Caminar dos mundos. Márgara Noemí Averbach
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Dentro de ese género modificado, uno de los ejemplos más interesantes de apropiaciones inversas está en Love Medicine, en el acto de resistencia de la protagonista de “Saint Marie”. En lugar de ceder frente a la hermana Leopolda, de pedirle perdón por ser una “enviada del diablo”, de sentirse culpable —es decir, de aceptar el modo en que la define la hermana dentro del mundo cristiano—, de resignarse al castigo, Marie Lazarre decide imponer sus propios términos a la conversión y entrar al cristianismo no como “demonio” sino como “santa” (43). La idea de “santidad” es cristiana, no ojibwa, sino que Marie se está apropiando de los códigos de los blancos. Para salvarse del acoso de Leopolda y convertirse en lo único que le permitirá sobrevivir dentro del convento, una figura sagrada, usa las expectativas y creencias de los cristianos.
Cuando el dolor al que la somete el tipo de traducción violenta que hace Leopolda se le vuelve insoportable, Marie tiene que reaccionar (48). El sufrimiento de las quemaduras en las manos es la última barrera que atraviesa el personaje antes de la resistencia: el dolor hace que su conciencia de la violencia de la traducción se convierta en una necesidad imperiosa de defenderse.21 Marie se salva cuando el padecimiento físico la obliga a ver la traducción como lo que es: un proceso violento y peligroso.
Cuando decide defenderse, la forma en que lo hace es muy inteligente. No puede ejercer violencia contra los blancos, eso la perdería completamente. En lugar de atacar a Leopolda, se decide por la apropiación inversa. Cuando Leopolda le quema las manos con un hierro caliente, la muchacha muestra a todos las marcas que tiene y afirma que son los estigmas de Cristo que le aparecieron durante la noche.
Esos “estigmas” convierten a Marie en Saint Marie, una muchacha tocada por el Señor. Ella sí está dispuesta a aceptar esta traducción porque convertirse en “santa” le permite la salvación y le otorga el respeto de todos. En el sistema binario en el que los blancos la obligan a vivir, ella elige estar del lado del bien (de los honores), no del mal (es decir, el castigo). Marie sabe que esa nueva identidad obligará a todo el convento a “arrodillarse” frente a ella y mantendrá a raya a la hermana Leopolda. Lo que hace es reclamar el poder de la traducción: elige cómo entrar en el otro sistema y se niega a que el sistema la defina a ella.22 En una religión dominada por ideas patriarcales, Marie elige el rango más alto que puede tener una mujer: el de santa “Marie”, la intocable.
Las mujeres que se resisten a la traducción o que la usan en su propio beneficio (como Marie) son comunes en la literatura de las autoras indias estadounidenses. The Book of Medicines de Linda Hogan es un libro de poemas habitado por mujeres capaces de transformar el mundo a través de la resistencia, la ceremonia y, en algunos casos, la apropiación inversa.
En general, en las novelas, poemas y ensayos de Hogan, las mujeres amerindias tienen un poder curativo enorme, siempre en relación con la magia y la ceremonia. Por ejemplo, en “Tear”23 y “Gather” (73), dos de los poemas, las mujeres levantan partes de sus seres amados y los reconstruyen, como Old Man Badge en un poema de otra autora, Leslie M. Silko, en Storyteller,24 pero en Hogan, en lugar de un personaje masculino, son las mujeres las que dan vida a los huesos y consiguen salvar a la comunidad en medio de las masacres, la enfermedad y la desesperación que han traído los blancos.25
El proceso de resistencia y el uso de la tecnología del blanco como herramienta es particularmente complejo en Almanac of the Dead, que podría definirse en general como un libro habitado por traducciones cruzadas en el que las fuerzas amerindias leen a su manera la ciencia y la tecnología del blanco.
En Almanac, la policía blanca usa las habilidades de Lecha, una clarividente aborigen, para encontrar los cadáveres de personas desaparecidas. En ese “intercambio”, los cruces son múltiples entre la ley del blanco y los poderes de las visiones amerindias del mundo. La televisión de los blancos, que filma los procedimientos, usa los poderes de Lecha para conseguir buenos ratings; la policía los usa para cerrar casos. A primera vista, Lecha parece estar usando una habilidad en la que la cultura occidental “seria” no cree (la clarividencia) para servir a instituciones y negocios de Occidente y, dentro de la novela de Silko, esa actitud podría calificarse como “traición”. Pero Lecha es totalmente consciente de lo que hace y lo hace por sus propias razones: se deja usar por la policía y la televisión pero ella también hace buen uso de esas instituciones. En parte, quiere ayudar a los parientes de los que no están a terminar con la tragedia de no saber qué pasó con un ser querido (problema que los argentinos relacionamos inmediatamente con “los desaparecidos”), y por otro, da buen uso al dinero que consigue en esos trabajos: financia con ellos los actos de resistencia que llevan a cabo ella y su grupo, actos que no excluyen la violencia y que muchas veces necesitan de la tecnología de los blancos para completarse.
Además de esos cruces, hay, en la novela un acto de apropiación inversa extremadamente complejo en el que Lecha también está involucrada, esta vez como testigo. En el episodio en cuestión, la comunidad yupik de un pueblito que ella visita en Alaska se reúne todas las tardes frente al único televisor. En ese escenario, se producen dos traducciones paralelas.
Una de las traductoras es Rose, amiga de Lecha, que traduce lo que dice el televisor al idioma de los yupiks. La otra, en este caso la principal, es una vieja Medicine Woman del pueblo (una “curadora”, sin otro nombre en la novela que su función en la comunidad). La curadora traduce lo que ve en la pantalla a la cultura yupik, se apropia de lo que le es útil y lo utiliza para sus actos de resistencia (págs. 151 y siguientes), como Serafina Cruz con las acciones de la compañía en Bélgica. El acto de resistencia que se relata en esa parte de la novela involucra tanto a la tecnología como a la ceremonia amerindia de la curadora y esa ceremonia tiene que ver con lo que la sociedad occidental llama “poderes mágicos”.
La vieja curadora está interesada en los mapas de clima que se transmiten por satélite. Rose le explica el significado de esas imágenes (las traduce) y esa explicación hace posible que la Medicine Woman comprenda una representación del clima totalmente nueva para los yupiks y se dé cuenta de “the possibilities in the white man’s gadgets” (las posibilidades de los aparatos del hombre blanco, 155). Así, decide que “White people could fly circling objects in the sky that sent messages and images of nightmares and dreams, but... (she) knew how to turn the destruction back on its senders” (Los blancos podían hacer volar objetos en círculo en el cielo, objetos que enviaban mensajes e imágenes de pesadilla y de sueño, pero... (ella) sabía cómo hacer que la destrucción se volviera contra aquellos que la habían enviado, 156).
La cita es un resumen del sentido profundo de estas contratraducciones de una tecnología ajena. Los satélites (que, según la mujer yupik son objetos que giran en círculo en el cielo) envían polución cultural y también real a Alaska. La polución real tiene que ver con la ayuda que los satélites dan a la compañía minera y petrolera que contamina la tierra. La polución cultural está representada por la televisión y la muerte que traen, por ejemplo, las recetas tradicionales como la de las colas de castor (pesadillas) y también la llegada del constante deseo de objetos materiales que provoca la publicidad, es decir, la creación de sueños destructivos relacionados con el “sueño americano”, el individualismo y el consumismo. Para devolver esa destrucción a quienes la envían (y defender el modo de vida de su tribu),