La censura de la palabra. José Portolés Lázaro
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Detengámonos, de nuevo, en otros ejemplos más recientes de organizaciones no oficiales que censuran. La asociación norteamericana Accuracy in Media, fundada en 1969 y de ideología conservadora, vigila las noticias que publican los medios de comunicación y, si no las comparte, presiona para conseguir su rectificación. Con este fin, se procura parte de su accionariado para poder intervenir en las juntas de accionistas. Distintas compañías privadas, entre otras varias petroleras, financian esta fundación.30 También ha actuado como censor en distintos medios el grupo proisraelí Committee for Accuracy in Middle East Reporting in America (CAMERA); en especial, ha tenido transcendencia su labor en la reescritura favorable a Israel de entradas en Wikipedia.31 Su comportamiento llevó a que en 2008 cinco editores pertenecientes a CAMERA fueran sancionados con su exclusión por los administradores de esta enciclopedia en línea.32 En todos estos casos, existe censura, si bien por parte de una organización no oficial.
1.4.3 La censura grupal
En los grupos organizados, como las instituciones que acabamos de ver, sus miembros ocupan posiciones jerarquizadas: jefe, subordinado o colaborador, pongamos por caso; mientras que en los grupos no organizados no se dan estas posiciones, simplemente, se pertenece al grupo. Incluso es habitual que, pese a identificarse con él, los miembros del grupo no se conozcan entre sí. Es precisamente esta misma identidad (§ 2.2) la que va a dirigir parte de su comportamiento a falta de un guía jerárquico.33
Un ejemplo de censura de un grupo no organizado es la censura grupal que facilita internet. La expresión china ren’rou sou’suo se ha traducido como «motor de búsqueda asistido por humanos», y da nombre a la colaboración de los internautas chinos en una búsqueda. Esta colaboración se ha hecho especialmente intensa en averiguar datos de quienes, en opinión de un grupo, han cometido un acto reprobable. En abril de 2008, Grace Wang terció en la Universidad de Duke (EE. UU.) entre un grupo de manifestantes chinos y otro de estudiantes defensores de un Tíbet independiente. Para conseguir apaciguar los ánimos, la muchacha consintió en escribir «Free Tibet» en la espalda de uno de los manifestantes. El hecho se publicó en la red. A raíz de aquello, internautas chinos indagaron todos sus datos y los de su familia y, a partir de entonces, comenzó su persecución en persona y por internet en EE. UU. En China su domicilio familiar sufrió pintadas y se ensució con excrementos.34 De esta manera, un grupo de internautas sin organización jerárquica castigó como censor el texto de una compatriota que consideraba ofensivo.35 En el caso de que el castigo de esta censura grupal consista en inmediatos comentarios insultantes en las redes sociales como reacción a una opinión o acción que se considera punible, se habla de shitstorm.36
1.4.4 La heterogeneidad dentro del grupo censor
Una advertencia antes de avanzar: los grupos sociales no constituyen bloques monolíticos. Con frecuencia entre sus miembros se producen luchas por su control con el fin de que el grupo social o la organización defiendan la posición que cada uno considere más conveniente.37 Esta heterogeneidad se refleja también dentro de los grupos censores, incluidos los oficiales. Desde la apertura en 1998 del Archivo Vaticano que contiene los documentos de la Inquisición Romana, uno de los hechos que ha llamado la atención a los investigadores ha sido las divergencias que se constatan entre los distintos órganos censores e, incluso, entre estos y el Papado.38 Tomemos como ejemplo de estas incoherencias la postura católica ante Erasmo de Róterdam: en 1535, poco antes de su muerte, el papa le había ofrecido nombrarlo cardenal y, en cambio, el índice español de 1559 prohíbe catorce títulos suyos en español y el posterior de 1612 lo convierte en uno de los auctores damnati, es decir, con toda su obra prohibida (§ 7.6.2).39
Dentro de esta heterogeneidad censoria, también puede suceder que personajes o grupos que se sitúan en una posición superior al censor oficial consideren que su actuación haya sido demasiado comedida o demasiado exigente. La Iglesia católica fue una institución que durante buena parte del franquismo juzgó que la actuación de los censores era insuficiente. El órgano de la Dirección Central de la Acción Católica Española, la revista Ecclesia –fundada en 1941 por el cardenal Gomá–, tenía un sistema de «orientación bibliográfica» que clasificaba los libros ya aprobados por la censura oficial en relación con su moralidad, y también difundía la calificación de las películas que –ya censuradas por la Junta correspondiente– se proyectaban.40 En el ámbito de los libros escolares esta doble censura estaba apoyada por el Concordato de 1953. En él se reconocía expresamente a la Iglesia la capacidad de exigir que se retirara cualquier libro, publicación o material de enseñanza contrarios al dogma y la moral católicos.41
1.4.5 La censura del individuo: la identidad censoria
El concepto de identidad aparece en los estudios sociales en el cambio de siglo del XIX al XX y constituye uno de los conceptos centrales de las ciencias sociales en la actualidad. Un acercamiento intuitivo a este concepto lo facilita la respuesta a la pregunta: ¿Quién eres? La contestación puede ser de una identidad individual: nací en... trabajo en...; una identidad relacional: una madre (en relación con los hijos) o una profesora (en relación con los estudiantes); o una identidad colectiva: una gallega, un musulmán o una persona adulta; así pues, la identidad puede tener múltiples facetas, del mismo modo que una persona se puede describir a sí misma de diversos modos.42
Evidentemente, existen participantes en una interacción que se identificarían a sí mismos como censores, pues pertenecen a una institución oficial censora (§ 1.4.1). Durante la Primera Guerra Mundial el romanista Leo Spitzer revisó como censor del ejército austriaco cartas de los prisioneros italianos.43 En aquellos años Spitzer hubiera respondido que él era censor, incluso en momentos en los que no se hallaba realizando su trabajo. En este caso, se podría decir que Spitzer tenía una identidad global de censor reconocida por la sociedad. Por su parte, Primo Levi (2010: 417) y otros presos judíos italianos de Auschwitz no podían dirigir la palabra a una compatriota –Flora– que limpiaba el taller en el que trabajaban; en este caso, los censores –los vigilantes del campo– pertenecían a un grupo organizado –el formado por alemanes y colaboradores de otras nacionalidades– que mantenía una ideología –una ideología que consideraba a los judíos como seres inferiores y, en consecuencia, privados de cualquier derecho–; estos vigilantes no hubieran respondido que ellos fueran censores, pero actuaban como tales en todos los momentos en los que se daba una situación de interacción con los presos (§ 1.4.2). Por último, en la España franquista se evitaba dar opiniones sobre asuntos que pudieran ser comprometidos y se acostumbraba a utilizar como consejo o como imposición –según fuera su relación de poder– a conocidos demasiado locuaces la expresión «No te signifiques».44 No