El patrimonio natural de la Ribera del Júcar.. AAVV

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El patrimonio natural de la Ribera del Júcar. - AAVV

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también son los significados que los seres humanos les otorgamos (Maderuelo 2005, Iranzo 2009, Ortega 2010).

      El paisaje es lo que está ahí, justo delante de nosotros, envolviéndonos, dándonos cobijo y oportunidades. Es esa configuración espacial diseñada por el trabajo conjunto de la naturaleza y de los seres humanos, repleta de carga cultural y de significados (Berque 1995). Por eso decimos que el paisaje es un patrimonio. Porque son formas, dinámicas y significados que heredamos, que generamos y que transmitimos. Por tanto, el paisaje nos concierne a todos. Hemos de cuidarlo, enseñarlo y tenerlo siempre presente, pues constituye nuestro marco vital y nos identifica como grupo (Mata 2008).

      El paisaje integra lo ecológico y lo cultural, lo estructural con lo formal, lo objetivo con lo subjetivo (Martínez de Pisón 2014). Es una fisonomía compleja formada por un conjunto de elementos relacionados entre sí que dan lugar a una escena. ¿Y por qué hablamos entonces de paisaje natural? ¿Qué es el paisaje natural? Los paisajes naturales son aquellas configuraciones espaciales en las que apenas se perciben los resultados de la actividad humana. Son aquellos lugares en los que los procesos ecológicos o medioambientales son los protagonistas de las formas resultantes, otorgando carácter. No obstante, especialmente en la región mediterránea, las dinámicas culturales casi siempre se entrecruzan con las naturales, siendo difícil encontrar paisajes naturales vírgenes.

       5. El paisaje como sistema y los componentes del paisaje

      Cuando se contempla un paisaje, si se reflexiona sobre lo que tenemos delante, se pueden detectar toda una serie de interacciones. Todo está conectado. Todo tiene su razón de ser. Entendemos por sistema, un modelo teórico que representa un conjunto de elementos en interacción (Figura 2). En los sistemas se producen entradas y salidas de materia y energía. Lo importante es comprender que un sistema no es la suma de los elementos que lo constituyen, sino que es una totalidad. No se puede prescindir de las interacciones entre los elementos, que es lo que le da estructura al sistema. El paisaje puede concebirse teóricamente como un sistema. Como un todo donde cada pieza, cada elemento, juega su función en la dinámica y en la estructura del paisaje. Por tanto, en la concepción sistémica del paisaje utilizamos el concepto geosistema. Un modelo teórico del paisaje.

      La interdependencia de los elementos del geosistema es lo que le da estructura al paisaje. Dicho esto, lo que tenemos que tener claro es que el paisaje se conceptualiza como un geosistema. El geosistema es la base teórica, el modelo, sobre el que se estructuran los paisajes que vemos. En un geosistema, y por tanto en un paisaje, podemos diferenciar entre la parte inerte, la parte mineral, denominada biotopo; y la parte orgánica o viva, la biocenosis. El biotopo constituye, por tanto, el soporte y fuente de energía de la biocenosis, de la parte viva del paisaje (De Bolós 1992).

       Figura 2. Sistema modelo

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      Fuente: Elaboración propia.

      El biotopo comprende tres partes:

      • una porción de la litosfera, es decir un relieve de una determinada naturaleza geológica y con una topografía concreta;

      • una porción de la hidrosfera, constituida por aguas continentales o marinas, estancadas o corrientes;

      • y una parte de la atmósfera, la capa gaseosa atravesada por los rayos del sol que envuelve a la Tierra.

      La biocenosis es el conjunto moléculas orgánicas con elementos de carbono. También la podemos definir como el conjunto de seres vivos de un geosistema. Se puede distinguir entre la fitocenosis (vegetación), la zoocenosis (mundo animal), y la edafocenosis (o suelo). En un geosistema y, por tanto, en su manifestación, que es el paisaje, la biocenosis no sólo está superpuesta al biotopo, sino que se halla unida a él mediante un conjunto de complejas conexiones.

      Por lo que respecta a los elementos del geosistema que dan lugar a la configuración de paisajes naturales, podemos hablar de: el clima, las formas del relieve, la litología, la vegetación, el agua y la fauna.

      • El clima: Cualquier paisaje está inmerso en la atmósfera y experimenta variaciones estacionales de temperatura y de humedad. En cada parte del planeta, la situación atmosférica que se repite a lo largo del tiempo, y que difiere a la de otras partes del planeta, hace que podamos diferenciar entre distintos tipos de climas. El clima es un elemento clave para el paisaje pues condiciona tanto al biotopo (al relieve) como a la biocenosis (vegetación y animales). Paisajísticamente hablando, tiene una especial relevancia porque condiciona a las formaciones vegetales, que son el vestido del paisaje.

      • Las formas del relieve: Constituyen el esqueleto, la base del paisaje. Es el resultado de la geodinámica interna (tectónica de placas) y de la geodinámica externa (modelado resultante de la erosión, transporte y sedimentación). Los factores que condicionan el relieve de un lugar son el clima, las características litológicas y estructurales, y el tiempo de exposición de la roca. De acuerdo con el factor que sea más determinante, podremos encontrar:

      – Sistemas geomorfológicos zonales: el principal protagonista es el clima, y los relieves resultantes se reparten de acuerdo con las bandas climáticas en franjas paralelas al ecuador, o a la altitud (como es el caso del modelado glaciar o el desértico).

      – Sistemas geomorfológicos azonales: no son particulares de un clima, y predominan otros factores (como es el caso del modelado litoral o el karst).

      Los factores geomorfológicos que influyen en el paisaje son las pendientes de las laderas, la orientación de las vertientes, y la diferencia de altitud.

      • La litología: La composición de las rocas influye en la formación de las estructuras del relieve y en su modelado. Además de su meteorización, no sólo son las formas del terreno lo que va a condicionar al paisaje; también el tipo de suelo resultante, la vegetación que lo ocupa y la circulación del agua. Las características litológicas van a condicionar las actividades antrópicas, las cuales tendrán efectos en el paisaje. Por ejemplo, un roquedo aprovechable en la industria extractiva a cielo abierto va a provocar que, en el proceso de explotación, se alteren las formas del paisaje.

      • El suelo: Derivado del componente anterior, el suelo se define como un componente que se sitúa entre lo biótico y lo abiótico. Determina la existencia de cobertura vegetal, en función de su profundidad, composición granulométrica, porosidad, pedregosidad, composición química, y contenido de agua.

      • El agua: Otro componente básico de los paisajes naturales es la presencia de agua o su ausencia. El agua modela el paisaje de muy distintas formas, según el relieve sobre el que actúa (vertical, inclinado, llano …) y el tipo de materiales con los que se encuentra. Además, el agua es un elemento imprescindible para los organismos. La cantidad presente determinará el tipo de formación vegetal y el tipo de fauna. Desde un punto de vista estético, en cualquiera de sus estados, despierta el atractivo: en forma de lámina, como agua corriente con un caudal abundante, en forma de nieve o hielo, o en forma de niebla.

      • La vegetación: Ésta varía según el clima, según las formas del terreno, según la cantidad de agua presente en el suelo y según el tipo de suelo. Es uno de los elementos más importantes del paisaje, pues viste a las formas del terreno, capta agua y CO2, frena la erosión y sirve de refugio y da alimento a otros seres vivos. El paisaje cambia en función de la composición florística y estructura de la vegetación (estratos presentes).

      • La fauna: Es un elemento del geosistema, pero

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