La estabilidad del contrato social en Chile. Guillermo Larraín

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La estabilidad del contrato social en Chile - Guillermo Larraín

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Cuando esta lógica se universaliza, los individuos y la sociedad se atrofian. Esto es lo que ha pasado en Chile.

      A los sectores de izquierda hay que recordarles que esta constatación no significa que haya que tirar la economía por la ventana. La satisfacción de necesidades materiales es ineludible para llevar una vida personal y comunitaria exitosa. Y la capacidad de la economía chilena de generar más bienes y servicios ha crecido de manera sustancial. Mantener tal capacidad de crecer es medular para el desarrollo de Chile.

      La derecha, por su parte, debe entender que para que la economía sea sustentable se requiere una sociedad sana. El estándar de “sanidad” no la define un grupo de iluminados, sino los propios ciudadanos. Usualmente ello conlleva la aplicación de criterios de distribución de bienes y servicios públicos distintos al que espontáneamente busca la economía. Por lo tanto, dichos criterios, en general, distorsionan el funcionamiento de los mercados. Sin embargo, mientras se genere valor social, en ese mundo plagado de distorsiones, el resultado termina por ser positivo.

      Desde el punto de vista del crecimiento de la economía, de la disponibilidad de bienes y servicios, en los últimos 30 años Chile ha tenido un desempeño sobresaliente en comparación con el resto del mundo. Aun cuando es imperfecta, la variable que mejor capta esto es el nivel del ingreso per cápita.1

      Utilizaremos como fuente de información la enorme base de datos recolectada durante toda su vida por el economista británico Angus Maddison. Esta contiene las mejores estimaciones de ingreso per cápita para todos los países del mundo con series que en algunos casos comienzan con observaciones puntuales en 1300, que es el caso del norte de Italia. En el caso de Chile, la serie comienza en 1870.

      Los gráficos que siguen muestran el ingreso per cápita de Chile como porcentaje del ingreso de una serie de otros países. Es decir, graficamos la siguiente variable:

      Supongamos que el país “j” es Francia. Como se ve en el gráfico 1, salvo los períodos de guerra, este cociente ha estado bajo 1. Esto quiere decir que en períodos de paz, Chile es más pobre que Francia. Cuando el indicador está por arriba de 1, como ha sido el caso en el siglo XIX y comienzos del siglo XX respecto de Portugal, eso indica que Chile era más rico que ese país.

      Los países con los cuales haremos la comparación (la lista de países “j”) son:

      •América Latina: Argentina, Brasil, Colombia, México, Perú y Uruguay.

      •Europa “latina”: Francia, España, Portugal e Italia.

      •Europa del norte: Alemania, Holanda, Suecia, Noruega, Suiza.

      •Anglosajones: Reino Unido, Inglaterra, Canadá, Australia, Nueva Zelandia.

      •Asia: Japón, Corea del Sur y Taiwán.

      El primer gráfico muestra la situación del PIB de Chile en relación con un grupo diverso de países. Este gráfico nos permite identificar cuatro fases del desarrollo relativo de Chile desde 1870 hasta nuestros días y que, con matices propios de cada experiencia, son fases que se replican en casi todos los países de referencia. Los períodos de las dos guerras mundiales alteran las posiciones relativas de cada país. No haremos un análisis específico de cada caso porque lo que nos interesa son las tendencias económicas en tiempos de paz.

      Las cuatro fases son las siguientes:

      1.1870-1930, “estabilidad relativa”. Durante el siglo XIX, Chile tenía niveles de ingreso superiores a España y dicho diferencial fue ampliándose a favor de Chile hasta 1900, aproximadamente; luego se redujo. Con Francia, el diferencial fue estable a favor de Francia. Estados Unidos y Nueva Zelandia han tenido persistentemente un ingreso superior al chileno. Con cierta volatilidad, en este período hubo una cierta “estabilidad relativa” en el ranking de ingreso de los países.

      2.1930-1975, “decadencia”. Todos estos países empezaron a crecer más rápido que Chile y, por lo tanto, el nivel relativo de ingreso de Chile empezó a bajar consistentemente. Es una fase que podríamos denominar de “decadencia”. Todos aquellos países que en siglo XIX tenían ingresos inferiores a Chile, nos superaron desde finales de los años 60.

      3.1975-1988, “contención”. La decadencia de Chile se ralentizó y eventualmente se detuvo durante la dictadura. Chile no ganó posiciones relativas sobre estos países durante este período, solo se contuvo su caída.

      4.1989-2010, “recuperación”. Se observa una clara y sistemática alza del ingreso relativo de Chile respecto de los países de la muestra.

      Gráfico I.1. Fases del desarrollo de Chile

      Fuente: Larraín, G. (2020), “Una mirada racionalmente optimista del proceso constituyente”, Mirada fen, marzo.

      La fase 1, en el siglo XIX, es la época de gloria de la economía chilena. En 1850, en el Annuaire de Deux Mondes, un almanaque publicado por una editorial francesa, decía: “Chile es uno de los países más apacibles de toda la América del Sur (…) donde la existencia aparece en las condiciones más regulares y las más favorables. (…) Podemos explicar este fenómeno por la sabiduría de sus instituciones, por la feliz apropiación del régimen adoptado (…) estas explicaciones no son totalmente conclusivas, porque Chile se encuentra, en definitiva, sometido a las mismas influencias y disolventes que las otras repúblicas americanas —tradiciones coloniales, inexperiencia de libertad política y de trabajo”. El comercio entre Europa y California u Oceanía pasaba regularmente por Valparaíso, lo que transformó a esa ciudad en un polo de desarrollo global e hizo que Chile dispusiera de la mayor flota mercante de América del Sur. Es a esta época a la que se refiere nostálgicamente en 1900 Enrique Mac Iver en su “Discurso sobre la crisis moral de la República”.

      En la segunda parte de esta primera etapa ocurren dos eventos importantes para Chile. A nivel interno, en 1891 Chile adoptó un mal llamado régimen parlamentario, el cual hizo que los gobiernos duraran menos que antes y hubiera gran inestabilidad política. A nivel internacional, el descubrimiento en 1914 del salitre sintético generó en Chile una crisis productiva de la cual no se pudo recuperar.2 A esto se refiere Francisco Antonio Encina en su libro Nuestra inferioridad económica.

      La fase 2, “decadencia”, tiene como antecedente la aparición de la llamada “cuestión social”, con la fundación de la Federación Obrera de Chile en 1909 y, en 1912, con la fundación del Partido Obrero Socialista de Luis Emilio Recabarren, antecedente directo del Partido Comunista. La cuestión social generó, como en todo Occidente, tensiones políticas redistributivas mayores. La respuesta a este fenómeno coincidió con un mal ambiente internacional derivado de las sucesivas guerras mundiales y la gran crisis de 1929. En 1924 la crisis en Chile es de talla mayor y se produce el golpe de Estado, que alejará del poder al Presidente Arturo Alessandri Palma por seis meses, a la vuelta de los cuales se aprobará una nueva Constitución, la de 1925.

      Todo esto, más las inestabilidades producidas por la Gran Depresión de 1930 y luego la II Guerra Mundial, derivó en que se adopten, a nivel de las políticas económicas, una estrategia de crecimiento orientada a la sustitución de importaciones, por la industrialización forzada, el desarrollo del rol empresarial del Estado y la inestabilidad macroeconómica. Esta es la fase de la larga decadencia que señala Pinto en Chile, un caso de desarrollo frustrado.

      La fase 3 o de

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