La democracia a prueba. Ciro Murayama

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу La democracia a prueba - Ciro Murayama страница 11

Автор:
Серия:
Издательство:
La democracia a prueba - Ciro Murayama

Скачать книгу

del Congreso de la Unión, lo que les posibilita aprobar leyes sin tener que convencer a las bancadas de la oposición, como sí tuvieron que hacer Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Pero lo que los electores no dieron a la coalición electoral de López Obrador en 2018 fue la posibilidad de cambiar la Constitución.

      He ahí uno de los contrapesos últimos e importantes desde la representación popular y la expresión del pacto federal a un presidente que obtuvo la mayoría de los sufragios, pero cuyo triunfo no desterró la pluralidad política de la sociedad mexicana. En la Cámara de Diputados una reforma constitucional requiere al menos dos terceras partes de los votos (334 de 500) y lo mismo ocurre en el Senado (86 legisladores de 128). Dependerá de la cohesión de las bancadas de los partidos de oposición el que, en efecto, los cambios a la ley fundamental sean producto de grandes acuerdos políticos, como debe ser en democracia, y no sólo de la voluntad del gobernante en turno y sus seguidores.

      La democracia no es nada más el gobierno de las mayorías, es también, necesariamente, el respeto a las minorías y el control del poder.

      ALTERNANCIA EN LOS GOBIERNOS LOCALES: DECIDE EL VOTO, NO EL PRESIDENTE

      Veamos el cambio político en la esfera de las gubernaturas. Si se toma en cuenta un ciclo largo de elecciones, del inicio de la competitividad electoral de fines de los años ochenta al término de la segunda década del siglo XXI, se verá que estos tres decenios han estado marcados por el incremento de los fenómenos de alternancia, sobre todo en el breve cuatrienio 2015-2018 (gráfica 1). En los últimos años hubo el doble de probabilidades de triunfo de un partido de oposición en elecciones para una gubernatura que de la ratificación en el cargo del partido en el gobierno.

       Gráfica 1. Alternancia en gubernaturas, 1987-2018

      Fuente: Elaboración propia con base en cómputos realizados por autoridades electorales locales.

      La anterior es la enésima confirmación de que la alternancia en la Presidencia en 2018 no marcó el inicio de una era en el ejercicio del voto de castigo ni trajo buenas nuevas desconocidas en el panorama político-electoral de México. La alternancia ya estaba ahí, era creciente y se expandía a enorme velocidad. La insatisfacción con la democracia que venían mostrando diversos estudios39 se traducía aún, venturosamente, no en una ciudadanía que daba la espalda a la política formal y a su cita con las urnas, sino en el reemplazo pacífico, a través del voto, de gobiernos de partidos que no ofrecían resultados satisfactorios a la población.

      Más aún, si se concentra la mirada en las gubernaturas renovadas en 2018, se aprecia que, de nueve elecciones, en siete triunfó la oposición (cuadro 16).

      Una observación interesante que realizó Carlos A. Flores Vargas40 sobre las elecciones a Poder Ejecutivo de las entidades federativas en 2018 es que, si bien la coalición de Morena logró cinco de los nueve cargos en disputa, sus candidatos sistemáticamente obtuvieron menos votos en su entidad en comparación con los que cosechó en el mismo ámbito geográfico López Obrador como candidato presidencial. Y lo contrario ocurrió con Ricardo Anaya: recibió menos sufragios en las entidades que los candidatos del PAN a los gobiernos locales. Si se suman los votos a la Presidencia en esas nueve entidades, López Obrador tuvo 2 197 872 votos más que los candidatos de Morena a gobernadores, mientras que Anaya recibió 2 384 053 votos menos que los abanderados del PAN a ejecutivos locales. Así que López Obrador tuvo más «arrastre» que su partido, lo que favoreció a los candidatos de su coalición, y Anaya logró un desempeño inferior al de la formación política que lo postuló.

      Desde que a fines de los años ochenta se hicieron presentes por primera vez las alternancias en los gobiernos locales, los cambios de gobierno en las entidades se han vuelto no sólo más usuales sino la nota dominante (cuadro 17). Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto se produjeron siete veces más alternancias que en el de Carlos Salinas de Gortari. Que pierda el partido que ocupa el poder no es un hecho inédito, ni discordante, sino reflejo de un voto popular que se ejerce en plena libertad. Solamente quien no quiera ver puede ignorar el profundo cambio político que se ha vivido a lo largo y ancho del país.

      Una de las características del sistema de partido hegemónico que dominó al México posrevolucionario (1929-1988) fue que los gobernadores de los estados41 eran postulados por el PRI por designación del presidente de la república. Pero eso se acabó con la democratización: los mandatarios locales deben su cargo no al favor presidencial sino al sufragio de la ciudadanía y a elecciones sin ganadores ni perdedores predeterminados antes de la cita con las urnas. Mientras que Salinas de Gortari inició su sexenio en 1988 sin ningún gobernador de oposición, Ernesto Zedillo lo hizo con tres, Vicente Fox con 23 y Felipe Calderón con 22 más el jefe de gobierno de la Ciudad de México en ambos casos, Enrique Peña Nieto con 11 más el Ejecutivo de la capital del país, y López Obrador con 27 (cuadro 18).

      Ello ha permitido que el federalismo político, con sus problemas, sea una realidad y no letra muerta de la Constitución y las leyes. También, que el presidente en turno tenga que coexistir con gobernadores que fueron postulados por partidos políticos distintos al suyo y que, por tanto, existan más contrapesos a las decisiones que se toman en la capital del país.

      Así que López Obrador deberá coexistir al inicio de su gobierno con 27 mandatarios que no surgieron de su partido político o de su coalición. Morena logró un desempeño sin precedente, alcanzó la Presidencia con el más alto margen de victoria sobre sus competidores, tiene mayoría simple en el Congreso. Sin embargo, difícilmente de una elección puede desprenderse la existencia de un nuevo partido hegemónico, como en su momento lo fue el PRI en el México posrevolucionario. Entre otras cosas, porque en aquel periodo no había un sistema electoral abierto y eran más que limitados los contrapesos al poder. De que esos contrapesos operen (en el Poder Judicial; en el Congreso, donde deben construirse consensos con la oposición si se pretenden cambios a la carta magna; en los órganos constitucionales autónomos, etcétera) dependerá el rostro del sistema político mexicano hacia la tercera década del siglo XXI.

      EL MUNICIPIO: PODER Y CAMBIO CERCANOS AL ELECTOR

      La vida política en el municipio, el orden de gobierno más cercano a la ciudadanía, es una expresión de la nutrida pluralidad donde el cambio de gobierno no es excepcional. En los primeros cuatro años en que al INE le correspondió instalar las casillas en las elecciones locales –de 2015 a 2018–, prácticamente seis de cada 10 presidentes municipales han surgido de las oposiciones (cuadro 19).

      Esa misma proporción se mantuvo en 2018, el año en el que más ayuntamientos fueron renovados en el país (cuadro 20), pero hay entidades donde la alternancia fue del 80% o más: Baja California Sur, Colima, Morelos y Tabasco.

      HAY ALTERNANCIA PORQUE HAY DEMOCRACIA

      El panorama que se ha querido mostrar en este capítulo es el de una era política marcada por elecciones que producen alternancias. México vive los años de mayor cambio de partidos gobernantes en el plano municipal, en las entidades federativas

Скачать книгу