Resiliencia, sostenibilidad e informalidad. Carlos Alberto Torres Tovar
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Desastre, riesgo, amenaza, vulnerabilidad y resiliencia son algunos de los conceptos importantes en la investigación, a fin de establecer bases teóricas para alcanzar su objetivo o propósito final. Las reflexiones están acompañadas por opiniones y posturas teóricas. Desastre es un término genérico que debe estar unido por especificaciones que le den sentido a su dirección conceptual. Cada autor refleja su posición ante este término; sin embargo, la perspectiva más clara es la que expone Lavell (2001), para quien el desastre es la:
situación o proceso social que se desencadena como resultado de la manifestación de un fenómeno de origen natural, tecnológico o provocado por el hombre que, al encontrar condiciones propicias de vulnerabilidad en una población, causa alteraciones intensas, graves y extendidas en las condiciones normales de funcionamiento de la comunidad. (p. 18)
Según esta definición, para que un desastre ocurra debe existir un detonador o amenaza. Algunos autores del área de conocimiento indican que este tiene que ser natural; otros dicen que se puede generar por un fenómeno natural, pero también por elementos vinculados de modo directo a la intervención del ser humano, los cuales se denominan fenómenos socionaturales. Por otro lado, para que se produzca un desastre también debe estar presente un receptor vulnerable, por ejemplo: el hombre, las ciudades o poblaciones, las zonas de producción agrícola e industrial, el medio natural. Así, el territorio no solo está representado por el hecho físico de una población, sino también por el entorno natural. Un desastre se debe a una elevada vulnerabilidad (alto grado de exposición y baja resistencia), por lo cual no es posible evitar el riesgo ante la pérdida de vidas, del entorno natural y de los bienes.
García Acosta (2008) expresa que el significado sobre la historia de los desastres o el análisis de los desastres con una perspectiva histórica parte de “reconstruir historias en las que el desastre es el resultado de procesos sociales y económicos, y constituye el hilo conductor” (p. 12). El reconstruir la historia de las zonas de riesgo ha permitido entender desde el punto de vista fenomenológico estos escenarios y traer a la existencia el relato de sucesos que han determinado el conocimiento y análisis de los tiempos de recurrencia, el impacto y las afectaciones del hábitat, así como el desarrollo de acciones oportunas y efectivas para mitigar los efectos posteriores a través de la intervención conjunta de sus actores.
La gestión de políticas sobre el riesgo y la vulnerabilidad es un tema que se desarrolla con fuerza en diferentes países del mundo, dado que el hombre ha entendido que prevenir y tomar medidas a tiempo le permite mitigar el efecto destructivo de los fenómenos y situaciones sobre las poblaciones, y reducir las inversiones en obras de reconstrucción que se generan en el gasto público de la nación.
A partir de este escenario territorial, la investigación desarrolló sus acciones con el propósito de establecer procesos de gestión estratégica del riesgo en zonas afectadas por inundaciones, mediante la caracterización físico-ambiental y social de los afluentes, humedales y comunidades de Villavicencio. Con base en esto, se elaboraron mapas de riesgo, diseños urbanos y estrategias de formación comunitaria como insumos para la prevención de desastres y la conservación del medio ambiente. En este sentido, la investigación tuvo avances importantes en la identificación de los afluentes, humedales y comunidades que presentan afectaciones por inundaciones, las cuales se han de confrontar con la información recolectada sobre los estudios planteados de manera general en el POT.
Villavicencio cuenta con un patrimonio hídrico invaluable: los ríos Guatiquía y Guayuriba limitan el municipio, y el río Ocoa y numerosos caños lo atraviesan. Lamentablemente, el crecimiento incontrolado y no planificado del territorio ha hecho que algunos pobladores se asienten en las rondas de estas cuencas o fuentes hídricas, lo cual ha creado zonas vulnerables, cinturones de marginalidad económica y segregación socioespacial. Por tanto, se hace pertinente conocer las realidades sociales de los asentamientos y la calidad físico-ambiental de las cuencas o fuentes hídricas para desarrollar las estrategias de gestión del riesgo inherentes a estas problemáticas.
La responsabilidad social universitaria (RSU), que forma parte de los retos de las instituciones educativas y de servicio, ha permitido crear espacios para la reflexión, divulgación, acción e investigación sobre los problemas actuales —en particular sobre los de orden económico, social, ambiental y cultural— en atención al desarrollo de un nuevo paradigma de responsabilidad social. Esta relación universidad-comunidad se fundamenta en los principios de la formación y generación del conocimiento, como parte de su compromiso social responsable y de su vinculación mediante el intercambio proactivo de corresponsabilidad. Transformar significa crear y asociar en la diversidad, y reagrupar las piezas que conforman una sociedad en función del bien común. En la visión del investigador Martín Fiorino (2012):
el propósito principal de una acción universitaria responsable es el de la creación y desarrollo de una cultura de la corresponsabilidad, en la cual las iniciativas, las políticas, y los programas de responsabilidad social universitaria contribuyan a impulsar el progresivo involucramiento de los diferentes actores y sectores sociales en la construcción comunicativa del bien común. (p. 237)
Por tanto, el vincular la investigación universitaria a las funciones extensionistas permitirá crear espacios académicos de servicio a la sociedad que traspasen los límites físicos de la universidad para integrarse a la cotidianidad y realidad de las comunidades. Asimismo, el incorporar la participación de todos los actores bajo propósitos específicos generará un ambiente académico en el que docentes, estudiantes, habitantes de la comunidad, organizaciones comunales, empresa privada e instituciones gubernamentales se involucren de forma creativa, participativa y activa en la identificación de los elementos más importantes de la investigación para el desarrollo de procesos de gestión estratégica en zonas de riesgo afectadas por inundaciones, a través de la caracterización de afluentes, humedales y comunidades de Villavicencio.
DESDE LOS ESPACIOS profesionales de la arquitectura y la esencia de la universidad de servicio, el crear espacios de reflexión crítica por medio de la investigación y el definir estrategias de acción con los diferentes actores han permitido establecer lineamientos iniciales a fin de desarrollar lo que se conoce como resiliencia urbana. En el mundo de la generación del conocimiento varios autores han precisado este concepto desde la mirada de los términos urbanísticos. En este sentido, Mallqui Shicshe (2013), citando a Ultramari y Denis (2007), lo define en principio como
aquella capacidad que tienen los ecosistemas urbanos —o mejor aún, sus gestores— de anticipar eventos que afectarán la dinámica urbana; y de cómo las implicaciones que ciertos factores económicos, sociales o culturales de dicha dinámica trasferirán a la ciudad elementos que le permitirán responder a las adversidades que se puedan presentar en el proceso de la gestión urbana. (p. 2)
La esencia de la resiliencia urbana se encuentra estrechamente relacionada con los ecosistemas ecológicos y sociales que se aprecian en los espacios de las ciudades. Para Holling (1973), uno de los primeros investigadores en el área, el principio entre la resiliencia urbana y los ecosistemas ecológicos está en alcanzar “el restablecimiento de la estabilidad del medio natural a través de la aplicación de principios urbanos que permitan lograr equilibrio paulatino y de resistencia entre la población y un hecho externo de amenaza” (p.