Mosaico transatlántico. AAVV

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Mosaico transatlántico - AAVV BIBLIOTECA JAVIER COY D'ESTUDIS NORD-AMERICANS

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trabajo al diálogo con otros especialistas.

       Bibliografía

      Bustamante, Fernanda; Ferrús, Beatriz (coords.), Miradas Cruzadas. Escritoras, artistas e imaginarios (España-EE.UU., 1830-1930), Valencia, Javier Coy d’Estudis Nord-Americans-PUV.

      Ortega, Julio (2011), “La crítica transatlántica en el siglo XXI”, La ciudad literaria, http://blogs.brown.edu/ciudad_literaria/2011/03/23/critica-transatlantica-en-el-siglo-xxi/, (6/10/2015).

      Pratt, Mary Louise (1997), Ojos imperiales. Literatura de viajes y transculturación, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes.

      Eusebio Guiteras Font y las paradojas de la sociedad norteamericana1

       Montserrat Amores

      Universitat Autònoma de Barcelona

      En 1842, el año en el que Eusebio Guiteras Font2 se embarca en el puerto de Matanzas en dirección a Nueva York, Honoré de Balzac escribía el “Avant Propos” de La Comédie humaine. En él señalaba el propósito de revestir su obra de una triple forma: “les hommes, les femmes et les choses, c'est-à-dire les personnes et la représentation matérielle qu'ils donnent de leur pensée”. De la mano de la ciencia y de la historia, La Comédie humaine se alzaría como un vasto proyecto capaz de representar en su totalidad el roman de moeurs de la sociedad francesa contemporánea, entendiendo moeurs con el inherente componente moral que el término tenía en el siglo XIX. Por su parte, cuando Eusebio Guiteras inicia la redacción de su Libro de viaje el 13 de julio de ese mismo año, pretendía “conservar los recuerdos e impresiones” sentidos y vividos al visitar los diferentes países que abarcan su largo y extenso periplo por Europa y Oriente. La enorme distancia que separa ambas empresas no impide observar un nexo común estrechamente vinculado a la noción de moeurs, pues indefectiblemente este criollo cubano iba a describir en sus libros de viajes las costumbres de los habitantes de los países que recorría.

      Como apuntaba, el primer destino del largo viaje de Eusebio Guiteras, acompañado de su hermano Antonio, era Nueva York. Visitaron en poco más de tres meses y medio, desde el 13 de julio hasta el 3 de noviembre de 1842, algunas de las ciudades más importantes del este de los Estados Unidos y de Canadá. Primero vieron Nueva York, Albany, Saratoga y Trenton, para contemplar las cataratas del Niágara; a continuación se detuvieron en Cabo Vincent para pasar a Canadá, visitar entre otras las ciudades de Kingston y Montreal, y volver al estado de Nueva York para ver Albany; luego se dirigieron a Boston en el estado de Massachussets; y finalmente regresaron de nuevo a la ciudad de Nueva York para permanecer los tres últimos días de su viaje en Filadelfia.3

      Eusebio Guiteras inicia en el buque Gaspar Hausser la redacción del primero de sus tres libros de viajes, cuyas primeras 67 páginas abarcan su largo itinerario por Norteamérica.4 Antes de partir había previsto su tarea como cronista. Así, el Libro de viaje 2 se inicia con esta breve nota:

      Aunque no tenia, cuando salí para los Estados Unidos, mas que dice y nueve años, sin embargo, hice el propósito de escribir ese Diario, y hasta forme mi plan para su composición. Como no encontrase en Matanzas libros en blanca a propósito, hice hacer estos por D. Narciso Olmo, dueño de la única papelería y taller de encuadernación que entonces allí había. Cuando visitaba un lugar, hacia mis apuntes en pedazos de papel o librillos de bolsillo, y luego en mi cuarto, sin perder tiempo, trasladaba mis apuntes al Diario, consultando la guía, si la tenia. (Guiteras, 2010: 161)

      En este Diario, así lo llama el autor, refleja el joven Guiteras las experiencias de un viajero que sale por primera vez de su patria con una finalidad evidentemente formativa: visita otros países, observa otras sociedades, examina costumbres e instituciones de otras civilizaciones con el propósito de instruirse, de cultivar su mente y su espíritu, y prepararse para llevar a cabo en el futuro una actividad profesional comprometida con la sociedad cubana. En este sentido la mirada de Eusebio Guiteras representa claramente la actitud del latinoamericano para el que los Estados Unidos se alza como “paradigma de futuro”, mientras que Europa se presenta como el Antiguo Continente, “espacio en crisis” del que es preciso aprender (Bustamante y Ferrús, 2014: 9). Efectivamente, como se verá, la primera breve estancia de Guiteras en los Estados Unidos muestra la fe de este joven cubano en la nueva civilización que se revela ante sus ojos, frente a una Europa vetusta, aunque interesante. Guiteras estudiará el viejo continente con viva curiosidad como cuna de la Historia,5 mientras que analizará la sociedad norteamericana como un mundo que puede servir como modelo para su Cuba natal.

      No obstante, este primer testimonio de Eusebio Guiteras en contacto con los Estados Unidos, punto de partida de este trabajo, servirá para observar la evolución que el paradigma de la civilización norteamericana sufre en el pensamiento de este escritor cuando la Historia —la de España, la de Cuba y la de Norteamérica— y la experiencia personal hagan mella en este cubano, porque no será esta la primera vez que Eusebio Guiteras viaje a los Estados Unidos. De hecho, su vida quedará íntimamente ligada a este país, y Filadelfia, a la que se refería en el Libro de viaje de 1842 como “la ciudad mas bella de los E.U.” (Guiteras, 2010: 71), se convertirá en su lugar de residencia durante sus últimos años de vida, a partir de 1868.

      Entretanto su actividad cabalga entre Cuba y los Estados Unidos, adonde se traslada en ocasiones debido a la salud de su mujer o de uno de sus hijos. Así, viaja a Norteamérica en 1848 con su esposa, Josefa Gener con la que había contraído matrimonio en 1845, debido a su quebradiza salud (Guiteras, 1894: 101).6 En 1850 le encontramos en La Habana, donde fue encarcelado durante seis meses por sus ideas excesivamente exaltadas respecto del proyecto identitario cubano. En Matanzas se convierte en el tercer director del colegio “La Empresa”, cargo que ocupa entre 1850 y 1853, y en el que le sucedió su hermano Antonio (De la Cruz, en Meza y Suárez Inclán, 1908: 25).7

      Entre 1854 y 1858 se traslada de nuevo a Filadelfia (Meza y Suárez Inclán, 1908: 10), preocupado por la salud de Juan, el único de sus cinco hijos que le quedaba con vida. La labor pedagógica de Eusebio en esta época es quizá la más importante, pues en Filadelfia redacta sus libros de lecturas, que gozaron de un gran éxito editorial y que fueron los libros de texto en los que se educaron los niños cubanos durante generaciones.8 Entre 1858 y 1868 regresa de nuevo a Matanzas dedicándose a la enseñanza (De la Cruz, en Meza y Suárez Inclán, 1908: 25). Allí le encontramos en 1861 recibiendo de manos de Gertrudis Gómez de Avellaneda el premio en los Juegos florales de aquel año (Guiteras, 1894: 107); al siguiente colaborando en la Exposición de Bellas Artes de la ciudad y ocupando a continuación diferentes cargos relacionados con la educación en el Ayuntamiento, hasta que en 1867 es nombrado concejal electo (Páez Morales, 2014). Con el estallido de la guerra de los Diez Años y sus consecuencias, entre ellas el cierre de “La Empresa” por causas políticas, la vida de Eusebio Guiteras se hace insostenible en Cuba y decide exiliarse a Filadelfia donde residió hasta su muerte en 1893, aunque vivió cuatro años en Charleston (Guiteras, 1894: 110).

      Esas impresiones y experiencias vividas en sus diferentes estancias en los Estados Unidos se reflejarán en Un invierno en Nueva York. Apuntes de viaje y esbozos de pluma, volumen que publicó la editorial barcelonesa Gorgas y Cª en la “Biblioteca de La Ilustración Cubana”, sin fecha de impresión, aunque es posterior a 1886.9 El subtítulo de la obra recoge más fielmente que el título el contenido de Un invierno en Nueva York, pues efectivamente, a pesar de que el autor advierte que “mi compromiso con el amable lector es hablar de esa ciudad en invierno” (Guiteras, s.a.: 16), el volumen no contiene las vivencias del autor durante un invierno en la ciudad. De hecho, como señala Guiteras, “si bien el título de este libro

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