Chile - Suecia 200 años de amistad. Varios autores

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Chile - Suecia 200 años de amistad - Varios autores

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aves fabrican una especie de trampa con huesos de ballena”.

      Foto del libro “Från Eldslandet” de Otto Nordenskjöld del Museo de Cultura Universal de Gotemburgo.

      Terminando el capítulo 6, Otto resume:

      “Así es este pueblo: de cuerpo sano, una raza rebosante de salud, un pueblo acostumbrado a los mayores obstáculos, esfuerzos, peligros y dificultades, pero que, en contacto directo con los hombres de cultura, no pueden resistir la lucha por subsistir, ni siquiera por una sola generación. Aman a su familia y a su tierra natal; son valientes y sacrificados, pero también son crueles y vengativos; aún en el peor momento de angustia, mantienen su alegría y su buen humor. Nadie les puede culpar de que odien a los hombres blancos, ya que ellos los han privado de sus tierras, los han asesinado a tiros - muchas veces a pesar de acercarse sin las más mínimas malas intenciones -, los han explotado como esclavos, los hacen trabajar sin paga y sin esperanzas de obtener su libertad, y más encima, sometidos a todo tipo de tratos duros.

      Sin lugar a duda hay muchas personas a los que les importan los indios. A muchos de los niños indígenas, por ejemplo, los cuidan bastante bien y podrían convertirse en buenos ciudadanos. Pero la mayoría de los que tienen compasión por los Onas se encuentran en el centro de la disputa y no pueden, no se atreven, a mostrar sus sentimientos en estos tiempos turbulentos. Por mi parte, creo que lo mejor sería que los misioneros los ampararan en la medida de lo posible. Pese a todas las fallas en su sistema de educación, ellos son, en las condiciones actuales, los únicos amigos y protectores de los indios, pues ya no se puede pensar en obtener una porción de tierra a su nombre en la que puedan vivir libremente. He considerado mi deber, mientras estuve en América del Sur, enfatizar la conveniencia en discursos y por escrito, al presidente y el gobierno de la República; a los misioneros, estancieros y gobernadores; a los periódicos y revistas, que los misioneros tengan la mayor libertad en su trabajo, y al mismo tiempo también la ayuda del estado y su control. Entre todas las propuestas viables que han sido expuestas para la solución del asunto indígena, esta es probablemente la mejor, y sólo puedo esperar que el nuevo gobierno de Chile continúe por tal camino”.

      A la Isla Juan Fernández

      y el fin del mundo

      Por Carl Johan Skottsberg

      Botánico, artista y explorador sueco (1880-1963) con varias expediciones de investigación, entre otras a Tierra del Fuego y a la Isla Juan Fernández (1907-1909) y a Juan Fernández y Rapa Nui en 1916. Miembro de la Academia Real Sueca de Ciencias. Se cree que fue el último en ver el árbol Santalum Fernandezianum vivo cuando visitó las Islas Juan Fernández en 1908.

      Extractos del libro

      “Las Islas de Juan Fernández se encuentran al Este y algo al Sur de Valparaíso. Lo más cercano, y que se corresponde con su nombre, son las islas Más a Tierra y que normalmente no se las vincula a las islas de Juan Fernández -aunque debiera serlo- y que se encuentran a 360 millas náuticas del continente; es decir, a la misma distancia que hay entre las Islas Faroe y Bergen. Su largo es de 22 km y su ancho máximo es de 6.5 km. Más al sureste del cabo está la isla Santa Clara. 92 millas náuticas más hacia el Este de las islas Más a Tierra se encuentran las islas Más Afuera. Más a Tierra es montañosa y su largo no es más que la franja costera en torno a la bahía Cumberland en donde haríamos nuestra entrada”...

      “Permítasenos echar una mirada al entorno. La barraca, donde vivimos, en un horrible armatoste, pero que alberga un conjunto de pequeñas casas que se extienden hasta las laderas y se mezclan con la vegetación. La mayoría de la gente se junta en un par de calles cercanas al fuerte. Desconocidos árboles, álamos y eucaliptus, pinos y cipreses, dan sombra a los jardines en donde existen árboles de duraznos, higueras y hermosas flores. En una pequeña loma, que el agua misteriosamente ha dejado incólume, se ve una todapoderosa capilla. Ahí vive el pastor, un viejo portugués. Hacía tiempo que vivía en esta isla de ensueño cuando le vino una nostalgia por su tierra natal. Pero un buen día volvió, limpió las abigarradas imágenes que las mujeres de los pescadores respetaban mucho, y el alma volvió a la isla”…

      “Permítasenos, también, echar una mirada a las casas de la colonia. Las casas de la gente pobre no las encuentren, tal vez, tan atrayentes como las casas rojas suecas con sus blancas esquinas. ¡Pero tampoco hay tal belleza en las casas suecas! Flores y plantas dan un descuidado resplandor; niños que juegan entre arbustos; perros, gallinas y chanchos haciéndose espacio en el empedrado. ¿Empedrado? Sí, alguna vez estuvo aquí la ciudad de San Juan Bautista y entre la arboleda de higueras y de arbustos de palqui se esconden fragmentos de muros de piedra y adobe”…

      “En torno a la colonia y bien adentro en el valle, con las pendientes lamentablemente desnudas y sólo quebradas, permanecen uno que otro helechos de los tiempos lluviosos. En el tramo final del verano hay mucha vida en las laderas. En ellas hay arbustos llenos de bayas moradas. Es la temporada de las murtillas, un equivalente a nuestro lingonberry de Småland. La murtilla es proveniente del sur de Chile que se adapta muy bien aquí, al igual que otras malezas. Son muy sabrosas y mi esposa hizo mermelada de ellas para provecho nuestro”…

      “Encuentro bastante natural que nuestra primera expedición sea Portezuelo. En realidad no es la primera vez que alguien que haya estado ahí no haya entregado sus impresiones. Y quien haya estado ahí no podrá sino que reconocer, de una manera rutinaria, que es el mejor lugar de Robinson. Ningún otro lugar puede competir con este para, de una manera cómoda y amplia, poder admirar y conocer la admirable vegetación. Es un lugar muy especial. En una veintena de veces he estado allí y siempre me ha sido muy difícil salir de él. Hasta mi muerte estaré echándolo de menos.”…

      “¿El primer bosque? ¿Es éste el bosque alabado tanto por Juan Fernández, por Anson, por Serkilt y otros? No, éste es un bosque no muy planificado, generado por las personas. No hay senderos, de difícil acceso y muy tupido por millones de raíces y ramas. Está el invasor, el maqui, que proviene del sur de Chile. Bajo su corona existe sólo oscuridad”.

      A la Isla Juan Fernández

      y el fin del mundo

      El Premio Nobel de

      Gabriela Mistal

      Por José Goñi Carrasco

      Ex embajador de Chile en Suecia en dos períodos (1997-2000 y 2014-2018), en Italia, México y EE.UU; ex ministro de Defensa Nacional. Economista y escritor.

      Entre los hitos en la relación bilateral entre Suecia y Chile, la premiación de Gabriela Mistral y Pablo Neruda son, sin duda, momentos culminantes. Sin embargo, ambas circunstancias no han sido debidamente investigadas y se conoce poco de lo que ocurrió en aquellos años en la Academia Sueca y en relación al proceso de otorgamiento de los respectivos Premios Nobel.

      Cuando el 15 de noviembre de 1945 Gabriela Mistral se enteró por medio de un programa de noticias en una radio brasileña

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