Ser y educar. Enrique Martínez García
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c) Muy dispersos son los textos que hablan de la educación en general. La mejor pista nos la proporciona su análisis del sacramento del matrimonio, cuyo fin no sólo es la generación de la prole, sed traductionem, et promotionem usque ad perfectum statum hominis, inquantum homo est, qui est virtutis status30. Tenemos aquí un precioso obsequio de Tomás, su definición de educación. Estos textos en los que la educación es explicada como fin del matrimonio los hallamos, sobre todo, en las distinciones 26 a 42 de su comentario al libro cuarto de las Sentencias de Pedro Lombardo, en los capítulos 122 a 127 del libro tercero de la Summa contra gentiles y en la cuestión 15, dedicada a la lujuria, de la cuestión disputada De Malo. Podemos mencionar además su sermón Puer Jesus -con su continuación Jesus proficiebat-, que trata del perfeccionamiento del hombre.
Una vez localizado lo que dice santo Tomás sobre la educación se podrá después partir en busca de aquellos otros lugares en los que, aun sin hablar de aquélla, da las razones que la explican o proporciona los puntos de apoyo necesarios para extraer las consecuencias debidas. Así, por ejemplo, aun no apareciendo sobre la educación moral nada en concreto, nos es posible a partir de la Prima Secundae de la Summa Theologiae o de la cuestión disputada De virtutibus in communi construir una recia pedagogía moral31. Tendremos de este modo una filosofía de la educación ad mentem del Aquinate, cimentada en lo expresamente escrito por él. Intentaremos de este modo eludir la crítica realizada por Millán Puelles en el prólogo a su obra La formación de la personalidad humana, cuando asegura que el pensamiento de santo Tomás acerca de la educación suele estar poco o mal estudiado, precisamente, por no remitirse a sus textos:
Los escasos estudios sobre las ideas de santo Tomás acerca de la educación suelen, en efecto, consistir en las propias ideas de los autores de estos mismos estudios, inconcretamente referidas a unos pocos textos y acogidas al cómodo expediente de una filosofía ad mentem Divi Thomae que se dispensa de acudir a la letra32.
No obstante el mismo Millán Puelles reconoce que, a partir de los textos, conviene aportar la propia reflexión, «el derecho a la propia aventura33». Y esto es también lo que pretenden estas páginas.
1.4. Paedagogia perennis
Toda esta doctrina de santo Tomás de Aquino acerca de la educación fue calificada a principios del siglo XX por el dominico J. Woroniecky como paedagogia perennis:
Muchos pedagogos católicos no se dan cuenta de que existe una paedagogia perennis, mucho más profunda y vigorosa que aquella surgida a partir del Renacimiento, que es la que domina todavía el pensamiento pedagógico contemporáneo (…) En ninguna parte se encontrará una doctrina tan profunda y sólida de la educación por los actos que en la Suma Teológica, en el tratado sobre las virtudes34.
Para comprender mejor este calificativo de perenne conviene recordar ahora que entre las verdades de orden natural hay unas necesarias para hacer de la fe un «obsequio razonable» (Rm 12, 1) -los preambula fidei- y otras carentes de esa vinculación necesaria con el depósito de la fe. De esta manera, aquellas verdades conexas necesariamente con la fe «no deben ser consideradas como algo opinable, que se pueda discutir, sino que son como los fundamentos en los que se asienta toda la ciencia de lo natural y de lo divino35». Pues bien, estas palabras del papa san Pío X se refieren explícitamente a los principios -y conviene subrayar el término principios- de santo Tomás de Aquino, comunes a todo el patrimonio filosófico perenne:
Estos principios de santo Tomás no encierran otra cosa más que lo que ya habían descubierto los más importantes filósofos y doctores de la Iglesia, meditando y argumentando sobre el conocimiento humano, sobre la naturaleza de Dios y de las cosas, sobre el orden moral y la consecución del fin último36.
Tales verdades filosóficas, aunque no formalmente reveladas, son «propuestas por la Iglesia de modo definitivo37». Y entre éstas se encuentran los principios acerca de la educación. Un claro ejemplo de estos principios es la definición que da de ésta el papa Pío XI en su encíclica Divini Illius Magistri tomándola del Aquinate:
Y como la obligación del cuidado paterno continúa hasta que la prole se halla en situación de proveerse a sí misma, perdura el inviolable derecho de los padres, porque la naturaleza no pretende solamente la generación de la prole, sino también su conducción y promoción hasta el estado perfecto del hombre en cuanto hombre, que es el estado de virtud38.
Esta definición de educación manifiesta precisamente aquello que es inmutable, la ordenación del hombre a su perfección, que es la virtud. Es eso mismo lo que la hace perenne, según la acertada expresión del P. Woroniecky, y por ello capaz de iluminar también hoy el quehacer educativo. Acerquémonos, pues, a la filosofía de la educación de Tomás de Aquino, maestro de todo hombre, Doctor Humanitatis39.
1. Summa Theologiae II-II, q.16, a.2 ob.2 (a partir de ahora STh.).
2. Los datos biográficos acerca de santo Tomás están recogidos principalmente de James A. Weisheipl, Friar Thomas D’Aquino: his life, thought, and works, The Catholic University of America Press, 1974, (traducción al castellano: Tomás de Aquino. Vida, obras y doctrina, Pamplona, EUNSA, 1994).
3. Cf. Guillermo de Tocco, Hystoria beati Thomae c.9.
4. Ibid., c.12.
5. Bernardo Gui, Legenda S. Thomae, c.34.
6. AA.VV., Commentary on the Four Gospels by S. Thomas Aquinas, Oxford-Londres, 1864, vol.I, pt.1, preface IV (citado por James A. Weisheipl, op. cit., p.208).
7. E.A Synan, «Brother Thomas, the Master, an the Masters», en AA.VV., St. Thomas Aquinas 1274-1974: Commemorative Studies, 2 vols., Toronto, A.A. Maurer-Pont. Inst. de Mediaeval Studies, 1974 (citado por James A. Weisheipl, op. cit., p.104).
8. Abelardo Lobato, Santo Tomás de Aquino, arquitecto de la vida universitaria. El profesor ideal en la paideia tomista, Madrid, Universidad San Pablo CEU, 1996, p.26.
9. Cf. Principium biblicum, ps.1.
10. In Psalmos, pr.
11. «Tomás tenía un cariño particular por san Pablo, como lo tuvo santo Domingo antes que él» (James A. Weisheipl, op. cit., p.288).
12. Catena Aurea in Matthaeum, pr.1.
13. «Los editores Quaracchi de la Summa de Alejandro de Hales observan que Aquino fue el primer escritor escolástico latino en utilizar al pie