Mercedes Sanz-Bachiller. María Jesús Pérez Espí
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Bien, el hecho es que Mercedes Sanz-Bachiller asumió el cargo de jefa provincial el 12 de agosto de 1936. Las cifras que se ofrecen sobre el número de afiliadas a la organización femenina vallisoletana en aquel momento son dispares. Según Palomares Ibáñez,53
en enero del 36 la organización femenina no llegaba al medio centenar de afiliadas. Otras tantas ingresan desde entonces hasta julio del mismo año. Durante al mes de agosto asistimos respecto de meses anteriores a un boom de afiliaciones. Sólo en la capital se inscriben casi 400 nuevas camaradas.
Este mismo autor califica de «triunfalistas» los datos aparecidos en el mes de noviembre de 1936 en el Diario Regional: 2.500 afiliadas en la capital vallisoletana y 8.000 en la provincia. Palomares Ibáñez, además, señala que la propia Mercedes Sanz-Bachiller, en el acto de bienvenida a Rosario Pereda, el 1 de septiembre de 1937, dijo que había 1.200 afiliadas. Contrasta sobremanera el dato que, en su diario personal, escribió Javier Martínez de Bedoya, la víspera del acto de bienvenida a Rosario Pereda, señalando que en esos momentos la cifra era de 12.000 afiliadas,54 dato sorprendentemente excesivo. Como puede verse, es difícil, por no decir imposible, determinar la cifra exacta de la afiliación a la Sección Femenina de Valladolid, aunque en lo que sí parece haber acuerdo es en un incremento notable de afiliadas desde finales de julio, especialmente en el mes de agosto, cosa explicable por la euforia falangista desatada durante las primeras semanas después de la sublevación militar.
Las actividades que desarrolló Mercedes en el desempeño de su cargo son difíciles de concretar por la ausencia de documentación de la propia Sección Femenina de Valladolid.55 Ha de suponerse que se centraron en llevar a buen término las órdenes de los jefes falangistas y las de la delegada nacional, Pilar Primo de Rivera, aunque su atención prioritaria fue Auxilio de Invierno. Palomares Ibáñez no duda cuando afirma que esta organización fue «la actividad que prioritariamente define su jefatura interina» y, de hecho, según este mismo autor,
en los últimos meses de 1936 y siguientes priman las noticias sobre el Auxilio de Invierno, cuestaciones, resultados y visitas a sus Comedores de Hedilla, Pilar Primo de Rivera, Nicolás Franco... Siendo esto verdad, también lo es que mientras ejerció las funciones de delegada (territorial/provincial) debió resolver las tensiones que en algunas provincias causó la unificación entre Margaritas y Falangistas.56
Delgado Bueno también resalta que «Durante los meses de septiembre y octubre Mercedes Sanz Bachiller no se comprometió excesivamente en la dirección de Sección Femenina, porque no estuvo presente en ninguno de los actos públicos de Falange vallisoletana en los que sí figuró su cuñado Andrés Redondo».57 Es más, para esta autora, Mercedes delegó en la jefa local, Carmina Martín, la representación oficial de la Sección Femenina en algunos actos.58
Añadido a todo ello, lo cierto es que, siendo ya jefa provincial de la Sección Femenina de Valladolid, Mercedes Sanz-Bachiller se encargaba de la recogida y confección de ropa para los soldados que estaban en el frente. Así lo recogió Mauricio Karl, seudónimo de Mauricio Carlavilla de la Vega, en un reportaje publicado en el Diario Regional59 apenas catorce días después de su nombramiento:
Visitaba el Cuartel General de Falange Española. Atravesaba patios y estancias. El recinto de la antigua Academia mostraba los tesoros de juventud, alegre y heroica, que encierra. Me honraba la compañía del jefe territorial, camarada Andrés Redondo [...] Llegamos a una habitación del piso bajo. Muchas mujeres trabajan en labores muy distintas [...] Una del grupo se adelanta. Tiene un block de notas en la mano [...] Oigo hablar de prendas de abrigo, de heridos, de medicinas, de hospitales [...] Hay en aquella mujer una irradiación que me conmueve. Y yo ignoro el motivo. Sus palabras fluyen sin acentos trágicos; son de una naturalidad perfecta. Las facciones, nobles y serenas, no denotan el menor rictus nervioso. Sólo los ojos, secos y brillantes, tienen un destello de tristeza infinita...
Salimos. Formo un concepto rápido. «Firmeza, misticismo, virtud», debe ser la trilogía de este carácter genuinamente español.
–¿Quien es? –pregunto inmediatamente.
–Es la esposa de Onésimo –me contestan con sencillez.
Quedo mudo de asombro. Sigue la visita, pero yo no me entero ya de nada. Mi atención ha quedado presa ante aquel asombro de estoicismo, encerrado en un débil cuerpo de mujer. [...] Mi pluma que quisiera desgranar una sonata heroica y sentimental sobre la frente de la ignorada heroína queda inmóvil, sintiéndose incapaz. Yo no podía imaginar un caso de fortaleza igual. Algo sobrenatural hay en esa mujer. Su dolor está domado dentro del pecho por un imperativo sobrehumano. Sólo el espíritu de su muerto, que vive en ella, es capaz del prodigio. [...] Mercedes, esposa del héroe, él entró ya por las puertas de la Gloria envuelto en púrpura de su sangre. Tú, recatada esposa, española ejemplar, estás unida a él en su inmortalidad...
Mauricio Karl, con su artículo, estaba contribuyendo a la construcción de una imagen de Mercedes Sanz-Bachiller como la de tantas mujeres falangistas que, en aquella coyuntura de guerra, hacían suyos los valores del servicio, el sacrificio, la abnegación y la disciplina, unos valores que compartían con sus camaradas falangistas varones. Este era el modo falangista de ser mujer, un modo que rompía con el modelo doméstico, del que Mercedes Sanz-Bachiller y otras muchas mujeres falangistas eran ejemplo.60
Así pues, parece claro que Mercedes se volcó en la recogida y elaboración de ropa para los soldados, al menos, durante las primeras semanas después de su nombramiento al frente de la Sección Femenina vallisoletana. También que no se dedicó a la organización femenina posteriormente, a partir de la fundación de Auxilio de Invierno. Sin embargo, ¿qué pudo motivar este desinterés por la Sección Femenina? Puede que, como apunta Delgado Bueno, se debiera a la provisionalidad del cargo. Puede que la respuesta la diera ella misma, años después, por boca de su segundo marido, Javier Martínez de Bedoya, cuando decía que no compartía el proyecto de las mujeres falangistas liderado por Pilar Primo de Rivera: «yo no siento esto de la Sección Femenina, esto de hacer política con las mujeres solas».61
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