Manuel Álvarez (1796-1856). Un leonés en el oeste americano. Thomas E. Chavez

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Manuel Álvarez (1796-1856). Un leonés en el oeste americano - Thomas E. Chavez BIBLIOTECA JAVIER COY D'ESTUDIS NORD-AMERICANS

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aprovecharía de una provincia distante en el norte de México. Los nuevomexicanos eran fácilmente influenciables por los estadounidenses ya que la distancia y la orografía del terreno habían conseguido romper los lazos de cercanía y lealtad a México.

      Los problemas, no obstante, acompañaron a las ventajas financieras que se estaban logrando. Nuevo México se encontraba perfectamente situado geográficamente para encontrarse involucrado en la cuestión de la anexión, ya que, la nueva República de Texas, lograda su independencia en 1836, reclamaba el río Grande como frontera oeste. La mitad de Nuevo México, incluida Santa Fe, su capital y centro comercial, entraba dentro de esa demanda. Nuevo México también poseía un buen emplazamiento entre los puertos de los Estados Unidos y los puertos de San Diego y San Francisco en California. Controlar estos puertos del océano Pacífico proporcionaría a los Estados Unidos una ventaja evidente sobre otras naciones en competición por el comercio del Oriente. El presidente Andrew Jackson había intentado que Texas expandiera la demanda sobre su frontera oeste incluyendo California y durante la guerra México-americana, California se convirtió en el premio a lograr cuando el ejército estadounidense avanzó a través de Nuevo México de camino a la costa oeste.

      El año 1846 supuso, por tanto, uno de los acontecimientos más significativos en la historia de Norteamérica. Los Estados Unidos pasaron de ser 13 Estados concentrados en un espacio reducido en la costa atlántica, expandiéndose sobre un vasto territorio, a convertirse en una nación transcontinental. Los españoles también se habían mantenido ocupados expandiendo sus asentamientos hacia el norte, alejados de Ciudad de México, culminando en lo que el historiador Herbert E. Bolton llamó la frontera española (The Spanish Borderlands). El asentamiento español en el sudoeste norteamericano era un hecho consumado mucho antes de que los peregrinos arribaran a Nueva Inglaterra. Las dos culturas se encontraron en la frontera española. Aunque Texas y California desempeñaron cada una un papel, la posición geográfica crucial le pertenecía a Nuevo México que tenía mucha más población española que Texas o California. A los ojos de los mexicanos, el departamento de Nuevo México tenía una importancia más consolidada con relación a las otras comunidades fronterizas.

      Estos dos factores –una población consolidada que tenía un sentimiento de independencia y una localización geográfica– no hicieron más que causar problemas para el territorio cuando cayó bajo el dominio de los Estados Unidos. Intentar conseguir la condición de Estado cuando una guerra civil estaba en ciernes en los Estados Unidos no resultó tarea fácil: Nuevo México se convirtió en una parte integrante del Compromiso de Missouri de 1850. Sufrió las consecuencias de las opiniones contradictorias sobre mexicanos y católicos y se involucró de manera profunda en las demandas fronterizas de Texas. Los Estados Unidos parecían tener una completa falta de preocupación y los nuevomexicanos protestaron desde el principio. El resultado supuso un retraso en la aceptación de Nuevo México como Estado de la Unión hasta 1912.

      Manuel Álvarez fue un hombre capaz de adaptarse a las distintas condiciones de este lugar y momento crucial. Parecía representar todo aquello que podría causar su caída pero supo utilizar su inteligencia y personalidad ganadora para convertirse en un miembro fundamental de la compleja sociedad nuevo mexicana. Nacido en León, España, ciudadano mexicano y cónsul de los Estados Unidos en Santa Fe, Manuel Álvarez hablaba con fluidez inglés, español y francés. Asimismo, en distintas ocasiones fue viajero, trampero, comerciante, ganadero, juez ex officio, político y oficial electo. Aunque tenía una educación formal, su inteligencia era aparentemente del tipo de las que saben utilizar la experiencia práctica puesto que se adaptaba rápidamente a la vida en la frontera entre dos países.

      Existen muchos “gigantes” históricos del periodo mexicano, sin embargo, Manuel Álvarez aún no ha sido considerado uno de ellos, aunque su presencia influyó en el proceso histórico. Por su tendencia a no llamar la atención, los historiadores han pasado por alto sus contribuciones, a pesar de la gran cantidad de documentos que dejó en varios archivos. Álvarez, aparentemente, era una de esas personalidades que trabajan mejor entre bastidores, pasando así desapercibido y dejando que el historiador se enfrente con el problema de determinar tanto su papel como su impacto en los asuntos nuevomexicanos y del oeste de los Estados Unidos en general.

      Como cónsul, Álvarez tenía la obligación de velar por los derechos de los ciudadanos estadounidenses que llegaban a los asentamientos del norte de México. Estas gentes eran normalmente comerciantes o tramperos quienes protestaban con frecuencia de las técnicas de México para cargar impuestos. Algunas veces, los ciudadanos estadounidenses se veían envueltos en situaciones que llevaban a Álvarez prácticamente a arriesgar su vida. Tras la ocupación, sin embargo, Álvarez se alió con los ocupados, posiblemente para hacer que la transición fuera lo más indolora posible. En 1847, cuando estalló una revuelta en Taos, las bajas incluyeron, entre otros estadounidenses y sus partidarios, al gobernador Charles Bent. El ejército de los Estados Unidos sofocó la violencia cuando tomaron al asalto la iglesia de Taos y capturaron al resto de los insurgentes que habían buscado refugio allí. Los rebeldes acusados fueron juzgados y procesados

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