Una historia del movimiento negro estadounidense en la era post derechos civiles (1968-1988). Valeria L. Carbone
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52 Karen E. Fields y Barbara J. Fields, Racecraft: The Souls of Inequality in American Life (New York: Verso, 2014), 17.
53 Fue durante la guerra de independencia cuando la concepción predominante de “libertad” se centró en el derecho de una comunidad a ejercer su propia autodeterminación política. En el siglo XIX, la democracia política (definida hasta después de la guerra civil como el sufragio universal para los hombres de raza blanca) adquirió categoría de referencia central para entender el significado de la libertad, y fue a través del lenguaje de la libertad que los grupos excluidos reclamaron el derecho al voto. Esta premisa nos permitirá comprender los objetivos y demandas primarios de los afro-estadounidenses durante la primera mitad del siglo XX. Eric Foner, La historia de la libertad en Estados Unidos (Barcelona: Península, 2009), 36.
54 Barbara J. Fields, “Of Rogues and Geldings”, en Karen E. Fields y Barbara J. Fields, Racecraft, 95-109.
55 Alexander Saxton, The Rise and Fall of the White Republic: Class Politics and Mass Culture in Nineteenth Century America (London: Verso, 1990), 1-6.
56 Jonathan Marks, en “What it means to be 98% Chimpanzee”, 68, en Dorothy Roberts, Fatal Invention, op. cit.,
57 Robert H. Zieger, For Jobs and Freedom: Race and Labor in America since 1865 (USA: The University Press of Kentucky, 2007), 2.
58 Michael Omi, “The changing meaning of Race”, en Neil J. Smelser, William Julius Wilson y Faith Mitchell (eds.), America Becoming: Racial Trends and Their Consequences, Vol. 1 (Washington D.C.: National Academy Press, 2001), 251.
59 Stokely Carmichael y Charles V. Hamilton, Black Power: The Politics of Liberation in America (New York: Vintage Books, 1967), 3-4.
60 Para esta definición, tomamos como referencia a los sociólogos Francis Fox Piven y Richard Cloward, y al historiador Thomas Sugrue. Los dos primeros afirman: “in each period ascendant elites employed the powers of the national and local governments to enforce the subjugation of blacks. The entire apparatus of government – its legislatures, its judiciaries, its executive’s branches – has been mobilized to perpetuate cast arrangements in the South and segregation and discrimination in the North”. Por su parte, Sugrue entiende la raza en tanto construcción política que permitió asignar a un segmento de la población (y privar a otro) del poder político, los recursos económicos y los derechos ciudadanos. Francis Fox Piven y Richard Cloward, op. cit., 184-185. Thomas Sugrue, Sweet Land of Liberty: The Forgotten Struggle for Civil Rights in the North (New York: Random House Trade Paperback, 2009), xxiii.
61 Manning Marable, Race, Reform and Rebellion: The Second Reconstruction in Black America, 1945-1990 (Jackson & London: University Press of Mississippi, 1991), 4.
62 Manning Marable, The Great Wells of Democracy (New York: Perseus Book Group, 2002), 3.
63 Michael Omi, “The changing meaning of race”, op. Cit., 244.
64 Manning Marable, “The racial contours of the Constitution”, op. cit., 3-4. Otros autores comparten el enfoque de la revolución estadounidense como un proceso protagonizado por los sectores populares, y cuestionan los postulados de la historiografía tradicional que la entiende como una revolución de la elite de la colonia. Peter Linebaugh y Marcus Rediker refieren a la revolución como una “experiencia proletaria” conducida por una “cuadrilla variopinta” (multiétnica) cuyos intereses de clase se vieron desplazados por la elite política y económica que llevó adelante una “contrarrevolución”. Howard Zinn concuerda, y refiere a las numerosas revueltas populares para derrocar a los “abusivos” gobiernos coloniales, las rebeliones de negros en las plantaciones, los levantamientos contra la recaudación de impuestos y el reclutamiento forzoso para la milicia. Jesse Lemisch cita las revueltas de esclavos de 1776, las huelgas de jornaleros blancos, y en particular, la oposición popular a la Ley del Timbre (1765). Si bien la elite colonial se sumó a los tumultos con la estrategia del boicot, Lemisch considera que los sectores populares no fueron manipulados (como interpretaron no sólo los ingleses de la época sino la historiografía), sino que la “revolución de los de abajo” fue un acto de oposición tanto al poder real y como al colonial. Peter Linebaugh y Markus Rediker, La hidra de la revolución. Marineros, esclavos y campesinos en la historia oculta del Atlántico (Barcelona: Crítica, 2005), 271. Howard Zinn, A People's History of the United States: 1492-Present (USA: Harper Perennial Modern Classics, 2005). Jesse Lemisch, “La revolución americana vista desde el fondo”, en B. J. Bernstein, op. cit., 15-56.
65 Es importante aclarar que el artículo 1, sección 2 de la Constitución refería a “hombres libres” (ya fuesen afrodescendientes o de ascendencia europea) y a “otros hombres” (como sinónimo de esclavos). Si bien la referencia es implícita, el documento no refiere a “blancos” o “negros”, siquiera a esclavos. El tema era determinar si los propietarios de esclavos tenían ventaja sobre los ciudadanos que no tenían esclavos. Los delegados que se oponían a la esclavitud habían propuesto que sólo contaran (para el pago de impuestos y proporcionalidad en términos electorales) los habitantes libres de cada estado. Los delegados esclavistas, por su parte, abogaron por considerar a “otros hombres” en su totalidad, dándoles la ventaja de una mayor representación (establecida en base a la cantidad de habitantes). El Compromiso de los 3/5 redujo el poder de los estados esclavistas en relación a su propuesta original en términos de representación electoral, pero las aumentó en relación a la propuesta de los estados del norte. Asimismo, les dio una ventaja a los estados libres en cuestión tributaria, ya que estableció un acuerdo mayor a los 0/5 que los esclavistas hubiesen preferido en este punto. Manning Marable, “The Racial Contours of the Constitution”, op. cit., 8-9.
66 En los Estados Unidos, el racismo se dirigió también contra otros grupos “no-blancos”. Se sancionaron leyes que limitaron y luego prohibieron la inmigración de trabajadores chinos y japoneses; se cuestionó por motivos de raza la conveniencia de la inmigración del sur y este de Europa, se sancionó la primera ley anti-mestizaje (1905) que prohibió las uniones entre “caucásicos” y “mongólicos” (un término lo suficientemente vago como para englobar genéricamente a inmigrantes provenientes de Asia), y en la década de 1920 se aprobaron leyes inmigratorias que establecieron un sistema de cuotas basado, en parte, en creencias acerca de las características innatas de diversas poblaciones. Asimismo, se aprobaron leyes que prohibían a los chicanos (mexicanoestadounidenses) asistir a escuelas blancas, acceder a determinados puestos de trabajo e incluso poseer tierras.
67 Sam Erman, “An unintended consequence: Dred Scott reinterpreted”, en Michigan Law Review (106), Abr 2008, 1160-1161, Van Pelt Library, UPENN.