¿Psicólogo o no psicólogo? Cuándo y a quién consultar. Patrick Delaroche
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El psiquiatra infantil del segundo tipo se plantea cuál es la mejor manera de ayudar a padres, niños y adolescentes (en general desde el inicio de su carrera) y se ha dado cuenta rápidamente, en la práctica, que esta ayuda pasa por la palabra. Pero la palabra y su verdad se utilizan incorrectamente en los trastornos psíquicos y se deforman de varias maneras: malentendidos, cosas que se callan, olvidos, rechazos, fijaciones… y son fuente inconsciente de muchos sufrimientos. El paciente es el que debe encontrar todos estos fallos en su historia infantil, como descubrió Freud: el psicoanalista lo ayuda gracias a sus conocimientos, pero también gracias a ser él mismo, a su historia personal. De aquí la necesidad que tiene de conocer su inconsciente y de haberse analizado por su cuenta. El psiquiatra infantil que intenta resolver lo antes posible en la infancia real del niño los conflictos que se traman en su inconsciente encontrará en su psicoanálisis personal una formación mucho más importante para él que las nociones abstractas de los libros (aunque también son imprescindibles). Así, tenderá a curar al niño mediante psicoterapia psicoanalítica (forma adaptada de psicoanálisis o de otras técnicas derivadas: psicodrama individual, juego de rol). Además, podrá ayudar a los padres mediante una orientación, reducir los conflictos familiares gracias a una terapia familiar o mejorar el entendimiento entre los padres proponiéndoles una terapia de pareja.
Evidentemente, la descripción de estos dos tipos de psiquiatras infantiles es esquemática. El psiquiatra biologista podrá prescribir una psicoterapia analítica o mandar a su cliente a un terapeuta, y el psiquiatra psicoanalista podrá prescribir medicamentos o incluso una terapia comportamental paralelamente a su acción.
El psicoterapeuta
A menudo sucede que los padres consultan directamente a un psicoterapeuta, sin pasar por un psiquiatra infantil, del sistema privado o público. En el segundo caso, el tratamiento será responsabilidad del psiquiatra infantil director del centro que puede visitar al niño en una segunda fase. Por ello, la fórmula de una consulta paidopsiquiátrica previa me parece la más adecuada (es comprensible por qué la falta de psiquiatras infantiles dificulta el funcionamiento de los centros públicos y semipúblicos). Esta visita, de hecho, puede ser suficiente en la mayoría de los casos o desembocar en una reeducación, una orientación o una psicoterapia. Si el niño es confiado a un terapeuta o a un rehabilitador, el psiquiatra infantil podrá ver con frecuencia a los padres.
Si este psicoterapeuta es psiquiatra infantil, volvemos al párrafo anterior, pero a la vista de la diversidad de formación de los psicoterapeutas también podremos separar esta categoría en dos: los psicoanalistas (o que recurren al psicoanálisis) y los que no recurren a él en absoluto.
Los que recurren al psicoanálisis
Aparte de los médicos, la mayoría de los psicoterapeutas que recurren al psicoanálisis son psicólogos, en principio psicólogos clínicos. Tienen una formación universitaria (diplomatura, licenciatura y tesis), han realizado numerosos cursos prácticos y a menudo cuentan con una formación complementaria en psicoterapia infantil o en psicodrama sobre el terreno. Igual que en el caso de los médicos, los interesados en el psicoanálisis inician lo antes posible una cura personal, seguida de seminarios en escuelas o asociaciones de psicoanalistas. Esta cura personal irá seguida de controles (cura practicada en el sector privado o en instituciones bajo la supervisión de un analista veterano) y de una habilitación que adoptará caminos diferentes en función de las escuelas, pero que recurrirá a semejantes o a veteranos que puedan juzgar la calidad personal del candidato. También existen auténticos psicoanalistas, a menudo de formación filosófica, formados y reconocidos por una escuela, que no han seguido esta formación (pero cada vez más psicoanalistas sienten la necesidad, a nivel normativo, de seguir una formación universitaria, la única que les permite trabajar en el sector público). Así pues, se trata de una formación muy seria.
Por lo tanto, como el título de psicoanalista no está ni protegido ni reconocido, cualquiera puede poner una placa y ejercer esta profesión sin rendir cuentas a nadie. Sin embargo, la mayoría de los psicoanalistas se forman en sociedades que realizan una selección larga y rigurosa. Su formación se basa en un análisis personal y en controles (análisis supervisados). Su participación en una empresa reconocida es una garantía de esta formación, lo cual debería evitar que el público se dirigiera solo a los diplomados oficiales (médicos o psicólogos), que no por ello garantizan esta formación profesional que no siempre realizan.
En cuanto al estatus del psicoterapeuta infantil, como en el caso de los psicoanalistas, no está reconocido ni por el Estado ni por los centros que los contratan. Esta situación ha sido propiciada por los propios interesados, que querían mantener su profesión alejada de cualquier intromisión estatal. Por ello, en las consultas, centros (internados o centros medicopsicológicos externos), hospitales de día, institutos medicoeducativos, centros de ayuda ocupacional, etc., los psicoanalistas no están remunerados como tales. Trabajan como médicos o psicólogos, mientras que los propios textos oficiales reconocen, recomiendan e imponen la práctica de la psicoterapia.
♦ El chequeo psicológico
El chequeo psicológico es el medio del que dispone el psicólogo para determinar, mediante test, la inteligencia y la afectividad del niño o del adolescente. Sin embargo, los test son una manera indirecta (con relación a las preguntas simples) de recoger cierta verdad. Esto indica hasta qué punto este chequeo está impregnado de ética clínica: no pueden leerse sus conclusiones a la familia sin las reservas que exige el respeto del secreto que todo profesional debe al niño. Además, las condiciones de la realización de la prueba y la actitud del clínico pueden influir en lo que no será más que un cliché, una fotografía del niño en un momento dado. Dicho esto, el chequeo puede ser útil, por un lado, para la institución escolar cuando se plantea un problema de orientación, y por otro, como ayuda al diagnóstico, sobre todo para los especialistas no formados en psicoanálisis.
Los test de aptitudes, o «mediciones» de la inteligencia, se gradúan estadísticamente; en particular, se distinguen las escalas de Wechsler, entre las cuales la WISC (escala de Wechsler para niños) es la utilizada habitualmente. Consta de dos partes muy distintas: la parte verbal (que tiene que ver con el vocabulario, la comprensión, las similitudes, etc.) y la parte de rendimiento, que se basa en la colocación de imágenes, el montaje de objetos, cubos (es decir, que mide la inteligencia «bruta»). De hecho, es interesante comparar las dos series de resultados, ya que una diferencia importante entre ambos tipos de inteligencia tiene un significado diagnóstico y, por tanto, terapéutico.
Entre los test de personalidad más utilizados, se encuentran:
– el TAT (Thematic Aperception Test). Se pide al niño que invente historias a partir de imágenes que se le enseñan y que pueden evocar relaciones edípicas, la ansiedad del abandono, la agresividad, etc.;
– el Rorschach, inventado por el psicoanalista suizo epónimo, se basa en el mismo principio, pero las imágenes son sustituidas por las famosas manchas de tinta. Gracias a ciertas comparaciones que han sido objeto de numerosas investigaciones, permite estudiar la relación del sujeto con las imágenes parentales interiorizadas e inconscientes (la madre llamada arcaica, por ejemplo, las relaciones sociales, la sexualidad y el complejo de Edipo).
Otros test exploran la percepción, la motricidad y el nivel escolar.
Cabe recordar, en todo caso, que los chequeos solo son útiles si son globales, si no se limitan a los test de aptitud. Los test de personalidad, por ejemplo, miden igual de bien la inteligencia que el Wechsler.
♦ En el sector público
En el sector público en España existen dos tipos de recursos asistenciales para