El Capitán Veneno. Pedro Antonio de Alarcón

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El Capitán Veneno - Pedro Antonio de Alarcón

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declara usted, pues, en retirada?

      – En retirada… ¿de qué?

      – ¡Toma! ¡Usted lo sabrá! ¿No me la212 echó de tan valiente y batalladora el día que me llamó indio bravo?

      – Pues no me arrepiento de ello, amigo mío… Pero basta de despropósitos, y hasta mañana.

      – ¿Se va usted? ¡Eso no vale! ¡Eso es huir! – solía decirle entonces el muy taimado.

      – ¡Como usted quiera!.. – respondía Angustias encogiéndose de hombros. – El caso es que me retiro…

      – Y ¿qué voy a hacer ahora aquí, solo, toda la santa213 noche? ¡Repare usted en que son las siete!

      – Ésa no es cuenta mía. Puede usted rezar, o dormirse, o hablar con mamá… Yo tengo que seguir arreglando el baúl de papeles de mi difunto padre… ¿Por qué no pide usted una baraja a Rosa, y hace solitarios?

      – ¡Sea usted franca! – exclamó un día el impenitente214 solterón, devorando con los ojos las blanquísimas y hoyosas manos de su enemiga. – ¿Me guarda usted rencor porque, desde aquella mañana, no hemos vuelto a jugar al tute?

      – ¡Muy al contrario! ¡Alégrome de que hayamos dejado también esa broma! – respondió Angustias, escondiendo las manos en los bolsillos de la bata.

      – Pues entonces, alma de Dios, ¿que quiere usted?

      – Yo, señor don Jorge, no quiero nada.

      – ¿Por qué no me llama usted ya215 "Señor Capitán Veneno"?

      – Porque he conocido que no merece usted ese nombre.

      – ¡Hola! ¡Hola! ¿Volvemos a las suavidades y a los elogios? – ¿Qué sabe usted cómo soy yo por dentro?

      – Lo que sé es que no llegará usted nunca a envenenar a nadie…

      – ¿Por qué? ¿Por cobardía?

      – No, señor; sino porque es usted un pobre hombre, con muy buen corazón, al cual le ha puesto cadenas y mordaza, no sé si por orgullo o por miedo a su propia sensibilidad… Y, si no, que se lo pregunten a mi madre…

      – ¡Vaya! ¡vaya! ¡doblemos esa hoja!216 ¡Guárdese usted sus celebraciones como se guarda sus manecitas de marfil! ¡Esta chiquilla se ha propuesto volverme del revés!

      – ¡Mucho ganaría usted en que me lo propusiera y lo lograra, pues el revés de usted es el derecho! Pero no estamos en ese caso… ¿Qué tengo yo que ver en sus negocios?

      – ¡Trueno de Dios! ¡Pudo usted hacerse esa pregunta la tarde que se dejó fusilar por salvarme la vida! – exclamó D. Jorge con tanto ímpetu como si, en vez del agradecimiento, hubiese estallado en su corazón una bomba.

      Angustias le miró muy contenta, y dijo con noble fogosidad:

      – No estoy arrepentida217 de aquella acción: pues si mucho le admiré a usted al verlo batirse la tarde del 26 de Marzo, más le he admirado al oírlo cantar, en medio de sus dolores, la jota aragonesa, para distraer y alegrar a mi pobre madre.

      – ¡Eso es! Búrlese usted ahora de mi mala voz!

      – ¡Jesús, qué diantre de hombre! – ¡Yo no me burlo de usted, ni el caso lo merece! ¡Yo he estado a punto de llorar, y he bendecido a usted desde lejos, cada vez que le he oído cantar aquellas coplas!..218

      – ¡Lagrimitas! – ¡Peor que peor! – ¡Ah, señora doña Angustias! ¡Con usted hay que tener mucho cuidado! – ¡Usted se ha propuesto hacerme decir ridiculeces y majaderías impropias de un hombre de carácter, para reírse luego de mí, y declararse vencedora! – Afortunadamente, estoy sobre aviso, y tan luego como me vea próximo a caer en sus redes, echaré a correr con la pierna rota y todo, y no pararé hasta Pekín! – ¡Usted debe ser lo que llaman una coqueta!

      – ¡Y usted es un desventurado!

      – ¡Mejor para mí!

      – ¡Un hombre injusto, un salvaje, un necio…!

      – ¡Apriete usted! ¡Apriete usted! – ¡Así me gusta! – ¡Al fin vamos a pelearnos una vez!

      – ¡Un desagradecido!

      – ¡Eso no, caramba!219 ¡Eso no!

      – Pues bien: ¡guárdese usted su agradecimiento, que yo, gracias a Dios, para nada lo necesito! Y, sobre todo, hágame el obsequio de no volver a sacarme estas conversaciones…

      Tal dijo Angustias, volviéndole la espalda con verdadero enojo.

      Y así quedaba siempre, de obscuro y embrollado, el importantísimo punto que, sin saberlo, discutían aquellos dos seres desde que se vieron por primera vez… y que muy pronto iba a ponerse más claro que el agua.

       V

       PERIPECIA 220

      El tan celebrado y jubiloso día en que se levantó el Capitán Veneno había de tener un fin asaz lúgubre y lamentable, cosa muy frecuente en la humana vida, según que más atrás, y por razones inversas a las de ahora, dijimos filosóficamente.

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      1

      la vecina corte, or la villa y corte, means 'Madrid'.

      2

      con vivas instancias,

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<p>212</p>

la, it: the usual feminine for our indefinite it: let it go; now you've done it.

<p>213</p>

santa: euphemism again; the whole blessed night.

<p>214</p>

impenitente: the 10th edition has impertinente.

<p>215</p>

no… ya, no longer.

<p>216</p>

doblemos = volvamos, let us turn.

<p>217</p>

arrepentida, repentant: -ido forms often have -ing sense: dormido, sleeping; colgado, hanging; sufrido, patient; callado, silent. The changed meaning is often only apparent, as in agradecido, grateful; complacido, pleasant. Sometimes the sense is little different between the past and present participles, e.g. hung on the wall or hanging on the wall.

<p>218</p>

que le he oído cantar, I have heard you sing; hacerme decir, make me say; se dejó fusilar, let himself get shot; notice that in the first, le is the object of oído; in the second, -me is the object of hacer; but in the last, se is the object of fusilar.

<p>219</p>

caramba: this is the commonest oath = heavens; it expresses surprise or anger in various degrees, and often is virtually colorless.

<p>220</p>

Peripecia, Sudden Change in the Situation; mudanza repentina de situación, Diccionario de la Academia.