Identidad Organizacional. Diego René Gonzales Miranda
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Ahora bien, para aprender hay que despojarse de ciertas cosas y cuestionar otras; de ahí la necesaria valentía para aceptar la nueva realidad e iniciar la etapa de re-construcción, en un continuum que se asemeja a la vida misma y, por qué no, a la construcción de la propia identidad. Por esto y por muchas otras cosas que quedarán aún por decir, la pregunta por la propia identidad se tradujo en este caso, en pregunta de investigación. No hay problema que no se encarne con el dolor y la alegría que trae en la vida de quien se pregunta. Nadie podrá decirle a otro quién es en su plenitud, sin el proceso solitario, doloroso y, por qué no, alegre, de haberse al menos hecho la pregunta para descubrirse a sí mismo.
En síntesis, lo que se presenta en el texto que tiene en sus manos el lector es una conversación más sobre el tema de la IO dentro del ámbito de los EO, enmarcada por las características propias de la realidad organizacional que se estudió. Las particularidades de la investigación, entre las cuales se destaca el modelo teórico-metodológico propuesto y desarrollado, permiten comprender un poco más los fenómenos que se inscriben en las organizaciones y a ellas mismas. No es algo terminado y blindado de errores y controversias, es un diálogo más en donde se ha puesto énfasis en el proceso metodológico como tal, que en mucho propiciará nuevas conversaciones en este álgido e inconmensurable arenal organizativo.
Capítulo 1 Sobre la identidad organizacional
Identidad. El concepto de identidad no es nuevo dentro de las ciencias sociales. La filosofía lo ha abordado desde diversas perspectivas y en distintos contextos históricos, en donde la identidad pareciera ser el resultado de una cierta tendencia de la razón a reducir lo real a lo idéntico, es decir, a sacrificar la multiplicidad de la identidad con vistas a su explicación y como base para la teorización sobre la condición humana. Desde el siglo pasado, la psicología y el psicoanálisis le otorgaron un lugar preponderante en el estudio de los procesos individuales y representó un elemento clave en la comprensión del desarrollo de la personalidad. La propia antropología ha tenido que conformar un cuerpo teórico en torno al problema de la identidad social. Desde luego, no se pueden perder de vista los aportes de otras disciplinas como la sociología, la ciencia política, la lingüística, etc.
La identidad ha desempeñado un papel importante en la teorización de las ciencias sociales, las cuales aportan y tienen injerencia en los estudios de la organización2 (Corley et al., 2006), ámbito del conocimiento en donde se inscribe el presente estudio. A pesar del interés académico que el término identidad despierta, este ha sido objeto de atención dentro del terreno propiamente organizacional hace relativamente unos pocos años (Hatch y Schultz, 2004). La conceptualización propuesta por Stuart Albert y David Whetten (1985), quienes propusieron que la identidad organizacional (IO) implicaba aspectos organizacionales que cumplen con los criterios de centralidad, carácter distintivo y continuidad temporal, ha dado paso a nuevas conceptualizaciones. Este trabajo impulsó una ola de investigación y teorización que continúa hasta el presente.
Luego de un poco más de un cuarto de siglo desde su conceptualización, el término IO no está lo suficientemente definido, ni la discusión sobre sus alcances o modelos propuestos acabada. En el campo organizacional han prolifereado definiciones que van desde el nivel individual hasta percepciones de lo que la organización es, basadas en perspectivas institucionalistas o esencialistas en donde se busca identificar las características propias de la organización (Ashforth et al., 2011). Esto ha dado como resultado una cacofonía y una polisemia tanto en su definición como en sus aportes al ámbito organizacional, y ha llegado incluso a generar una contradictoria y consecuente situación en donde pareciera que todo es identidad, y simultáneamente nada lo es.
Retomando la definición que Clegg y Hardy (1996) hacen sobre los estudios organizacionales (EO) presentándolos como “una serie de conversaciones, en particular de aquellos investigadores organizacionales que contribuyen a constituir las organizaciones mismas por medio de términos derivados de paradigmas, métodos y supuestos, ellos mismos derivados de conversaciones anteriores” (p. 3), se abre este capítulo en donde se busca, precisamente, discutir el estado de las conversaciones sobre la IO dentro de los EO. El objetivo es proporcionar un panorama general de las investigaciones referidas a este ámbito dentro de los estudios de la organización y de esta manera enmarcar la exploración y los hallazgos obtenidos. Junto con ello, se busca dar a conocer las oportunidades que ofrece este constructo para comprender y analizar los fenómenos sociales que se inscriben en las organizaciones.
Así, este capítulo se encuentra dividido en seis apartados.3 En un primer momento se describe la importancia que ha adquirido últimamente el tema de la IO en el ámbito académico, así como la problemática que lo rodea. En un segundo momento se discutirán los fundamentos disciplinarios, ontológicos y epistemológicos del término, con el ánimo de entender las bases de su inserción dentro del ámbito organizacional, así como los presupuestos para su comprensión e interpretación. Luego se presenta la discusión en torno a las convergencias y divergencias que ha generado el concepto primigenio esclarecido por Albert y Whetten en 1985. A continuación se exponen los paradigmas, perspectivas y discusiones que se vienen realizando dentro del marco de la IO. En un quinto apartado se realiza una breve discusión en torno a lo anteriormente presentado, para terminar el capítulo con algunas reflexiones finales y horizontes de investigación. De esta manera, se busca delimitar y poner al lector en contexto de las conversaciones que se vienen desarrollando sobre el tema de investigación.
Contexto, importancia y problemática
El concepto de identidad ha venido extendiéndose en los últimos años a niveles macro de análisis, y se ha convertido en un aspecto fundamental para la comprensión de lo que significa una organización en la sociedad (Albert y Whetten, 1985; Ashforth et al., 2011; Dutton y Dukerich, 1991; Czarniawska, 1997a, b; Gioia et al., 2000; Hatch y Schultz, 2002). De ahí que el estudio de la IO sea hoy en día un dominio relevante entre los teóricos e investigadores de las organizaciones.
Basados en la definición de IO de Albert y Whetten (1985),4 los investigadores han abordado el concepto explorando sus implicaciones para la vida organizacional en una variedad de entornos. Este creciente interés ha conducido a tomar la IO como una perspectiva importante para analizar diversos temas como la toma de decisiones estratégicas (Dutton y Dukerich, 1991; Elsbach y Kramer, 1996; Gioia y Thomas, 1996; Glynn, 2000; Maitlis y Lawrence, 2003), el cambio organizacional (Chreim, 2005; Martins, 2005; Nag, Corley y Gioia, 2007), mostrar cómo las organizaciones y sus directivos interpretan temas (Dutton y Dukerich, 1991), identifican amenazas (Elsbach y Kramer 1996), perciben y resuelven conflictos (Golden-Biddle y Rao 1997), establecen una ventaja competitiva (Fiol, 1991) y construyen estrategias (Fiol y Huff, 1992), por mencionar solo algunos.
El tema de la IO es, por tanto, importante a nivel teórico, y a la vez proporciona elementos valiosos para análisis empíricos, dado que brinda formas creativas para comprender una amplia variedad de contextos y fenómenos organizacionales (Alvesson, Ashcraft y Thomas, 2008). Junto con ello, este tema también ha sido abordado simultáneamente como perspectiva de análisis y como objeto de estudio. En otras palabras, existe una preocupación por lo que “se es”, como forma cultural e histórica, y una propensión a tomar la IO como perspectiva para comprender los