Derechos humanos. Andrew Clapham
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AGRADECIMIENTOS
Me gustaría agradecer a todos aquellos en Oxford University Press que trabajaron para hacer realidad este proyecto. Agradecemos especialmente a Emma Ma, Andrea Keegan, Jenny Nugee, Mohana Annamalai, Joy Mellor, Ruby Constable y Sophie Basilevitch, así como a los revisores anónimos quienes con sus comentarios útiles mejoraron el texto.
Aquí, en el Instituto de Altos Estudios Internacionales y de Desarrollo en Ginebra, y en la Academia de Derecho Internacional Humanitario y Derechos Humanos de Ginebra, he tenido la suerte de contar con excelentes estudiantes graduados, quienes me hacían preguntas difíciles y me mantenían siempre alerta. Me gustaría agradecer a Oana Ichim por su ayuda en los casos. Además, estoy muy agradecido por el minucioso trabajo realizado por Ilia Siatitsa tanto en el texto como en la preparación de los documentos publicados en el sitio web complementario.
Por último, permítanme expresar mi gratitud a dos personas de mi familia: mi madre, Margaret Clapham, quien además de ofrecer un servicio de recortes de prensa sin igual, nutrió el proyecto, y mi esposa, Mona Rishmawi, cuya labor por los derechos humanos es un recordatorio diario de que la historia de estos derechos no solo se remonta a textos anteriores, sino que también se trata de luchas cotidianas frente a la discriminación, la opresión y la brutalidad.
Andrew Clapham
Instituto de Altos Estudios Internacionales y de Desarrollo, Ginebra
CAPÍTULO 1
INTRODUCCIÓN A LOS DERECHOS
En la actualidad, no suele transcurrir mucho tiempo antes de que un problema se exprese como un problema de derechos humanos. Este libro analiza de dónde proviene el concepto de derechos humanos y cómo el movimiento de los derechos humanos ha desarrollado un conjunto de obligaciones que se aplican en todo el mundo. Consideraremos la trayectoria de la idea de los derechos humanos y el papel que juegan los derechos humanos (y que podrían venir a jugar) en nuestro mundo.
Actualmente, las personas ven los derechos humanos de diferentes maneras. Para algunos, la invocación de los derechos humanos es una demanda sincera y moralmente justificada para rectificar todo tipo de injusticias; para otros, no es más que un eslogan que debe tratarse con sospecha o incluso con hostilidad. Los abogados a veces consideran que los derechos humanos representan casi un término especializado, representando solo aquellas reclamaciones que han sido o pueden ser defendidas como derechos legales por un tribunal nacional o internacional. Sin embargo, la aplicación de la ley de los derechos humanos en los tribunales casi siempre es impugnada, y ambas partes de la disputa exigen que la ley de derechos humanos se aplique a su favor. La ley de los derechos humanos es especial y popular, ya que a menudo sugiere que otra ley es inadecuada o se aplica de manera injusta. El lenguaje de los derechos humanos se usa para criticar, defender y modificar todo tipo de comportamientos. Los derechos humanos tienen un origen de lucha distinguida contra la opresión y la promesa de un futuro más justo. Jugar la “tarjeta de derechos humanos” puede ser persuasivo, a veces incluso concluyente, en la toma de decisiones contemporáneas. Este es uno de los aspectos que hace que la fuerza moral de los derechos humanos sea tan atractiva: los derechos humanos ayudan a ganar argumentos y, a veces, a cambiar la forma en que se hacen las cosas.
El concepto de una “cultura de derechos humanos” también significa cosas diferentes para distintas personas. Para algunos, significa asegurar que todos seamos tratados con respeto por nuestra dignidad inherente y nuestro valor humano. Para otros, significa que los jueces, la policía y los funcionarios de inmigración deben proteger los intereses de los terroristas, delincuentes y migrantes a costa de la seguridad de la población (véase la Figura 1). Esta tensión ha llegado a un punto crítico en algunos países, incluido el Reino Unido, donde los periódicos populares ridiculizan la aplicación de la legislación de los derechos humanos (véase el Recuadro 1) y hacen campaña contra el papel de los “jueces extranjeros”.
Figura 1. Titular del The Sunday Telegraph, del 14 de mayo de 2006, que califica la Ley de Derechos Humanos como “el refugio de terroristas y canallas”.
A veces, las protecciones de los derechos humanos pueden parecer antimayoritarias. ¿Por qué los jueces o los organismos internacionales pueden determinar qué es lo mejor para una sociedad, especialmente cuando sus representantes elegidos democráticamente han decidido otro camino? El punto es que los derechos humanos pueden servir para proteger a las personas de la “tiranía de la mayoría”.
Recuadro 1. Los derechos humanos y la reacción de los británicos.
“Debemos tomar el poder de los jueces de la Unión Europea y devolver la frase Derechos Humanos a lo que realmente debería ser: un símbolo de la lucha contra la opresión y la brutalidad” dijo el diputado Chris Grayling en el Daily Mail (2014). “Que los presos reciban tratamientos de inseminación artificial para proteger sus derechos de familia, voten en nuestras cárceles, no sean sentenciados a condenas de por vida por los asesinos más brutales, no sean deportados cuando son terroristas, son algunas de las decisiones que ha tomado el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. De hecho, estuvimos a un voto de vernos obligados a permitir la publicidad política al estilo estadounidense en la televisión.
Estos no son los grandes principios de los derechos humanos. Son decisiones tomadas por un tribunal, compuesto por personas que no están legalmente calificadas, que consideran que la Convención Europea original es un ‘instrumento vivo’, que se puede reescribir a medida que pasan los años. Todas estas decisiones deben pasar por nuestro parlamento y no por los tribunales. Pero en este momento no lo son. En términos simples, nosotros no suscribimos a esto. Por lo que el próximo gobierno conservador resolverá esto de una vez por todas.
No nos alejaremos de los principios de los derechos humanos, pero diremos muy claramente que somos una nación soberana, que defiende lo mejor de los derechos humanos, y que nuestro parlamento debe ser el que tome las decisiones sobre nuestra nación”.
Susan Marks (2014), Reacción: La guerra no declarada contra los derechos humanos. “Existe el mismo tipo de ataque reactivo que Faludi describió en su relato sobre la reacción violenta contra los derechos de las mujeres en Estados Unidos. Son los logros (igualmente limitados) del movimiento de los derechos humanos los que ahora se van a revertir. Existe el mismo patrón por el cual, en nuestro caso, se culpa a los derechos humanos por producir la misma condición que pretenden remediar, es decir, sometimiento, inseguridad y falta de libertad. Existe el mismo sentido de ‘guerra no declarada’ o encubierta. Tal como lo indican, estos críticos no quieren destruir los derechos humanos, por el contrario, son los verdaderos defensores de los derechos humanos y las libertades fundamentales, ante el abuso de un movimiento de los derechos humanos que se inclina por la inflación conceptual y el alcance institucional”.
Sin embargo, el derecho de los derechos humanos no debe verse como un simple dispositivo para frustrar los deseos de la mayoría, ya que, con la excepción de la prohibición absoluta de la tortura, permite, de hecho, que las necesidades de seguridad y los derechos de otros se tengan en consideración en una sociedad democrática. No hay una respuesta fácil a esta interrogante que pregunta por qué los jueces deberían tener derecho a defender los derechos humanos frente a las decisiones democráticas. Las diferentes sociedades elegirán acuerdos distintos, algunas pondrán más poder en las manos de los jueces que otras. Estos acuerdos pueden cambiar con el tiempo; no hay un equilibrio perfecto, no hay un juez perfecto. A veces, algunos jueces pueden ser vistos como capaces de frenar a un gobierno que pisotea injustificadamente los derechos humanos, mientras que