Traslación, agresión y trasgresión. Juan José Calvo García de Leonardo

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Traslación, agresión y trasgresión - Juan José Calvo García de Leonardo BIBLIOTECA JAVIER COY D'ESTUDIS NORD-AMERICANS

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se presenta voluntario, como sí lo hiciera Hemingway. Aunque intentará escaquearse, alegando que está escribiendo una obra importante sobre la Segunda Guerra (lo que, a la larga, no dejará de ser cierto), es reclutado y alistado en el Ejército de Tierra y en el Arma de Caballería… como su sargento mejicano Martinez, como el teniente coronel (que no general) Custer o el teniente coronel Kilgore de Apocalypse Now (Coppola, 1979). Mailer aún verá menos acción que Hemingway. Alojado en las Islas Filipinas y trabajando en las cocinas a pesar de haber estudiado ingeniería aeronáutica en la elitista Harvard, The Naked and the Dead, este larguísimo y algo repetitivo relato (731 páginas en la primera edición de 1948) es, ante todo, labor de periodismo y una prolongada re-presentación de las relaciones de poder en la sociedad multinacional (anglo-sajones, suecos, italianos, polacos, mejicanos y judíos) y multiconfesional (protestantes, católicos y judíos, creyentes y no creyentes) del Crisol si bien no multirracial porque, aunque se hable con frecuencia de ellos (y sobre todo de ellas), en la sección no hay un solo soldado negro.

      La ficticia isla de Anopopei donde se desarrolla la acción es eso: una ficción. Se le ha querido buscar paralelismos a los episodios bélicos de novela con la lucha de seis meses por Guadalcanal (isla que guarda, con Anopopei, algún parecido ‘físico’) y hasta con las sangrientas consecuencias (3.983 bajas propias, 4.690 muertos japoneses) de las 76 horas que tardaron los infantes de marina en apoderarse del islote de Betio en el atolón de Tarawa. Pero, si ni siquiera el Waterloo de Les misérables de Victor Hugo o los Austerlitz y Borodinó de Война и мир (Guerra y Paz) de Lev Tolstoi son del todo reales (Victor Hugo tenía 13 años y aunque su padre sí fue general de Napoleón, no había participado en esa batalla; Tolstoi ni había nacido), mucho menos lo será Anopopei para un literato cuya experiencia de boots on the ground, prácticamente se limitó a una patrulla de reconocimiento en la isla filipina de Leyte. Cierto: que el lugar de la acción sea real o ficticio no importa, pero sí establece una clara diferencia con Hemingway.

      2.1.2. Contextos de los extractos

      2.1.2.1. Farewell to Arms

      Los dos primeros extractos provienen del capítulo 9 del Libro I. Preludian y marcan el temprano clímax de la experiencia personal del autor, de Ernst Hemingway, en la ‘Guerra Europea’, así como el también intempestivo punto de inflexión y nudo emocional en la vida del personaje, de Frederic Henry. El extracto n.º 1 (descriptivo y objetivo) nos re-presenta la llegada del autor/personaje y de sus ambulancias a la línea del frente (en la Fossalta del Piave véneta, cerca de los Alpes Cárnicos, para Hemingway) y familiariza al lector con el escenario de los combates. El extracto n.º 2 (expresivo y subjetivo) constituye el momento álgido en el que Henry/Hemingway cae herido por fuego (de mortero de trinchera en el caso de Henry, de ametralladora en el de Hemingway), pierde momentáneamente la conciencia ―viviendo lo que parece ser una ‘experiencia extra corporal’ (EFC) dentro de una ‘experiencia cercana a la muerte’ (ECM)― y vuelve en sí en el dugout destrozado, entre muertos y agonizantes. El extracto n.º 3 (persuasivo-humorístico y coloquial), perteneciente ya al Libro II, describe la visita del cirujano italiano Valentini y recalca sus requiebros indirectos, casi by proxy, hacia la enfermera Barkley. Estamos en la víspera de la intervención quirúrgica en el American Hospital de Milán que curará las heridas de Frederic Henry, habilitándolo para su reincorporación al frente y también para su ulterior deserción y huida, junto con la muchacha, a Suiza.

      2.1.2.1. The Naked and the Dead

      El extracto n.º 1 presenta el primer encuentro (si exceptuamos el desembarco y la toma de la cabeza de playa) de norteamericanos con japoneses, durante una escaramuza nocturna y en eso se asemeja, como en algunas reacciones, al segundo extracto de Hemingway. Lo protagonizan el sargento primero Sam Croft y, de modo secundario, el soldado Roy Gallagher, con quien comparte hoyo. Los miembros de la sección han llevado dos piezas de artillería hasta una posición avanzada en un valle y están siendo atacados por los japoneses.

      El tejano Croft es un cazador casi desde su infancia. Un cazador de ciervos como Robert de Niro en El cazador (The Deerhunter, Cimino, 1978) o como Bradley Cooper, El francotirador (American Sniper, Eastwood, 2014) del biopic del infante de marina Chris Kyle con quien, además, comparte el hecho de ser tejano y varios otros rasgos ‘biográficos’. Es uno de los villanos, como ya se ha dicho; le encanta matar,36 le fascina la guerra y anhela el combate. Un analista finisecular y postmoderno diría que es así por haber sufrido malos tratos en su infancia a manos de su padre (Part Two. Argil and mold. 5, the time machine: 124); pero eso no lo distingue de otros soldados de su sección y, en un país como los EE.UU.A., donde el castigo físico a los menores en el domicilio es legal sin excepciones y donde sigue siendo conforme a ley en las escuelas de 19 de sus 50 estados federados,37 el dato tiene tan poca relevancia que Mailer ni lo menciona como causa posible de su comportamiento, entre las siete que sí enumera (Part Three. Plant and phantom. 5, the time machine: 124). Además, lo que la ley española califica de ‘violencia de género’ y Pellegrini (1968: 489) encuadra como ‘algolagnia activa mimética’ junto con el castigo corporal a: menores, subordinados (empleados, militares) y dependientes, (criados), también se da en buena parte de los personajes.

      Al revés que Roy Gallagher, el camionero bostoniano irlandés, a quien el miedo incontrolable que le produce el ruido de los disparos y los estallidos de mortero lo mantiene acuclillado y le hace vociferar que se rinde (M-1, corte 19), Sam Croft está agazapado a la espera de devolver el fuego; y se comporta como los héroes en las películas: de pie, barriendo el terreno con la ametralladora, sin pensar en el peligro (If a man gets wounded it’s his own goddam fault Part Three. Plant and phantom. 5: 406); está en su ambiente y está disfrutando.

      Los extractos 2 y 3 se centran en en Woodrow Wilson, otro tejano rural, miembro de ese proletariado blanco sureño (poor white trash, como lo habría llamado Gallagher en Part Three, Plant and phantom. 5: 403), cuyo único asidero existencial, vital incluso, estriba en el hecho de que no son negros. Wilson es un gigantón, orgulloso de sus proezas sexuales y, en consecuencia, algo monotemático. El extracto n.º 2 es paralelo al también segundo de Hemingway, en tanto en cuanto reproduce las sensaciones físicas (ópticas sobre todo) y los pensamientos de un hombre que acaba de ser herido gravemente por arma de fuego. El extracto n.º 3 persigue la agonía de Wilson, antes de ser recogido por cuatro los suyos, y lo retrotrae, en medio de alucinaciones sensoriales de todo género (5 táctiles, 3 olfativas y 2 ópticas, aunque ninguna acústica —lo que resulta chocante en plena jungla) a ciertos recuerdos de su adolescencia, mezclados con sensaciones de lascivia (al sargento Brown que comanda la escuadra aún le confiará que, una vez operado, sobre tener dos ombligos sólo lo superaría tener dos carajos: On’y thing beat that would be two peters. (Part Three. Plant and phantom. 5: 423) mezclados con el dolor: tanto el que le produce la herida del estómago como el de una patología crónica derivada de una infección de gonorrea.

      2.1.3. Extractos: originales (TL1) y traducciones (TL2)

      2.1.3.1. Farewell to Arms y Adiós a las armas

      2.1.3.1.1. Hemingway 1 (H-1)

      2.1.3.1.1.1. TL1. Extracto n.º 1. (Book I. Chapter 9: 44 s.)

      The road was crowded and there were screens of corn-stalk and straw matting on both sides and matting over the top so that it was like the entrance at a circus or a native village. We drove slowly in this matting-covered tunnel and came out onto a bare cleared space where the railway station had been. The road here was below the level of the river bank and all along the side of the sunken road there were holes dug in the bank with infantry in them. The sun was going down and looking up along the bank as we drove I saw the Austrian observation balloons above the hills on the other side dark against the sunset. We parked the cars beyond a brickyard. The ovens and some deep holes had been equipped as dressing stations. There were three doctors that I knew. I talked

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