Leer antes. Márgara Noemí Averbach
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Organización general de este volumen
En este volumen, se presentan en secciones separadas las notas principales y las reseñas o comentarios de libros. Las notas principales tienen título, las reseñas no. Quiero explicar las razones. Hay medios en los que las reseñas se publican de ese modo. En el diario en que yo trabajo, las reseñas tienen título pero quienes los redactan son periodistas de planta, nunca el mismo crítico. Como no puedo hacerme responsable de los títulos (y en algunos casos no estoy de acuerdo con ellos), decidí no agregarlos y publicar la nota tal cual la envío al suplemento.
Las reseñas son muchas y era importante clasificarlas. Había que encontrar una manera de presentarlas, un índice. Eso fue muy difícil. Cualquier clasificación, incluso la que divide geográficamente a los libros por cultura de procedencia o nacionalidad del autor o autora, conduce a superposiciones: ¿qué se haría con autores como Henry James o T. S. Eliot, a quienes algunos consideran estadounidenses y otros ingleses? En el caso de la clasificación elegida aquí, la cuestión es todavía más problemática porque, después de mucho pensar, decidí seguir más de un criterio y los criterios se superponen.
El problema de toda clasificación es que nunca es satisfactoria en su totalidad. Siempre hay zonas grises entre categorías y zonas que las categorías invisibilizan en lugar de destacar. En el caso de la escritura, las variables que la definen son demasiadas como para organizarlas en una cuadrícula de compartimentos estancos. Hay muchas maneras de agrupar los textos. En una enumeración incompleta: por género (en ese caso, el criterio se relacionaría directamente con el texto); por cultura de procedencia del autor (nacionalidad, grupo social, raza, etnia, tribu); por supuesto, por calidad literaria (pero esa clasificación en libros que para mí fueron “malos” o “buenos” no tiene sentido aquí porque por política editorial los “malos” son mucho menos); por período histórico de creación (nuevamente, una clasificación poco productiva en este caso: la mayor parte de los comentarios se hacen sobre libros nuevos, contemporáneos, no sobre reimpresiones). Ninguna de esas clasificaciones describe el texto en su totalmente porque todo texto es un cruce de todos esos criterios y muchos otros. Por ejemplo: una novela policial quedaría dentro de los géneros populares pero también podría ser un libro excelso en cuanto a calidad literaria, estar muy relacionado con la identidad de género, etnia o raza del autor o autora, etc. La conclusión es que cualquier clasificación es arbitraria y conduce siempre a incoherencias y contradicciones. Por eso, ninguno de los criterios que tomé para hacer el índice es excluyente y ninguno podría abarcar a todos los textos. Así, opté por esta clasificación ecléctica, que no es ni coherente ni unitaria pero cuyas grietas permiten cruces entre categorías.
Al respecto, vale una aclaración de otro tipo. La manía clasificatoria de las culturas europeas produce siempre terrenos pantanosos y deja fuera regiones enteras. Yo, que siempre investigué literaturas basadas en visiones no europeas del mundo (esencialmente las de los negros y amerindios de los Estados Unidos), que no tienen tendencias clasificatorias sino holísticas, sé perfectamente que hay libros que podrían ubicarse en otras secciones pero esa es justamente la intención del índice: se trata de una clasificación de límites permeables y debatibles, una clasificación con espíritu bastante anticlasificatorio.
La primera división —entre notas principales y reseñas o comentarios— está basada en la diferencia entre notas centrales y notas tipo reseña. Dentro de esas dos grandes secciones, los criterios van cambiando y por lo tanto, es más práctico explicarlos en cada uno de los prólogos.
Todos los criterios menos el último están basadps en datos más o menos objetivos. La última sección —la de los libros raros y extraordinarios— es diferente porque ahí el criterio está relacionado con la “evaluación/recomendación” y no con el origen del libro, su género o cualquier otra característica. El criterio “extraordinario” es impresionista y absolutamente personal. En esa sección, presento reseñas de libros que fueron para mí, inolvidables y sobre todo, sorprendentes. Como lectora, esos libros y no otros me produjeron una impresión irrepetible. Son libros diferentes, sí, pero tal vez haya lectores a quienes dejen absolutamente indiferentes. Lo que cuenta en esa última sección del libro es mi recepción personal de esos libros, mi “gusto”.
Así, toda la clasificación que se ve en el índice es intencionalmente fallida. Creo que eso permite ver relaciones entre autores y culturas nacionales que se perderían en una clasificación demasiado cerrada. Veremos qué puede sacar cada uno de ella.
Hace muchos años, apenas salida de la Facultad de Filosofía y Letras, fui con una amiga a pedir trabajo. Y el director del suplemento del primer diario en que trabajé (estas reseñas pertenecen en su gran mayoría a mi largo período en el segundo) terminó aceptándonos. Mi amiga lo dejó enseguida. Yo no. Para mí, amante feroz de la lectura, ese trabajo era uno de los mejores del mundo: un trabajo en el que me pagaban por leer.
NOTAS PRINCIPALES
ENTREVISTAS A ESCRITORES
Prólogo
Para quienes hacemos crítica literaria, la entrevista es una práctica poco frecuente. Nuestro trabajo se relaciona con la obra más que con la persona que la produjo. Por otra parte, los periodistas del cuerpo principal del diario hacen todo tipo de entrevistas: a políticos, a jueces, a médicos, etc. En cambio, nosotros, los “críticos literarios” entrevistamos casi únicamente a escritores.
Tal vez por eso, hay ciertas preguntas generales que se repiten en casi todas las entrevistas que hacemos, preguntas que tienen que ver con la escritura misma. Con esas preguntas sobre el trabajo del escritor es posible, aunque para nada conveniente, llevar a cabo una entrevista a un escritor sin haber leído su obra. Como escritora, me molesta bastante ese tipo de entrevistas, que giran siempre alrededor de preguntas del estilo de: ¿Cuál es su método de escritura?, ¿Qué siente cuando ve un libro publicado?, ¿Se arrepintió de haber publicado alguno de sus libros?, ¿Cuál de sus libros prefiere?
Al contrario, cuando hay lectura previa (en lo posible de más de una obra del autor o autora, idealmente de toda la obra), las preguntas son específicas y los resultados, mucho más satisfactorios para los dos colaboradores/autores de la nota y para quienes lean la entrevista más adelante. Y sin embargo, eso no significa que no se hagan las preguntas generales: de hecho yo hago algunas con bastante frecuencia, como puede verse en los ejemplos de esta sección.
Las entrevistas no se llevan a cabo siempre de la misma forma. La más común y tal vez la más satisfactoria para el entrevistador es la que se realiza cara a cara, es decir, una en la que entrevistador y entrevistado se reúnen en un mismo lugar, ya sea neutral (un café, un hotel) o no (las instalaciones de la publicación en que trabaja el periodista o la casa del escritor). Pero en ciertos casos, eso es imposible por lejanía geográfica y las entrevistas se realizan por otros medios: yo llevé a cabo entrevistas por teléfono y también por correo electrónico.
La comunicación telefónica disminuye la comunicación en el sentido de que quien pregunta no tiene contacto directo con el entrevistado, no ve ni sus expresiones físicas ni sus gestos, que podría describir en la nota. Lo que se preserva es el tono de voz, que por supuesto es uno de los centros de la comunicación oral.
En las entrevistas por correo electrónico, lo oral desaparece. En mi caso, entré a ese tipo