Epistemología, ética y hermenéutica en el siglo XXI. Víctor Hugo Caicedo Moscote

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del ejercicio profesional al detalle siempre con desconfianza. Para tratar de corregir falencias, el profesor deberá hacer lecturas con los estudiantes; la clave está en oír a los educandos y corregirles sin afanes; recordando que el proceso enseñanza y aprendizaje debe ser tomado como un acto lúdico. Pasión por enseñar, por aprender, por pensar y poner a pensar.

       PRIMERA PARTE EL ADIÓS A LAS ESCUELAS

       CAPÍTULO I UNA PROPUESTA DE AVENTURA EN EL PENSAMIENTO MODERNO

      La Edad Moderna se inicia con una pléyade de acontecimientos, situados básicamente entre los siglos XIV y XVI tales como: el Renacimiento en Italia, la invención de la imprenta, el descubrimiento de América, el surgimiento del protestantismo, el nacimiento de los movimientos nacionalistas europeos, la propuesta de la teoría heliocéntrica de la mano de Copérnico, Bruno, Kepler y Galileo, etc. Tales acontecimientos marcan el comienzo del fin de la medievalidad. Se despide la Edad Media, período en el cual la Iglesia intentó imponer su cosmovisión, a través de sus valores básicos: Fe, Autoridad y Dios. Se dice “el comienzo del fin” en tanto se debe recordar que este cambio de mentalidad se da a través de un proceso y no debido a un acontecimiento súbito y particular. Esto significa la conclusión de una concepción del mundo y el surgimiento de otra cosmovisión.

      El Renacimiento resultó de un choque frontal contra todo el esquema medieval en ciencia, religión, literatura, pintura, música y artes, en general.

      La invención de la máquina de imprenta hizo posible la masificación en la producción del texto y como resultado de ello, no sólo abarató su costo, sino que, además, incrementó el número de lectores y de contera el de escritores. Pero la consecuencia mayor estriba en que siglos después se produjo la Ilustración. Se tiene, en ese momento, la producción de la Enciclopedia por parte de sus principales promotores entre los años 1751 y 1772 en Francia: Denis Diderot (1713–1784) y Jean Le Rond d’Alembert (1717–1783). Sin la imprenta, el librepensamiento masificado hubiese sido inconcebible.

      La Modernidad es la forma de pensamiento que se construye durante la Edad Moderna. Su espíritu es recogido por el poeta andaluz Antonio Machado (1875–1939): “se hace camino al andar”. El hombre moderno es un hombre que construye su camino dándose su propia luz, la luz de la Razón. El hombre moderno se guía por el saber de la Ciencia.

      Esta nueva forma de interpretar el mundo la vemos también en el pintor sevillano Diego Velázquez (Diego Rodríguez de Silva y Velázquez 1599–1660), al analizar su cuadro “Las Meninas”8 pintado en 1656. Al artista lo encontramos a un lado del lienzo, frente a una pintura aún inconclusa, el pintor se muestra él, pero no permite ver el contenido de la tela. Por lo tanto, no sabemos si se trata de la primera pincelada o de la última. Junto al artista vemos una princesa, varios de sus asistentes y, además, un enano de la corte con un perro al lado. Todos los retratados están pendientes del trabajo del artífice de la pintura. El rey y la reina de España –Felipe IV y su esposa Mariana, quienes realmente están posando para el cuadro– aparecen como reflejo en un espejo dispuesto en la pared del fondo, fuera del foco principal de atención.

      El centro de atención, en primera instancia, lo constituye el artista. Vemos un pintor que nos observa. El asunto es de pura reciprocidad. Pero queda la duda de si nos mira como efecto de estar observando el lugar de su objeto.

      El artista ocupa así un lugar privilegiado desplazando a la figura del monarca. En cierto sentido se considera más poderoso que él. Lo anterior por cuanto el artista moldea la imagen del rey. Velázquez muestra cómo es él quien determina la figura del –antes todopoderoso– monarca. El tema que se plantea, aunque aparentemente es sólo político, es en realidad, ante todo, epistémico: el problema de la representación. El mismo Machado reconocía su importancia cuando escribía: “De la mar al precepto, / del precepto al concepto, / del concepto a la idea / –¡oh, la linda tarea! –, / de la idea a la mar. / ¡Y otra vez a empezar!”.

      Y también al afirmar que “si Kant hubiera sido pintor, habría pintado algo muy semejante a Las Meninas; una reflexión juiciosa sobre el famoso cuadro del gran sevillano nos lleva a la Crítica de la razón pura, la obra clásica y luminosa del maestro de Königsberg”9.

      Pero lo que acabamos de expresar recoge la tradición clásica que vincula el arte a la época: la representación a lo representado. Por ejemplo la composición Clave bien temperado de Johann Sebastián Bach (1685–1750) es para muchos la materialización de la dinámica del pensamiento; el cuadro La primavera –pintado entre 1477 y 1478– por Sandro Botticelli10 (1445–1510), todos sabemos, representa la nueva época: El Renacimiento. Pero, además, hay otras obras de arte que pretenden acercarnos claramente al hombre moderno que tiene que abrigarse con su pensamiento porque empieza a sentirse desnudo, ya no está protegido por el manto de la divinidad: El Pensieroso de Miguel Ángel (1465–1564) y, un poco más cercano a nuestros tiempos, la escultura El pensador hecha en 1888 por el francés Auguste Rodin (1840–1917)11.

      Pero el docente no puede quedarse allí. Por extasiado que se halle, debe mostrar al alumno las consecuencias del Renacimiento y claramente una de dichas consecuencias fue el rescate y consolidación del pensamiento racional-griego. El profesor tiene aquí un reto enorme: insertar las figuras de Descartes (1596–1650), Leibniz (1646–1716) y Kant (1724–1784), entre otros, para explicar qué significa el Racionalismo y su producto-productor: el pensar racional en la cultura occidental. En esta tarea se recomienda la lectura de excelentes divulgadores de la historia de la filosofía12.

      El docente tiene también que mostrar cómo este discurso racional recorre –formando y reformando– todo el saber en general y las diversas disciplinas, en particular. Por ejemplo, la separación mente/cuerpo propuesta por Descartes impidió en materia de medicina, hasta hace muy poco, concebir como posible las enfermedades psicosomáticas y en el discurso jurídico formuló propuestas autopoiéticas como cierta forma –limitada y en cierto modo “pobre”– de comprender su funcionamiento.

      Luego es conveniente, enfrentar el discurso racionalista al empirista representado básicamente por el llamado “Empirismo inglés” (Locke, 1632–1704; el obispo Berkeley, 1685–1753 y Hume, 1711–1776). Se tiene la tarea de exponerle al estudiante los defectos del pensamiento empírico, que impide –entre otros hechos– la formación de teorías, necesarias para lograr la predictibilidad (aún en términos de probabilidad) propia de las disciplinas científicas13.

      Llegados a este punto se debe trabajar, como mínimo, en dos direcciones. La primera señalando que se hace necesario rebasar la Teoría del Conocimiento y para mostrar cómo históricamente –y de manera básica– a partir de Kant, es superada por una Epistemología14. La segunda dirección apunta a señalar cómo, grosso modo, ha evolucionado el discurso de las ciencias (de los griegos a Dirac, por ejemplo). Reconocido lo anterior el estudiante, deberá tener claro el porqué de la exclusión de la Teoría del Conocimiento y la inclusión de la Epistemología Jurídica como materia en las facultades de Derecho.

      Entonces se debe vincular lo examinado con los hechos que nos permitan entender la construcción del pensamiento moderno. Algunos de tales hechos son: la tríada de revoluciones sociales de carácter burgués (americana, inglesa y francesa)15, así como un acercamiento al modo de producción capitalista que le sirve de soporte. El análisis del modo de producción – aunque no muy profundo, en razón del tiempo– debe ser serio, riguroso y crítico, por cuanto éste es el tipo de pensamiento que la universidad promete al estudiante cuando se matricula. Se exceptúa de ello al profesor dogmático propio de una universidad confesional y ajena al debate necesario en la academia. Aquí es importante recordar que en la historia la figura del burgués emerge como revolucionaria y que se convertiría en reaccionaria una vez llega al poder.

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