Leer antes. Márgara Noemí Averbach

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Leer antes - Márgara Noemí Averbach BIBLIOTECA JAVIER COY D'ESTUDIS NORD-AMERICANS

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      Márgara Averbach Foto de Odino Ciai

      Introducción

      Poco después de terminar la carrera de Letras, antes incluso de empezar mi trabajo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, una compañera de estudios y yo fuimos hasta uno de los diarios de Buenos Aires y dijimos que queríamos escribir crítica literaria. Creo que la cosa era clara para las dos: no era nuestra intención convertirnos en periodistas de investigación ni en redactores de noticias diarias. Nuestra meta era el suplemento literario de ese diario, un diario que acababa de crearse.

      El periodismo abierto y amplio, el de las noticias políticas, económicas, sociales, es el que lleva a muchos a estudiar lo que hoy son las carreras de comunicación (en ese momento no existían, apenas si había una carrera de Periodismo). Lo que nosotras buscábamos era otra cosa, mucho más relacionada con la carrera de Letras en su rama más literaria. Queríamos redactar un tipo especial de nota, queríamos transmitir nuestra propia lectura de los libros. Y es esa lectura lo que debe pensarse para entender la naturaleza de una reseña o una crítica de libro en un suplemento cultural.

       Lecturas (reseñas)

      Leer es el centro de la crítica literaria. Parece obvio pero hay que decirlo: leer el libro que se va a comentar es un requisito sine qua non del trabajo de los críticos (aunque se diga que algunos no lo hacen).

      Esa lectura tiene características propias porque no se lee de la misma forma según el destino que cada uno vaya a darle a esa lectura. Yo, que tengo varios oficios —traductora, crítica, escritora, profesora universitaria de literatura, investigadora de la literatura de los Estados Unidos—, no hago la misma lectura cuando voy a traducir un libro que cuando voy a hablar de él en una clase o cuando estoy leyéndolo por placer. La lectura para la confección de una crítica es diferente de todas las demás y está en cada crítico definirla. Por otra parte, el interés “teórico” me parece esencial: creo que es imposible hacer una buena crítica sin pensar qué es la crítica, para qué sirve, cuál es su función. Lo que sigue es mi visión de lo que quiero hacer cuando escribo una crítica o reseña. Esa concepción da forma a mi lectura.

      Es verdad que tal vez mi definición no estaba completa cuando empecé. El concepto se va armando con la experiencia. Y cuando mi amiga y yo conseguimos entrar a ese diario nuevo (que no duró mucho), yo acababa de salir de la universidad y las cosas no me paercían tan claras.. Se me hicieron particularmente evidentes cuando me ofrecieron una cátedra de crítica literaria para una escuela de periodismo. La cátedra nunca llegó a funcionar (la carrera no pasó del estadio de proyecto) pero el esfuerzo por diseñar un programa coherente para dar a otros una formación específica que yo no había tenido, me obligó a armar mi opinión dentro de un discurso transmitible. Como se dice siempre de la docencia: en la relación enseñanza aprendizaje, quien enseña aprende junto al que estudia.

      No se trata de una idea universal. Como ya dije, cada uno tiene la suya. Cuando yo leo reseñas de otros críticos, veo que no todos estamos de acuerdo en la definición de crítica. Para algunos, la esencia de una reseña literaria parece ser contar el argumento del libro de ficción de que se trate o explicar los temas de un libro de poesía o de ensayos. Yo estoy profundamente en desacuerdo con eso: en mis reseñas, las que sumo a este libro y las que no, el argumento casi no aparece excepto algún detalle imprescindible.

      Desde mi punto de vista, la función del crítico no es contar parte del argumento sino leer antes que otros posibles lectores del libro y hacel el comentario pero no para ofrecer a quienes se acerquen a la reseña nada que ellos pueden sacar de una lectura rápida o, peor todavía, de la contratapa si se acercan a una librería (es decir, no el argumento). Lo que creo que la crítica debe ofrecer dos cosas: una guía de lectura y una opinión sobre el valor del libro (es decir, una recomendación o consejo sobre hasta qué punto vale la pena leerlo).

      1-Guía de lectura: Sea cual fuera la formación del crítico (yo tenía una carrera universitaria, otros se forman fuera de la Academia), es esa formación la que busca en el libro las pistas para una buena comprensión, las claves de construcción de la obra, en algunos casos, ciertos detalles que ayudan a un buen lector a pensar lo que el autor está diciéndole.

      2-Valoración: Además de ayudar a leer bien el libro, hay que recomendar (o no) la lectura. Pero no se trata de una opinión impresionista, un “me gustó” o “no me gustó”, sino de ofrecer una opinión amplia, bien fundada y, sobre todo, atenta a la variedad de lectores que se acercan a la crítica. Quien redacta el comentario tiene su “gusto” personal, sus preferencias literarias, no sólo en lo que respecta a los autores sino también a ciertas poéticas, estilos, temáticas, tonos, enfoques y recursos literarios. Esas preferencias pesan en la valoración, sin duda pero la idea es que los lectores de la crítica sepan de dónde viene la opinión que están leyendo para ubicarse frente a ella.

      Por ejemplo: en una enumeración desordenada e incompleta, yo prefiero los libros serios a los cómicos (por personalidad, por educación, me cuesta mucho disfrutar el humor); prefiero la literatura interesada en lo social y no la que se interesa en la psicología individual; prefiero los autores con sintaxis barroca y mucha adjetivación a los autores ascéticos, de sintaxis simple; me gustan los libros de trama compleja pero no los que se basan en citas de otros libros y exigen lecturas anteriores; prefiero la literatura de los siglos XX y XXI a todas las literaturas anteriores.

      ¿Por qué es importante tener esto en claro? Supongamos que recibo para comentar un libro cómico, o uno de prosa muy breve, seca y concentrada. Mi formación me permite valorarlo como buena o mala literatura más allá de mi gusto personal y, como crítica, debería considerar a los muchos lectores que aprecian la literatura que tiende a lo cómico o la literatura de prosa seca, recortada. Por lo tanto, en una reseña sobre ese libro, es importante aclarar (yo suelo hacerlo) que, para quienes aman el humor o el clasicismo (en el sentido de lo opuesto al barroquismo), el libro que comento vale la pena aunque mi comentario no sea demasiado entusiasta. Por eso afirmo que, en una crítica, la opinión debe ser variada, flexible, compleja.

      Por otra parte, la publicación o no de reseñas negativas tiene que ver con políticas editoriales de los suplementos. En este libro, hay pocas notas negativas porque la política editorial del diario en el que más he trabajado es no dar prensa a libros que van a comentarse muy negativamente. Hay algunas, claro, pero son pocas. Desde mi punto de vista, el punto de vista de una traductora, la valoración de los libros traducidos debería incluir un comentario sobre la traducción. Lo que leen los lectores de la novela que se comenta es la traducción, no el original. En general, se acostumbra invisibilizar a los traductores y a su trabajo. Por eso, cuando el espacio me lo permite, yo suelo hacer una valoración de la traducción y también de ciertas políticas editoriales con respecto a los dialectos. Aunque a nosotros, los traductores latinoamericanos, se nos suele exigir una lengua “neutra”, en mi país se venden traducciones escritas en un castellano de España casi incomprensible para los argentinos. Eso es algo que suelo aclarar en mis comentarios: las editoriales deberían hacer una corrección argentina de las traducciones para nuestro mercado y yo creo que un buen crítico debe advertir a los lectores que tal o cual libro es muy difícil de leer por problemas de ese tipo.

      Mis reseñas tratan de cumplir con los dos objetivos (guía de lectura y valoración). En general, yo dedico la mayor parte del escaso número de palabras que pueden publicarse en un suplemento cultural a la primera, la guía de lectura, pero la valoración está ahí en ciertas palabras (adjetivos como “excelente, emocionante, aburrido, lento, etc”). La presencia o no de entusiasmo y el tono general de la crítica forman parte de la valoración.

      Todo lo que se escribe en una nota está directamente relacionado con la firma. En los suplementos culturales

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