Diario de un adolescente precoz colombiano. SAMC
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Pasaron varios días y yo seguí en aquel cuarto horroroso haciendo lo mismo, masturbándome y oliendo la ropa interior de los hermanos, pero jamás me salía aquel líquido blanco que con tantas ganas quería probar de nuevo.
Una vez, desperté en la madrugada y estaba llegando aquel chico que me había enseñado lo que tanto placer producía en mí. Pero esta vez llegó en compañía de una mujer y estaban alcoholizados, pero él me vio escondido detrás del mueble del salón, se dirigió a su cuarto y dejó la puerta entreabierta, quizás para que viera lo que más me iba a impactar en ese momento.
Era una cama baja a un lado tenía una mesa con una lámpara que estaba encendida, porque la luz general estaba apagada y pude notar como la mujer se lanzó a él sin quitarle la ropa, solo medio bajó su pantalón y empezó a chuparle la polla. Era indudable que los dos sentían un gran placer, con rapidez se quitaron sus prendas y pude ver como esa mujer se tiró en la cama, con sus hermosos senos, sus piernas abiertas dejando ver su coño y le pedía que se la culiara*. Para mí fue lo máximo, deseaba ser esa mujer, quería sentir lo que ella sentía, poder sentir la polla y poder gemir con ese placer silencioso que la mujer hacía, cuando vi la leche que le salía por el coño y ver cómo él se restregaba allí mismo, sin duda era el momento de máximo placer.
Mi polla estaba a punto de reventar y muy húmeda, pero no quería perderme ningún detalle, así que no le presté atención a la mía. Él, fríamente se puso de pie y salió de la habitación y pudo ver que yo estaba espiándolos como ya sospechaba, pude verle desnudo, su polla estaba empezando a bajar, pero aún le goteaba leche y entre risas de complicidad me trajo a la cocina y me dijo que si me había gustado, le dije que sí, pero que quería saber qué sentía ella cuando se la metió, se me acercó, me hizo cogérsela y me dijo: ¨Ya serás grande y seguro lo harás, más tú no tienes cuca*, así que tienes que metértela por el culo¨. Se puso a reír mientras bebía agua e iba de regreso a su habitación y me mandó a dormir.
Esa noche no pude dormir después de lo que había visto, recuerdo que me masturbé muchas veces, quería ver como salía leche de mi polla, pero perdí la noción y me quedé dormido.
Transcurrieron las semanas y un día llegó una nieta de aquella señora que tenía mí misma edad y nos hicimos muy amigos, tanto que me dejaron jugar con ella, pero lo que no sabían es que ella era igual o más piquiña* que yo, porque en algún momento en nuestro juego, aquella niña me había metido debajo de una mesa y me hizo colocar unas sábanas para hacer la forma de una casita de juegos, pero lo que yo no sabía era que había otro interés oculto, pues en algún momento me pidió, cuando todo estaba ya cerrado bajo la mesa que me bajase los pantalones, al mismo tiempo que ella lo hizo, me dijo que ya que estamos jugando al papá y a la mamá, debemos hacer lo que la mamá y el papá hacen, así que déjame que yo te chupe el chichi* así como mamá se lo hace a mi papá.
Eso me interesó mucho, pues estaba deseando saber que se sentía chupándome la polla y efectivamente fue una sensación de cosquilleo, pero a la vez placentero que cada vez que la sacaba y la metía de nuevo en su boca, podíamos notar que se ponía dura, para luego pedirme que yo le hiciese lo mismo.
Debo admitir que la experiencia no fue muy agradable, ya que no me dio el gusto que imaginé, cuando aquella mujer le hacía una mamada a aquella polla y pude notar que quería estar en aquella posición, donde yo estaría chupando esa polla grande gorda y sentir como se corría dentro de mi boca, porque siempre me habían dicho que la leche debía tomarla porque era de gran alimento. Le hice una buena mamada al coño de aquella niña y de mi polla empezó a salir un líquido extraño pero transparente.
En algún momento perdí el control, estaba muy caliente y le metí los dedos en el coño para luego meterle la polla y hacer lo mismo que aprendí viendo aquella noche en la madrugada. A ella le debía gustar mucho porque estaba callada, pero podía notar su cara de placer hasta que llegó el momento del remordimiento, nos vestimos y seguimos jugando para que no notaran aquella picardía que sabíamos que estaba mal, pero fue de mucho morbo para los dos.
El tiempo transcurrió, yo seguía siendo un chico rebelde y deseoso de encontrar eso que tanto quería, pero jamás volvió a ocurrir, pero eso no evitó que yo siguiese oliendo aquella ropa interior con aroma a polla y coño que tanto me excitaba y me hacía unas cuantas pajas al día en aquel cuarto triste.
Un día todos se habían ido de la casa y me habían dejado solo, eso me gustó, pues pensé que llegaría aquel chico y al notar que estábamos solos podría pasar algo, pero no pasó. Eran tantas mis ganas de alimentar aquel morbo, que en un momento de silencio escuche el chorro de una ducha.
Era obvio que no era en casa, pero mi abuelo vivía al lado con mi hermano mayor con el que apenas tenía contacto, él era de una relación anterior de mi mamá. En ese momento podría tener catorce años, así que busqué la forma de subir por la pared del patio que daba al suyo, logré subir como pude y ver el cuerpo desnudo de mi hermano, él no era fuerte, ni tampoco le vi la polla dura, pero sí su cuerpo lampiño con una polla muy delicada, un culo blanco hermoso y un cuerpo atlético.
Sabía que era mi hermano, me sentí mal por espiarle de esa forma, pero me gustó verle duchándose en el patio de su casa, era más fuerte que yo y pude comprender que todos los hombres teníamos cuerpos diferentes independientemente de la edad y que en el algún momento el cuerpo de niño que yo tenía iba a cambiar.
Al cumplir los seis años me echaron del colegio, la señora no me quería más en su casa, yo de igual forma extrañaba a mi madre y sabía que en cada cumpleaños de mi hermana ella venía y lo celebrábamos con una tarta para los dos.
Cuando llegó ese día, mi madre vino como siempre con la tarta que había comprado donde trabajaba en la ciudad de Cali, sabía que nos gustaba mucho, traía pocos regalos, ya que no le alcanzaba para tanto como ella quería, pero lo que nunca pensó era que en ese viaje debía regresarse conmigo, porque ya no tenía cabida en aquella casa. Le sentó fatal porque no tenía un lugar seguro para ella y menos para mí, pero incluso así tuvo que aceptarlo y dejar a mi hermana allí, ya que ella sí tenía colegio y la señora siempre tuvo más apego hacia ella, pero solo porque le servía para que le hiciera los favores que ninguno de sus hijos le hacía.
Cali primeras experiencias sexuales
Me dolió separarme de mi hermana, era para mí la compañía de siempre, sabía que ella también deseaba venirse con nosotros y dejar aquella casa nefasta de gente abusadora. El viaje se me hizo muy largo, esa noche mi madre me tuvo que llevar en sus brazos, porque no le alcanzaba para mi transporte y encima yo llevaba nuestra bolsa de plástico con la ropa. Al llegar a Cali fuimos a una casa donde mi madre vivía con su mejor amiga y su familia.
Allí pude notar que había más niños de mi edad, la casa era más grande y sobre todo que la madre de su mejor amiga también era sastra, pensé que también me iban a encerrar en un cuarto horrible, me puse a llorar, mi madre se enojó y me preguntó: ¿Qué te ocurre? y le dije: ¿Si acá también me iban a meter en un cuarto horrible?, se puso a llorar, me abrazó y pude ver las caras de pesar* de las demás personas, aunque no entendía el porqué.
En el transcurso de los días hice amistad con los chicos de la casa, el hijo de la mejor amiga de mi madre y yo hicimos buena amistad, fuimos muy cómplices en picardías de juegos. He de admitir que hubo unos momentos donde Michael, su primo Wilmar y yo tuvimos ciertos momentos de morbos, pero fueron contados. porque pronto mi madre se trajo a mi hermana y alquiló una habitación en otra parte de la ciudad de Cali.
Un día entrando a la habitación