Filosofía y estética (2a ed.). Johan Gottlieb Fichte
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Filosofía y estética
La polémica con F. Schiller
Filosofía y estética
La polémica con F. Schiller
Introducción, traducción y notas de
Manuel Ramos y Faustino Oncina
Colección estètica & crítica
Director de la colección:
Romà de la Calle
Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación d e información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial. |
La edición de este volumen ha contado con la colaboración
de José Pedro Martínez García.
1. a edición: febrero, 1998
2. a edición: mayo, 2007
© De la introducción, traducción y notas: Manuel Ramos Valera y Faustino Oncina Coves, 2007
© De esta edición: Universitat de València, 2007
Producción editorial: Maite Simón
Diseño del interior: Inmaculada Mesa
Fotocomposición y maquetación: Publicacions de la Universitat de València
ISBN: 978-84-370-9482-3
ÍNDICE
FILOSOFÍA Y ESTÉTICA.
LA POLÉMICA CON F. SCHILLER
I. INTRODUCCIÓN. Manuel Ramos y Faustino Oficina
1. Anécdota y nudo gordiano en la disputa de Las Horas entre Fichte y Schiller.– 2. El arte de escribir filosofía: los estilos científico, popular y bello.– 3. La hermenéutica fichteana: el espíritu y la letra del criticismo.– 4. La Doctrina de la ciencia como parusía del espíritu del kantismo.– 5. Una estética según los principios de la Doctrina de la ciencia: ¿una terra incognita?– 6. Bibliografía.
II. SOBRE EL ESPÍRITU Y LA LETRA EN LA FILOSOFÍA. EN UNA SERIE DE CARTAS J. G. Fichte
III. SOBRE LA DIFERENCIA ENTRE EL ESPÍRITU Y LA LETRA EN LA FILOSOFÍA. J. G. Fichte
V. CORRESPONDENCIA ENTRE FICHTE Y SCHILLER
VII. SOBRE LOS DEBERES DEL ARTISTA ESTÉTICO. J. G. Fichte
A Mari Tere y Andrea®
Filosofía y estética. La polémica con F. Schiller
I.
Introducción1
Las incursiones de Fichte, a diferencia de sus compañeros de generación (Kant, Schelling, Hegel, Schlegel, Schiller…), en el territorio de la estética son, comparativamente, exiguas. Pero si bien no se prodigó en esta disciplina, la extensión y relevancia de esas incursiones están en razón inversa, como testimonian los materiales que traducimos, que, además de ofrecer desde un original ángulo un esclarecimiento de la filosofía en que se enmarca, la Doctrina de la ciencia, fueron decisivos para entender los derroteros que seguirá la estética en el idealismo y el romanticismo.2
1. Anécdota y nudo gordiano en la disputa de Las Horas entre Fichte y Schiller
A menudo se ha tendido a escamotearle a esta disputa rango filosófico, reduciéndola a un rifirrafe entre dos colosos que no quieren ver erosionado su prestigio. Este reduccionismo banal eleva a tema lo que es simple anécdota y se apoya en estrechar los vínculos de Schiller con las Musas y de Fichte con Minerva, a fin de desvanecer la opinión de que estamos ante una confrontación filosófica y apuntalar la idea de que se trata de estridencias meramente caracterológicas o, a lo sumo, de una querella, en el fondo desvaída, que enfrenta los celos profesionales de dos poderosas personalidades o géneros literarios inconmensurables: el ars poetica y la filosofía. A despecho del narcisismo proverbial del estamento intelectual,3 la polémica que aquí se dirime no estriba en una nimia diferencia de prurito, pues ello comportaría equiparar ambos contendientes a la caricatura schilleriana del ganapán o sabio a sueldo (Brotgelehrte), que representa un punto de vista equivocado para «determinar el valor de una ciencia».4
La disputa de Las Horas se desata en 1795. Esta revista de efímera vida fue fundada por Schiller durante el primer año de Fichte en Jena y pretendía tener un carácter interdisciplinar y alejarse de las discusiones técnicas y de la elegancia superferolítica. Fichte, que, junto a Wilhelm von Humboldt y Karl Ludwig Woltmann, pertenecía al consejo de redacción de la revista (más tarde se unirían Goethe y Herder), ya había entregado un artículo para el primer número de enero de 1795, Sobre el estimulo y el incremento del puro interés por la verdad.5 En este artículo Schiller se había atrevido a introducir algunas correcciones. Su autor, ¡in embargo, reclamó la reproducción de la versión original (GA m/2, 227; 1/3, 77 s.). La colaboración fichteana delataba el encorsetamiento :tico de la estética:
el impulso estético debería ciertamente subordinarse, en el hombre, al impulso hacia la verdad y al supremo de todos los impulsos, el que persigue la bondad ética (GA 1/3, 84).
Ese encuadre moralista que culminará con la inclusión del arte en m apartado del Sistema de la doctrina ética (1798) jalea el incipiente antifichteanismo de Schiller.6
Pero