Canciones de lejos. Enrique Blanc
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Canciones de lejos - Enrique Blanc страница 8
Cada entrevista o nota que hemos encontrado en medios chilenos sobre estas estrellas resume sus logros, para luego preguntar por su marido o hijos y la cotidianidad. En este texto intentamos desenhebrar esas historias para hacer notar lo reluciente del talento y la perseverancia de cada una de ellas.
Monna Bell
Su enseñanza la sentí en su voz. La vida me regaló la oportunidad de que mis oídos la escucharan, luego de que mis ojos la vieran y más tarde, de que mis labios le hablaran. Después vinieron los hechos y pudimos ser amigos.
Juan Gabriel
Fue una vuelta larga y de alto estrellato la que realizó Monna Bell antes de radicarse en tierras aztecas. Solía actuar en Chile en la radio desde 1953 y también en la orquesta del casino de Viña del Mar y el Hotel Carrera cuando la vio el director de orquesta escocés Roberto Inglez, que estaba en una gira sudamericana para recoger sonidos locales. En Chile actuó muchas veces con Lucho Gatica y luego con la misma Monna Bell. Como vocalista de Roberto Inglez & his Latin Orchestra, la cantante se embarcó en una gira internacional por Argentina, Brasil, Cuba y Europa, para culminar en Nueva York. En esa ciudad fueron contratados por el Waldorf Astoria por cuatro meses, estadía que se alargó más de un año. A estas alturas Monna Bell ya había grabado varios discos para el sello RCA con diversos estilos como cha cha cha, samba, beguina y bolero-afro, dando cuenta de su versatilidad musical. A pesar de ello la prensa la catalogaba simplemente como cantante melódica.
Su primera parada larga en el extranjero fue en España, donde aportó canciones para varios largometrajes, que fueron editadas a través de Hispavox en distintos EP como 4 éxitos de películas (1957) y El cantarillo de Adriana (1958), mientras cumplía su contrato en el club madrileño Pasapoga, primero junto a la orquesta de Inglez y luego de manera independiente, dando puntapié inicial a su carrera solista con todas sus letras.
Ese año vendría un hito decisivo en su carrera, pues se coronó nada menos que como la ganadora de la primera edición del festival Benidorm con “El telegrama”, la que “fue genialmente interpretada”, en palabras del alcalde Pedro Zaragoza. En una nota del diario ABC dijo: “Fue un hermoso mensaje en la voz de Monna Bell”, citando la letra a continuación, “Destino: tu corazón / domicilio: cerca del cielo / remitente: mis ojos son / y texto: te quiero, te quiero”. Tanta fue la popularidad del tema que llegó a tener más de setenta versiones. A los compositores, los hermanos Alfredo y Gregorio García Segura, les valió “un millón de pesetas” en regalías, según señaló el segundo de ellos en una entrevista de la época.
También significó réditos para la propia intérprete, ya que consiguió contratos en Madrid, París, Italia, Alemania y hasta Finlandia. En 1959 realizó una gira por distintas localidades de México, en la que visitó sets de televisión y programas de radio que hicieron crecer su fama. Era una de las figuras destacadas del momento, y de las mejor pagadas, según Radiomanía, y era promovida como “la mejor cantante de habla hispana”.
Al año siguiente ganó el segundo lugar en Benidorm, y a comienzos de 1961 hizo dúo con Pedro Vargas en la televisión local. La revista Ecran, que anunciaba la edición de los discos de Hispavox en Chile, la muestra vestida con un poncho, sonriendo junto al cantante. Dividía sus meses entre España y México. Su aparición en programas de radio hispana como Cabalgata fin de semana contribuyó a su creciente popularidad y a su condición de estrella. Según Raúl Matas, “a Monna Bell la consideran española no porque ella niegue su nacionalidad, sino por sus mayores éxitos, desde ‘Pequeña’ hasta ‘El telegrama’”.
El director de cine José Díaz Morales indicaba que “entre las damas, Monna Bell, popularísima, logra lo que quiere en México”. Este comentario no es al azar, ya que la cantante se aventuró también a la actuación en películas. La primera fue Las recién casadas (1962), en la que protagonizó a una de las recién casadas
[...] que enfrentan los problemas de la vida conyugal. Su marido, un oficinista, no ve con buenos ojos el nacimiento de una estrella de la canción. El director plantea que el éxito, el triunfo, el trabajo mismo, son atentatorios a la felicidad del hogar. El papel de la mujer sólo consiste en atender al hogar y ser una fiel servidora del marido.
Entre 1968 y 1975 se cambió de casa discográfica. Primero fue Musart y luego Orfeón, pero en esta última no tuvo la difusión de antaño. Mucho se habló de la menor calidad orquestal y de arreglos en sus grabaciones. Lo explica su admirador y amigo Juan Gabriel en su página web:
Pasaron los años y como a Monna Bell le gusta hacer cosas con mucha calidad ha tropezado con gente que no le ha correspondido, que no le han hecho justicia ni le han dado el trato de calidad que ella se merece. Ahora ya sé por qué dejó de grabar en aquel tiempo.
Uno de esos tropiezos fue la edición del LP La Nueva Onda de México junto a Aldemaro Romero, donde reinterpretaron clásicos mexicanos. Todo iba bien hasta el diseño de la carátula, en que se veía a los cantantes vestidos de guerrilleros mejicanos,
[...] manipulando las fotos en tonos sepia para que parecieran antiguas. Todo un homenaje a la constitución de la nación mexicana. Pero el gobierno mexicano de la época se lo tomó como un insulto y el Ministro del Interior se encargó de sabotear la propagación del disco, moviendo sus hilos para paralizar su promoción y haciendo que las emisoras se negaran a radiarlo. Se habían fabricado 3000 copias y las ventas fueron bajísimas.
Al mismo tiempo que “Está escrito” era incluida en la banda sonora de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón de Pedro Almodóvar, Monna Bell dejaba su carrera artística. Pero esta no terminaría ahí. En 1993, Juan Gabriel compuso y produjo canciones para ella contenidas en el disco Ahora. No tuvo la difusión que le hubiera gustado, debido a un asunto contractual que tenía el cantante por derechos autorales. Después de este traspié se puso en campaña para editar un álbum recopilatorio junto a EMI, llamado La divina Monna Bell, finalmente en 1996. El sello aportó las canciones y Juan Gabriel puso a disposición las fotos y partituras que venía juntando desde hacía años. También aprovechó para escribir una sentida crónica sobre cómo llegó a ella, dando cuenta de su admiración. En ese texto señala:
[...] discográficamente este es un rescate fabuloso. Porque permite conocer su arte en un momento que carecemos de artistas de valor, artistas de reyes, de reinas. Estoy agradecido de la gente que sabe de esta música. Monna no es una desconocida. La gente que sabe de música piensa instantáneamente en ella. Decir calidad es decir Monna Bell.
Sonia la Única
En dos años he hecho algo más que el dúo en 23. No puedo subestimar el factor suerte en mi satisfactoria situación actual.
Sonia la Única
Su apellido Von Schrebler era difícil de retener en la memoria, poco recomendable si se buscaba el triunfo. No le gustaba su seudónimo, pero no quedaba otra. Ha contado que Armando Manzanero la bautizó así porque era la única que quedó del dueto. Sonia y Myriam se formó a principios de los años cuarenta, cuando las hermanas Von Schrebler tenían un poco más de once años y se presentaban en salones de té santiaguinos como el Tap Room, el Violín Gitano, en el Lucerna, el Goyescas, entre otros, que se repletaban de niños. Su primera presentación en radio fue pagada con una muñeca y un coche.
Tras siete años de silencio discográfico el dúo volvió a juntarse en 1957. En esa oportunidad ficharon con Odeon