Una historia del movimiento negro estadounidense en la era post derechos civiles (1968-1988). Valeria L. Carbone
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UNA HISTORIA DEL MOVIMIENTO NEGRO ESTADOUNIDENSE EN LA ERA POST DERECHOS CIVILES (1968-1988)
BIBLIOTECA JAVIER COY D’ESTUDIS NORD-AMERICANS
http://puv.uv.es/biblioteca-javier-coy-destudis-nord-americans.html http://bibliotecajaviercoy.com
DIRECTORAS
Carme Manuel
(Universitat de València)
Elena Ortells
(Universitat Jaume I, Castelló)
UNA HISTORIA DEL MOVIMIENTO NEGRO ESTADOUNIDENSE EN LA ERA POST DERECHOS CIVILES (1968-1988)
Valeria L. Carbone
Biblioteca Javier Coy d’estudis nord-americans
Universitat de València
Valeria L. Carbone
Una historia del movimiento negro estadounidense
en la era post derechos civiles (1968-1988)
1ª edición de 2020
Reservados todos los derechos
Prohibida su reproducción total o parcial
ISBN: 978-84-9134-584-8
Ilustración de la cubierta: Sophia de Vera Höltz
Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera
Publicacions de la Universitat de València
Edición digital
Dedicado a Aquellos que se negaron a someterse docilmente a la coaccion, a los insumisos.
Tzvetan Todorov
Índice
Racismo y Raza ¿el motor de la historia de los Estados Unidos?
CAPÍTULO 2 Sólo escucha lo que los Panteras están diciendo
CAPÍTULO 3 El Movimiento negro en Mississippi y la United League
Mensaje desde las bases: el movimiento continúa
Agradecimientos
De alguna manera, esta obra fue posible gracias al apoyo de personas e instituciones que contribuyeron a que este proyecto, que se inició hace muchos años ya, se hiciera realidad.
Le debo mucho a María Graciela Abarca, quien aceptó acompañarme sabiendo que sería un largo camino. Su paciente lectura y devoluciones de los avances del manuscrito en todas y cada una de sus instancias, su guía, consejos, recomendaciones, palabras de aliento y un oído siempre atento, hicieron que el recorrido fuese más fácil de transitar.
A Pablo A. Pozzi, un referente y mentor hacia quien profeso una gran admiración, le agradezco su enorme colaboración, comentando cada capítulo, y sugiriendo ideas y líneas de investigación para profundizar el debate y lo plasmado en el escrito. Es un referente que, con el ejemplo de su rigurosa labor intelectual, me instó a mejorar, y sin cuyo incentivo probablemente no me hubiera embarcado en la escritura de esta obra.
A Thomas Sugrue, le estoy muy agradecida porque, en el marco de un corto viaje a Buenos Aires, escuchó mis primigenias inquietudes, se interesó por mi trabajo y me ofreció comentarios que implicaron un punto de inflexión en este largo proceso de investigación. Su desinteresada predisposición permitió que las discusiones continuaran en la Universidad de Pennsylvania, durante una investigación que no hubiera sido posible sin su aval y apadrinamiento. A Dorothy Roberts le agradezco la enorme predisposición y las discusiones compartidas en su institución. A Caroline Hunter, cuya enorme generosidad y valioso testimonio resultó un aporte vital y de cuya historia de vida aprendí más de lo que las referencias aquí plasmadas pueden reflejar.
No puedo no mencionar el apoyo recibido de parte del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, Argentina), institución gracias a la cual pude dedicarme con exclusividad a la tarea de desarrollar este proyecto; y a la Comisión Fulbright Argentina y al Ministerio de Educación de la Nación, quienes me otorgaron un estímulo para realizar una instancia de investigación de vital importancia para la finalización del trabajo de campo, el relevamiento documental y bibliográfico en archivos de los Estados Unidos, sin el cual, el resultado de este proceso no hubiera sido el mismo.
A mis colegas de la Cátedra de Historia de Estados Unidos de América de la Universidad de Buenos Aires, grandes compañeros, de quienes aprendo cotidianamente a investigar y a enseñar. Gracias por compartir inquietudes e instancias de trabajo y discusión, y por ofrecerme un apoyo constante y aliento permanente.
El transitar de esta obra fue compartido con muchos amigos, aquellos que saben qué es este mundo y su dinámica, y aquellos que no terminan de entenderlo, pero no por ello dejan de intentarlo. Entre ellos, tengo impagables deudas y un agradecimiento infinito a Katherine Fennell y a su familia – a quien un poco considero la mía. No tengo palabras para retribuirle a ella y a sus padres, Barbara y Steve, su inagotable hospitalidad, generosidad, cariño, comprensión y compañía.
Por último, pero no por ello menos importante,