¡Viva Cataluña española!. José Fernando Mota Muñoz
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A mediados de julio también se inicia la organización del PNE en Sabadell. «El enrolamiento de adeptos [...] es a base de momento de excombatientes de las campañas de África».38 Uno de los que se acercan al albiñanismo en Sabadell tiene este perfil; se trata del comandante retirado Carlos López Manduley, y pronto se convertirá en el nuevo líder.
El 16 de julio se realiza en Madrid la asamblea nacional del PNE, que aclama a José María Albiñana como jefe supremo. En su discurso fustiga a «los restos putrefactos de los partidos sin contenido y sin hombres, porque todos desaparecieron con Primo de Rivera» y afirma «que los legionarios no colaboraron con la pasada dictadura, pero que impondrán la próxima». Aprovecha para declararse «amante de Cataluña» y presumir de sus amigos barceloneses, «los diez mil afiliados de la Peña Ibérica de Barcelona, capaces de tomar la ciudad en 24 horas». La Peña Ibérica no llegaba al centenar de militantes.
Los albiñanistas barceloneses no descuidan sus relaciones con otros monárquicos. El 3 de agosto, miembros de la Peña Ibérica, en representación del PNE, asisten al mitin de la UMN en el Cine Reina Victoria que sirve de presentación en Barcelona del partido monárquico. Para ello han llegado personalidades de Madrid, como el conde de Guadalhorce, jefe del partido, o José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador. José Antonio no regresará a Madrid hasta dos días después. En la estación lo despedirán, con vítores y aplausos, la dirección de la UMN catalana, miembros de la Juventud Monárquica e ibéricos.
Los ibéricos, presentados ahora por la prensa como Legionarios de España, no olvidan su faceta más bronca. El 6 de septiembre de 1930 está anunciada la conferencia «El cas del Centre de Dependents», de Frederic Roda Ventura, miembro de la Lliga y secretario del Colegio de Abogados, en el local de la Joventut de la Lliga Regionalista en Gracia. El tema del CADCI se había ido envenenando. En 1926 los del Libre se habían hecho, gracias al apoyo del ministro Martínez Anido, con la dirección de esta entidad sindical de orientación catalanista. La junta usurpadora había sido nombrada a dedo saltándose los estatutos de la entidad. En ella estaban algunos ibéricos como Fernando Ors o Gaspar de la Peña. Para mantenerse en el poder, los libreños recurrieron a pucherazos en elecciones y a peleas y tiros en las asambleas. Los del Libre «españolizaron» el CADCI. La recuperación de la entidad se convirtió en objetivo del catalanismo y las fuerzas democráticas durante la «Dictablanda». Este acto, en el que se denuncia la ilegalidad en la que vive la entidad, forma parte de esa campaña. Entre el público se encuentran algunos ibéricos. No les gusta lo que oyen, gritan un provocador ¡Viva Martínez Anido! e interrumpen al orador. La conferencia acaba a silletazos. Tres ibéricos son detenidos. El CADCI no será devuelto a sus legítimos socios hasta febrero de 1931.39
En noviembre de 1930 la Peña Ibérica inaugura su nuevo local en el segundo segunda de la plaza Universidad número 1. Se sitúan, así, «en el mismo enclave de comunicaciones urbanas, en el mismo centro de Barcelona, donde los universitarios hacen su formación» y allí hacen «que ondee la bandera española». Para celebrarlo organizan una serie de charlas. Del ciclo programado destaca la conferencia pronunciada por Ramón López de Jorge, que lleva por título «Orientación nacionalista». En ella define a la Peña Ibérica como nacionalista, «fue formada por los que quizás, sin darse exacta cuenta de lo que el nacionalismo en sí significaba, lo sentían, quedando cristalizado en los estatutos de la entidad». Destaca que la
novedad en la política española la constituye el Partido Nacionalista Español que tiene muchos puntos de contacto con la Peña Ibérica, pero que no está identificado con ella. Peña Ibérica le interesa concretar en un programa sus ideales nacionalistas y ver cuáles son los partidos o grupos que aceptan el mismo programa. [...] Consiste la verdadera fuerza de Peña Ibérica en la íntima compenetración y hermandad entre sus componentes, que no sienten ambiciones personales de clase alguna; y así, es necesario que quienes se unan a Peña Ibérica lo hagan con el mismo espíritu de abnegación y sacrificio qué anima a los actuales componentes.40
En esta conferencia se hacen públicas, por primera vez, las discrepancias que están surgiendo entre ibéricos y albiñanistas. No todo ha ido como se esperaba. Los nuevos militantes que se acercan al PNE barcelonés no son jóvenes nacionalistas dispuestos a pelear por España, no casan con las ganas de acción de la Peña Ibérica. La mayoría son veteranos militares y acomodados profesionales, provenientes de la Unión Patriótica, que no quieren saber nada de peleas callejeras. Los ibéricos más antiguos creen que se están repitiendo las circunstancias que los llevaron a romper en su día con el carlismo, la oposición de casino, el abandono de la acción directa. Tampoco son entusiastas del discurso reaccionario que despliega el PNE, con su lema «Religión, Patria y Monarquía». Creen que el albiñanismo se está convirtiendo en un remedo de la Unión Patriótica. En el discurso de la Peña Ibérica, la religión y la monarquía han dejado de tener un papel central. Solo su ultraespañolismo y el elogio de la violencia los unen, el resto los separa.
Los ibéricos siguen cultivando sus relaciones con el españolismo barcelonés. En diciembre participan en un mitin de afirmación nacional, junto a otras entidades españolistas. Ese mismo mes, ante la sublevación republicana de Jaca, acuden a Capitanía General, junto con miembros del Libre, para ofrecerse a los militares. No los necesitan, la sublevación fracasa. En fin de año reciben la visita en su local de una delegación de la UMN; con ellos comparten la llegada del año nuevo, que celebran haciendo «flamear por vez primera en el balcón social el sacro santo emblema de la Patria. A las doce de la noche quedó izada la bandera española a los acordes de la Marcha Real y al sonoro grito de ¡Viva España!».41 En estos actos toman contacto con otros españolistas, tan reaccionarios como los albiñanistas, pero al menos más dispuestos al combate. Inician su alejamiento del PNE y la aproximación a ellos.
Como veremos, tras la ruptura con los ibéricos, el PNE prácticamente dejó de tener vida pública en Barcelona al menos hasta 1933. En cambio, la Peña Ibérica se embarcó en un nuevo proyecto, breve, pero ruidoso, el Comité de Acción Española. Allí confluyó con personalidades españolistas de Barcelona y con los mellistas del Círculo Católico Tradicionalista, con los que ya habían participado en octubre de 1930 en un acto conjunto en conmemoración de la Fiesta de la Raza. Hablaremos más a fondo de este acto, pero antes conozcamos a los mellistas.
TRADICIÓN, CATOLICISMO, PATRIA, MONARQUÍA: LOS MELLISTAS42
Unos doscientos comensales llenan el 7 de junio de 1921 el salón de actos del Hotel Majestic para escuchar a Juan Vázquez de Mella. Este concluye su intervención así: «Gracias a todos desde el fondo de mi corazón, y, para expresaros mi sincera gratitud, dos vivas que resumen mi pensamiento: ¡Viva la Religión! ¡Viva Cataluña!». Los asistentes aplauden y le contestan con más vivas a la religión, Cataluña y España. Desde la mesa presidencial el político saluda. Detrás de él una enorme bandera española. Está acompañado de la Junta Regional Tradicionalista de Cataluña, sus correligionarios en su nueva aventura política.
Juan Vázquez de Mella lleva ya tres días en Barcelona. Ha pronunciado un mitin en el Teatro Goya y tiene otro programado en el Centro del Ejército y la Armada. Ha venido de gira propagandística para defender su programa político. Su proyecto ha dividido a los carlistas. Ha roto con el pretendiente don Jaime