Canciones de lejos. Enrique Blanc

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Canciones de lejos - Enrique Blanc

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su paso por Chile, “nos fue mucho mejor de todo lo que podíamos esperar —suspiran—. En cada país que nos presentamos… y donde no nos recordaban o no nos conocían, prolongaron nuestra actuación”. Eran conocidas como “las chilenas” y compartían veladas con personajes como Eva Perón o Fidel Castro y Pedro Vargas. Todo este plan de internacionalización era global de parte del sello Odeon, ya que se buscaban grabaciones chilenas para exportarlas al mercado extranjero, donde se incluía a Raúl Shaw y las mismas Sonia y Myriam.

      Pero ya tenían un pie en México, ya que como indica el periodista Rodrigo de la Carrera, “comenzaron a triunfar y a cantar muchas canciones y un repertorio muy bien escogido dirigidas por Mariano Rivera que era el director artístico de RCA Victor, hacen mucha radio en aquel entonces”. En 1962 lograron un contrato con la televisión azteca, conquistando a la prensa: “Las guapas cantantes chilenas Sonia y Myriam están causando verdadera sensación en nuestro mundo artístico”, citaba Ecran, al contar además que eran las que “más discos venden” en ese país. De hecho, ese año se llevaron el premio Macuilxochitl en la categoría Mejor Artista Extranjera, por encima de Sammy Davies Jr., por nombrar algunos. Este galardón era otorgado por la Asociación Mexicana de Periodistas de Radio y Televisión.

      La actividad de las hermanas no paraba. Se presentaban en vivo en lugares como el cabaré Señorial del DF, y actuaron en el programa de televisión Revista musical del Canal 2, para seguir de gira por distintos lugares del país, como Obregón y Acapulco. También incluyeron una antigua canción de ellas, “Envidia”, en un filme del prolífico actor Luis Aguilar. “Era tanto el interés por hacernos intervenir en la película, que esta sufrió una adaptación para justificar nuestra canción”, contaban las hermanas en una entrevista, y se convirtió en uno de sus mayores éxitos en México.

      Esto se sumó al nombramiento como “las mejores intérpretes extranjeras” en el Festival de la Canción Mexicana y obtuvieron un Disco de Oro de RCA Victor, por un millón de discos vendidos. Luego de editar dos volúmenes de grandes éxitos en LP e intensas giras por toda Latinoamérica, el dúo vivió otra ruptura luego de que Myriam decidiera dejar de cantar en 1964, con el fin de dedicarle más tiempo a su familia. En todo caso, siguió trabajando como ejecutiva en la industria discográfica en España. Pero todo lo construido por ellas dos dio su fruto y Sonia siguió como solista. No pudo resistir quedarse en Chile y no seguir en la música. Estuvo en lo correcto, ya que tenía a su favor el desplante, la gracia de su voz robusta y camaleónica, más su personalidad en las entrevistas. Fue bautizada como Sonia la Única por Armando Manzanero, quien en ese entonces, mientras actuaba como pianista suyo, se inició en la composición.

      Un día me dijo “Ay, señora, ¿le molestaría mucho que yo cantara antes?”. Y le dije “Noo, encantada, canta no más”. Y se sentó al piano y estuvo cantando como una hora. Y le empezó a ir muy bien. Porque era muy bueno. Yo me quedé con el ojo cuadrado con lo que oí cantar. Y después yo entraba fresca y cantaba; eran dos formas distintas de interpretar. Y le dije: “No, pues, Manzanito: yo voy a poner Sonia la Única y Armando Manzanero. Nada de estar por allá abajo”.

      La carrera de Sonia se consolidó como nunca y no hacía otra cosa que crecer en México, llegando incluso a tener un programa propio, Mi nombre es Sonia, en el Canal 4 de la televisión local en 1966. Esto fue seguido por su interpretación de “Lágrimas amargas” para el tema central de la teleserie del mismo nombre en ese país. El éxito repercutía en Chile, donde su sencillo “Te amaré toda la vida” estaba totalmente agotado en el mercado. La canción sería incluida en la banda sonora de la película mexicana Los perversos, estrenada a comienzos de 1967, y en la telenovela El abismo. Todo esto iba de la mano de la publicación de sencillos como también el LP Adiós tristeza!, donde incluyó cuatro composiciones del mismo Armando Manzanero, como “Esta tarde vi llover”, que más adelante interpretaría él mismo.

      Le siguió una gira por Venezuela y Puerto Rico, donde volvería al cine. En una entrevista incluso anunciaba su participación en el famoso programa de Ed Sullivan en Nueva York, y volver a presentarse en el Festival de Viña del Mar a comienzos de 1968. Ese año publicó otro álbum estelar llamado Esta noche la paso contigo, incluyendo la canción del mismo nombre que la compositora mexicana Laura Gómez escribió especialmente para ella. Según la revista Billboard, un tema grabado para una telenovela de ese país estuvo en el cuarto lugar de los sencillos más vendidos por dos semanas dentro del catálogo de la RCA mexicana.

      Sonia la Única volvió a Chile en los años setenta y con su hermana Myriam fundaron el sello SyM. En 2006 se presentó en el ciclo Teatro del Parque, que protagonizó con otras cantantes locales, como Carmen Prieto. Una crónica de David Ponce en el diario El Mercurio funciona como una reseña que hubiéramos esperado de la prensa de los años sesenta, cuando triunfaba como solista, porque da cuenta de su calidad sin decir sólo esta palabra, sino explayándose en una argumentada descripción:

      Ese oficio se advierte en la expresión sentida con que canta los boleros, en la propiedad con la que se pasea por la métrica de “Se te olvida” o “Sabor a mí”, adelantando y atrasando el fraseo en el compás sin perder el pulso, y hasta en detalles como el modo innato en que gradúa el volumen de la voz al alejar el micrófono en alguna nota aguda. Se entiende bien con su pianista: basta un guiño al cabo de cada canción y Sonia la Única se lanza sin pausa sobre la siguiente, con un ritmo que los Ramones envidiarían por incesante.

      Palmenia Pizarro

      Y después de Santiago,

      me voy a ir a México

      y allá voy a ser famosa.

      Y cuando esté en México,

      voy a cantar con Miguel Aceves Mejía.

      Palmenia Pizarro

      Hacia comienzos de los años setenta sumaba 29 álbumes y más de quinientos sencillos, reconocimientos y premios, público amplio, oportunidades en el extranjero y finalmente un desaire en el mundo del espectáculo chileno. Hay veces en que hay que mirar afuera. Fue así como Palmenia Pizarro se estableció por más de veinticinco años en México.

      Nacida en San Felipe, comenzó su carrera en radios, llegando a tener contratos en dos al mismo tiempo (Minería y Portales). Cantaba principalmente boleros y valses peruanos, que componían especialmente para ella o que estuvieran inéditos. Así se puede leer en El Musiquero: “Palmenia se siente orgullosa de haber recibido felicitaciones por su interpretación del cancionero del país hermano del cónsul peruano en Iquique. El entusiasmo del cónsul llega hasta enviarle grabaciones peruanas para que Palmenia aumente su repertorio”.

      La gracia era que al interpretarlas con tanto sentimiento hacía que las canciones le fueran casi propias. Uno de sus éxitos mayores, “Cariño malo”, fue compuesto por el peruano Augusto Polo Campos, quien lo terminó en el avión a Chile antes de encontrarse con Palmenia. Le recomendó cambiarle algunos versos por considerarlos demasiado desgarradores, pero la cantante se negó y logró cantarla como si fuera de ella, con mucho ímpetu, cada vez que la actuaba. “Su éxito ya consolidado se vería reflejado en la década de los 60, pues durante siete años consecutivos la artista recibió el premio ‘La Medalla de Oro’ de Discomanía que otorgaba el programa radial que conducía Raúl Matas”.

      Tentó su suerte en Argentina, Perú, Ecuador, Puerto Rico, pero el país azteca la recibió con mariachis en el aeropuerto y un contrato televisivo digno de estrellato a comienzos de 1973. El programa era nada menos que Siempre en domingo, conducido por Raúl Velasco, que se había estrenado en 1969. A los pocos días, Palmenia ya era reconocida en las calles por sus nuevos seguidores gracias a su sencillo recién reeditado, “Ajeno”, que volvió a grabar a cuatro días de llegar al país.

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