Teoría de la comunicación. Juan Carlos López Barajas
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1. La característica del lenguaje de remitir a la actividad vital humana, a la cual debe, a la vez, su existencia. Solo recurriendo sistemáticamente a lo otro del lenguaje, a las condiciones del mundo y la derivación de su significado a partir de la realidad histórico-social, se pueden hacer afirmaciones sobre las cualidades de las simbolizaciones lingüísticas y sobre las condiciones y los resultados de la interacción del lenguaje en la realidad.
2. La función del lenguaje consiste en captar las experiencias sociales en forma conceptual, y universal y hacerlas comunicables para conservarlas históricamente.
3. Como portador conceptual de experiencias sociales, el lenguaje orienta respecto a la manera de crearse las experiencias sociales nuevas, mientras que, como portador de experiencias históricamente distantes introducen estas en las experiencias nuevas; es decir que las experiencias nuevas se forman a través del concepto. En tal sentido el lenguaje no solo mira hacia el pasado, sino que, por ser portador de conocimientos sociales, se debe considerar como factor esencial de la anticipación de futuras actividades vitales y de su realización.
La hipótesis de Edward Sapir y Benjamin Whorf establece que la estructura del lenguaje de una cultura influye en la conducta y hábitos de pensamiento de ella (Moreno, 1983). Esta hipótesis sostiene que el lenguaje estructura las percepciones y moldea la manera de pensar, sentir y actuar de los miembros de una sociedad y que se forman en un medio cultural primordialmente lingüístico (Fernández, 1999). La cultura acondiciona y estructura nuestros procesos perceptuales, influenciando los estímulos que recibimos y la interpretación que le damos a estos (Samovar, Porter y Jaín, 1988).
Los preceptos establecidos en la hipótesis de Edward Sapir y Benjamin Whorf conjugan adecuadamente con la teoría de Vygotsky que dan particular atención al génesis del ser humano en la reconstrucción del pensamiento. Danis citado por Meyin (1981) indica que el lenguaje no solo sirve de medio de comunicación, sino también de medio de pensamiento y conocimiento, y por eso desempeña, además, un papel activo en la estructuración de la conciencia humana. Para una representación del proceso de identificación, debemos referirnos no solo a la acción material o lingüística en la cual se define un individuo respecto a la sociedad, sino también al lenguaje mismo. El lenguaje, pues, no solo es el medio de comunicación en el cual se efectúa la formación de la identidad, sino a la vez, el medio que forma la identidad.
Los sistemas comunicativos que utilizan unas culturas se manifiestan por medios lingüísticos y extralingüísticos —paralenguaje, kinésica, proxémica, cronímica, etcétera— (Poyatos, 1971). Guns (citado por Flores Caraballo, 1991) argumenta que la transmisión de la cultura por estos medios les proporciona a las personas: símbolos, mitos, valores e información sobre la sociedad.
Los estudios del lenguaje, a través del análisis de la comunicación intercultural, han esbozado varias perspectivas de pensamiento interesantes. Según expone Rodrigo (1999) la comunicación intercultural es un campo bastante reciente. Esto hace que haya pasado por las vicisitudes habituales conducentes a su consolidación. Si en muchos campos de las ciencias sociales hay problemas de orden epistemológico, ontológico y metodológico, en el caso de la comunicación intercultural estos se acentúan por las propias características del objeto de estudio. Con el propósito de establecer las diversas oportunidades de estudio que existen en la comunicación intercultural, Gudykunst (1987) establece cuatro diferentes áreas de estudio:
1. La comunicación intercultural es la comunicación interpersonal entre pueblos con diferentes sistemas socioculturales, y/o la comunicación entre miembros de diferentes subsistemas —por ejemplo, grupos étnicos— dentro del mismo sistema sociocultural. Este tipo de estudio busca la eficacia comunicativa, la competencia comunicativa intercultural.
2. La comunicación transcultural, designada como la comparación entre formas de comunicación interpersonal de distintas culturas. En este caso, se trata de comparar las diferencias entre las propias formas de comunicación de cada cultura.
3. La comunicación internacional, la cual hace referencia a los estudios de las relaciones internacionales en el ámbito de la comunicación de los medios de comunicación masiva. Desde la perspectiva de la política económica de los medios se trataría el orden internacional de la información y la comunicación.
4. La comunicación de masas comparada se centra en tanto el tratamiento diferenciado de la información de un mismo acontecimiento en medios de distintos países, como los efectos que tiene un mismo tipo de programa en cada país.
Podríamos inferir que la diversidad lingüística sociocultural inmersa en poblaciones heterogéneas, como las latinoamericanas, facilitaría que se diera un proceso de comunicación transcultural durante un intercambio de información. Esto propiciaría interpretaciones disímiles en la adjudicación de significados de un mensaje por parte de los receptores.
En 1998, Schutte indicó que la comunicación a través del lenguaje transcultural va más allá de las diferencias del idioma, porque se trata de diferencias en valores, tradiciones, costumbres y visiones del mundo. Para aminorar los problemas de comunicación transcultural hay que comprender los marcos de referencias perceptuales de las personas. Debemos comprender cómo perciben el mundo otros grupos étnicos, ya que esto ayudará a producir mejores resultados en la decodificación de los mensajes. Estudios han demostrado que se debe tomar en consideración la estrategia temática del mensaje organizando tácticamente lo que se quiere decir de diferentes maneras para poblaciones activas y con culturas diversas.
Steinberg (1981) destaca cómo el lenguaje no solo es importante en el intercambio de información, sino que ajusta las actitudes y percepciones culturales. Este indica que los distintivos étnicos no solo perduran después de que la lengua madre ha sido perdida, sino que está igualmente clara como enlace vital con el pasado cultural. La transmisión completa del lenguaje entre segundas y terceras generaciones marca un estado decisivo en la asimilación de los procesos. Para comunicarse efectivamente es importante entender y respetar las diferentes orientaciones culturales que corrientemente influyen en los pensamientos y actos de cada persona (Kreps y Kunimoto, 1994).
Debo distinguir el asunto relacionado a la posible pérdida de aspectos lingüísticos por parte de un receptor. Mucho se ha dicho sobre el proceso de enculturación en personas que inmigran a otros países. La enculturación infiere la adaptación de los aspectos socioculturales de una cultura a otra. Pero ¿cuán inmerso puede estar un ciudadano a ese proceso si mantiene lazos sociales y de residencia con personas de su propio origen? He aquí un cuestionamiento que va más allá de una simple suposición. Los expertos en comunicación deben auscultar si las poblaciones de inmigrantes cautivos en un país, y que mantienen lazos de convivencia común con personas de su mismo lugar de origen, pueden asignar el significado que se pretende en un mensaje no obstante a que las estructuras del lenguaje utilizadas no necesariamente están presentes en su estructura mental regida por la esencia de la cultura.
Samovar et al. (1988) exponen que existe un problema inherente cuando un mensaje es codificado por un miembro de una cultura y decodificado por otra. Esto debido a que los individuos están fuertemente inclinados a aceptar y creer lo que su cultura les ha hablado desde niños. Dicha situación puede inducir a que la gente tienda a ignorar o bloquear aquello que es contrario a sus creencias o realidades culturales.
El medio principal por el que una cultura transmite sus creencias, valores y normas es el lenguaje. Este es un sistema de símbolos aprendido, usado para representar las experiencias de una comunidad geográfica o cultural, además es el principal medio de pensamiento e interacción con otros miembros de una cultura (Rice, D’ Ambra y More 1998). Edward Sapir y Benjamin Whorf van más allá