caza y la pesca.2
Los gobernantes que quieren obtener ingresos se enfrentan a un problema fundamental: cuanto menos saben sobre cuánto produce el pueblo, más difícil les resulta diseñar una estrategia fiscal. Se cuenta que Jean-Baptiste Colbert, ministro de Finanzas de Luis XIV, comparó el problema de los impuestos con desplumar un ganso para obtener la mayor cantidad posible de plumas sin que este emita un solo graznido. La incertidumbre sobre la producción dificultó a algunos gobernantes saber cuántas plumas podían arrancar. Cuanto mayor sea la incertidumbre, mayor será la posibilidad de exigir un nivel de impuestos tan alto que provoque las protestas del pueblo, o inferior a lo que el pueblo estaría dispuesto a pagar.
El segundo problema –vinculado al primero– es que el pueblo pueda tener opciones si siente que se le están arrancando las plumas con demasiada fuerza. Pueden tener los medios para protestar con violencia, marcharse a otro lugar o, simplemente, negarse a pagar si un gobernante tiene poca capacidad coercitiva. A lo largo de la historia, la situación de los gobernantes ha sido más precaria en aquellos entornos donde la población descontenta podía recoger sus cosas y marcharse sin más.
De hecho, el problema del riesgo de salida es tan general que no se limita a las sociedades humanas. La ornitóloga Sandra Vehrencamp, motivada por sus observaciones sobre distintas especies de aves en diferentes hábitats, desarrolló un modelo teórico para ejemplificar esa posibilidad.3 En el caso de los animales, no se trata de la riqueza, los impuestos o el consentimiento, sino de quién puede reproducirse y quién es relegado a ayudar a otros mientras se reproducen. Vehrencamp estudió varias especies para mostrar la relación entre unos costos de “dispersión” altos y una mayor jerarquía. La dispersión significa la posibilidad de que los individuos se establezcan en un nuevo lugar para reproducirse.
A lo largo de la historia, la democracia temprana ha sido una forma de acometer el doble problema de la salida y la incertidumbre. La solución de la democracia temprana pasaba por reconocer que uno estaba en una posición débil y gobernar de forma colectiva con varios miembros de la sociedad. Un consejo o asamblea –la piedra angular de la democracia temprana– proporcionaba un foro donde los gobernantes y los gobernados pudieran discutir cuánto se podía pagar realmente. Los miembros del consejo también podían ayudar a recaudar ingresos y con otras tareas más generales de la gobernanza. Para creer que las deliberaciones del consejo pudieran revelar algo más que falsedades, no es preciso confiar en la bondad de la naturaleza humana: la comunicación sincera sería posible siempre que los gobernantes y el pueblo tuvieran un interés común, como la necesidad de la protección. También se vería reforzada por el deseo mutuo de la resolución pacífica de los conflictos.4
Una de las características más notables de la solución del consejo para la gobernanza es que, para ejercer su influencia, sus miembros no necesitaban un poder de veto oficial sobre las propuestas de un gobernante: bastaba con que poseyeran una mayor información sobre la producción. La verdadera autoridad no depende solo de la autoridad oficial –las reglas escritas–, sino también de quién tiene mejor información.5
La alternativa a la democracia temprana era tomar decisiones sin consultar a un consejo y después prepararse para las posibles consecuencias negativas. Esta solución era más factible en aquellos casos donde el entorno natural hacía más predecible la producción agrícola. También era más fácil cuando el pueblo tenía menos medios para marcharse o para protestar. A esto se le añade que era mucho más fácil gobernar sin un consejo o una asamblea si se contaba con una burocracia que resolviera los problemas de la falta de información o los incumplimientos.
Existe un método definitivo para resolver los problemas de la incertidumbre para la recaudación de ingresos, y es contratar a recaudadores: particulares que acceden a recaudar ingresos a cambio de un pago único. Al igual que la democracia temprana, la recaudación de impuestos economiza la necesidad de que un gobernante tenga una burocracia que pueda calcular cuántos ingresos se pueden recaudar. La idea es que, si los recaudadores de impuestos tienen mejor información que el gobernante sobre las circunstancias de un lugar, y si compiten entre sí por el derecho a recaudar ciertos impuestos, esto revelará una información útil.6 Como ocurre con la burocracia, deberíamos considerar la recaudación de impuestos como un posible sustituto de la democracia temprana.
aptitud agrícola y formación del estado
Se ha establecido la idea de que las sociedades con un Estado central surgieron en las regiones más adecuadas para la agricultura. Según la historia tradicional, la producción agrícola generó un excedente que permitió el surgimiento del Estado central unido a la jerarquía social. Otra variante de este argumento es que la agricultura permitió una mayor densidad de la población, que a su vez hizo más probable la formación de un Estado central.7
A continuación, emplearé un indicador de la aptitud agrícola para exponer dos cosas. La primera es que la aptitud agrícola predice si existe un Estado central por encima del nivel de la comunidad. La segunda es que la aptitud agrícola no predice, por sí sola, si el Estado es autocrático o democrático. Dicho de otro modo: la cantidad de calorías que uno puede extraer del suelo determina si existe un Estado, pero no de qué tipo es. Para responder a esa pregunta tendremos que buscar en otra parte.
Para trazar la aptitud agrícola, podemos servirnos de los datos producidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Estos datos son un registro de la cantidad de los diferentes cultivos que se pueden producir en todas las regiones del mundo. Dos economistas, Oded Galor y Ömer Özak, han empleado estos datos para formular la siguiente pregunta: suponiendo que uno sabe qué cultivos se pueden cultivar y su contenido calórico, ¿cuál es la cantidad máxima de calorías que se pueden producir en un terreno determinado?8 Realizaron este cálculo para cada conjunto de celdas en una cuadrícula que abarcaba todo el planeta a una resolución de cinco minutos de longitud por cinco de latitud (aproximadamente diez por diez kilómetros). Llamaré a su medida “potencial calórico”. Para maximizar la probabilidad de que el potencial calórico refleje las características del entorno natural –y no de la intervención humana–, Galor y Özak construyeron su medida asumiendo que no se aportaron insumos al suelo ni al riego.9
Para medir la gobernanza, utilizaré los datos de la SCCS para elaborar una medida binaria que divide las sociedades en dos categorías.