El mundo y la vida desconocida de los faraones. Eric Garnier
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«Aunque las aguas del Nilo hayan crecido, ya nadie trabaja, pues todos piensan: “No sabemos qué ocurre en el país“. El hombre mata a su hermano, nacido de su propia madre. Los caminos están vigilados.
«Personas ocultas entre los matorrales esperan al paisano que regresa a casa al anochecer para robarle su carga; lo muelen a palos y lo matan vergonzosamente. Las tropas que han perdido a sus capitanes se mueven erráticamente, pues ya no hay nadie que las agrupe.
«Las cosechas se pierden. Hay carestía de prendas de vestir, especias y aceite. Los graneros están destrozados y sus guardianes yacen en el suelo. La gente come hierba y bebe agua; muchos roban el alimento destinado a los puercos».
Los intercambios culturales que mantuvo Egipto con Mesopotamia, la unificación del país bajo la batuta de un único soberano y la llegada de un reinado centralizador contribuyeron a que se inventara la escritura al final de la época predinástica. Aunque se utilizó principalmente para fines administrativos, también conoció otros usos. Por ejemplo, la escritura monumental apareció enseguida, aunque sólo en las leyendas de obras pintadas o esculpidas. La escritura capital (jeroglífica) y la cursiva (hierática) surgieron más adelante y se desarrollaron de forma simultánea.
La evolución de la escritura se divide en cinco grandes etapas:
• Escritura predinástica: ausencia de textos coherentes y frases completas.
• Durante el reinado de Zoser se realizó una reforma del sistema que permitió escribir frases complejas y textos extensos. La escritura se utilizaba para fijar códigos y, durante la dinastía V, también se desarrolló en forma de autobiografías. Se sospecha que existieron antologías científicas, matemáticas y médicas, pero no verdaderos textos literarios. Por lo general, a través de la escritura sólo se trataban temas prácticos o esenciales.
• El Primer Periodo Intermedio fue testigo de la democratización de la escritura, así como del desarrollo de la literatura autobiográfica y la creación de obras de entretenimiento. Estos relatos estaban dirigidos a los adultos y a una élite intelectual. La literatura, que ofrecía una nueva manera de formular y resaltar el discurso escrito, influyó en gran medida en los textos religiosos, que tuvieron una mayor difusión. Los reyes insertaron sus autobiografías en los textos históricos.
• Durante el Nuevo Imperio se desarrollaron las creaciones literarias. Los géneros se multiplicaron y se diversificaron. El uso de la escritura se complicó debido al desajuste cada vez mayor que existía entre la lengua hablada – el neoegipcio escrito en cursiva hierática– y el egipcio medio, que solía utilizarse en las inscripciones jeroglíficas monumentales y religiosas.
• La transmisión cultural se perpetuó a través de los escritos del periodo tardío. La aparición de la escritura demótica – simplificación de la escritura hierática– cubrió un nuevo estadio de la lengua y una evolución de las mentalidades.
Esta evolución estuvo marcada por la diversificación de los contextos en los que se utilizaba la escritura.
También se constató una habilidad creciente en los escribas, que utilizaban signos cada vez más reducidos y estilizados y, por lo tanto, más prácticos.
Se estableció una lenta, pero clara, división entre los distintos tipos de escritura, a pesar de que unos derivaban de otros. Por esta razón, los escribas demóticos empezaron a necesitar tablas de concordancia para transcribir sus textos en escritura hierática o jeroglífica.
Sin embargo, la escritura siguió siendo principalmente un instrumento de la administración y el saber de una élite.
Era una marca de pertenencia a la clase aristocrática y una característica masculina, puesto que pocas mujeres tenían acceso a ella.
Durante el Imperio Medio, Menfis contaba con 1,5 millones de habitantes, pero sólo entre 5000 y 15 000 sabían leer y escribir.
A partir del Primer Periodo Intermedio, los egipcios aprendieron a leer y a escribir en las escuelas. Este aprendizaje, relativamente breve, se iniciaba con la escritura jeroglífica y pasaba después a la escritura hierática, más difícil pero también más utilizada. Pocos escribas estaban realmente versados en el uso de la escritura jeroglífica, pues este conocimiento estaba reservado a un cuerpo de élite, a los dibujantes y a los sacerdotes.
Debido a la simplicidad de sus intercambios, la economía egipcia no requería una gran administración y, por lo tanto, la clase literaria privilegiada no necesitaba ampliar sus rangos.
La escritura fue, tanto en Egipto como en otros países, una fuerza estabilizadora que permitió fijar la tradición. También fue una herramienta de progreso que favoreció la transmisión de nuevas ideas.
El complejo sistema de escritura jeroglífica
La escritura jeroglífica apareció en Egipto hacia el año 3200 a. C., seguramente después de que surgiera la escritura cuneiforme. Aunque fue el resultado de una larga evolución, cuya existencia asegura el hallazgo de paleojeroglíficos o jeroglíficos arcaicos, el sistema surgió con rapidez sin que fuera posible identificar sus orígenes.
Las consonantes sólo se percibían con la ayuda de unos signos, llamados fonogramas, que servían de apoyo a un sonido. El ideograma, por su parte, era un término completo que solía hacer referencia al ser u objeto representado por el signo. Todo fonograma podía ser utilizado como ideograma. Para ello, bastaba con acompañarlo de un trazo vertical que indicara que se trataba del ser u objeto representado. Sin embargo, también podía tener otros significados, como el conjunto del objeto representado o la herramienta necesaria para la acción.
Cuando un signo se utilizaba como fonograma, podía unirse a otros signos para expresar un valor fónico complejo o crear nuevas palabras. La escritura jeroglífica permitía expresar nociones que no hacían referencia a objetos reales y desarrollar pensamientos abstractos.
El alfabeto egipcio seguía un orden propio que era necesario conocer para poder trabajar con él. Resulta prácticamente imposible traducir un texto directamente, salvo por las fórmulas redundantes, puesto que la escritura jeroglífica carecía de puntuación y no separaba las palabras.
Los signos jeroglíficos se podían escribir de derecha a izquierda o de izquierda a derecha, y también de arriba abajo (poco habitual) o de abajo arriba. En cambio, las escrituras cursiva, hierática y demótica siempre se escribían de derecha a izquierda, como el árabe, o en columnas que iban de arriba abajo.
La escritura jeroglífica buscaba una disposición armoniosa de los signos. Estos debían agruparse en cuadros imaginarios, divididos en mitades y cuartos. Los escribas, impulsados por el miedo al vacío que también sentían los pintores y escultores, intentaban ocupar el espacio de escritura de la mejor forma posible. La búsqueda de armonía se convirtió en una obligación que les incitaba a colocar ciertos signos antes de aquellos que deberían precederlos de forma lógica o detrás de aquellos que deberían ir detrás, con el único fin de obtener una disposición armoniosa. Esta manipulación se realizaba en detrimento del buen sentido y no facilitaba en absoluto la lectura.
La escritura jeroglífica también presentaba un fenómeno de prelación que hacía que un grupo de signos pasara por delante de otro simplemente porque expresara una noción importante, como dios o faraón. Además, si aparecían dos consonantes similares seguidas, sólo se escribía una, aunque cada una de ellas formara parte de una palabra distinta.