La Celestina. Fernando de Rojas

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La Celestina - Fernando de Rojas

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caso temo tu pena e mia: desseo prouecho: querria que este negocio houiesse buen fin: no porque saliesse mi amo de pena / mas por salir yo de lazeria: e assi miro mas inconuenientes con mi poca esperiencia / que no tu como maestra vieja. ELICIA.—santiguarme quiero, Sempronio: quiero hazer vna raya en el agua: que nouedad es esta venir oy aca dos vezes? CEL.—calla, boua: dexale: que otro pensamiento traemos en que mas nos va: dime, esta desocupada la casa? fuesse la moza que esperaua al ministro? ELIC.—e avn despues vino otra, e se fue. CEL.—si que no embalde? ELIC.—no en buena fe / ni dios lo quiera / que avnque vino tarde: mas vale a quien dios ayuda &c. CEL.—pues sube presto al sobrado alto de la solana / e baxa aca el bote del azeyte serpentino que hallaras colgado del pedazo de la soga que traxe del campo la otra noche, quando llouia e hazia escuro: e abre el arca de los lizos: e hazia la mano derecha hallaras vn papel escrito con sangre de morciegalo, debaxo de aquel ala de drago a que sacamos ayer las vnas: mira no derrames el agua de mayo que me traxeron a confecionar. ELIC.—madre, no esta donde dizes: jamas te acuerdas a cosa que guardas. CEL.—no me castigues, por dios, a mi vejez: no me maltrates, Elicia. no infinjas porque esta aqui Sempronio: ni te soberuezcas: que mas me quiere a mi por consejera que a ti por amiga: avnque tu le ames mucho. Entra en la camara de los vnguentos, e en la pelleja del gato negro, donde te mande meter los ojos de la loba, le fallaras: e baxa la sangre del cabron: e vnas poquitas de las baruas que tu le cortaste. ELIC.—toma, madre, veslo aqui. yo me subo e Sempronio arriba. CEL.—conjurote, triste Pluton, senor de la profundidad infernal: emperador de la corte danada: capitan soberuio de los condenados angeles: senor de los sulfureos fuegos que los heruientes etnicos montes manan: gouernador e veedor de los tormentos e atormentadores de las pecadoras animas, "regidor de las tres furias / Tesifone / Megera / e Aleto / administrador de todas las cosas negras del reyno de Stigie e Dite: con todas sus lagrimas: e sombras infernales: e litigioso caos. mantenedor de las bolantes harpias / con toda la otra compania de espantables e pauorosas ydras." Yo, Celestina, tu mas conocida clientula: te conjuro por la virtud e fuerza destas vermejas letras. por la sangre de aquella noturna aue con que estan escriptas. por la grauedad de aquestos nombres e signos que en este papel se contienen. por la aspera ponzona de las biuoras, de que este azeyte fue hecho, con el qual vnto este hilado: vengas sin tardanza a obedescer mi voluntad. e en ello te embueluas: e con ello estes sin vn momento te partir, hasta que Melibea con aparejada oportunidad que aya, lo compre. E con ello de tal manera quede enredada: que quanto mas lo mirare, tanto mas su corazon se ablande a conceder mi peticion: e se le abras e lastimes de crudo e fuerte amor de Calisto: tanto que despedida toda honestidad se descubra a mi: e me galardone mis passos e mensaje: e esto hecho: pide e demanda de mi a tu voluntad: si no lo hazes con presto mouimiento, ternasme por capital enemiga: herire con luz tus carceres tristes e escuras: acusare cruelmente tus continuas mentiras: apremiare con mis asperas palabras tu horrible nombre: e otra e otra vez te conjuro: e assi confiando en mi mucho poder, me parto para alla con mi hilado: donde creo te lleuo ya embuelto.

      ARGUMENTO DEL QUARTO AUTO

      Celestina, andando por el camino habla consigo misma, fasta llegar a la puerta de Pleberio, onde hallo a Lucrecia, criada de Pleberio. ponese con ella en razones. Sentidas por Alisa, madre de Melibea: e sabido que es Celestina, fazela entrar en casa. Viene vn mensajero a llamar a Alisa. vase. queda Celestina en casa con Melibea: e le descubre la causa de su venida.

CELESTINA. LUCRECIA. ALISA. MELIBEA

      CEL.—Agora que voy sola, quiero mirar bien lo que Sempronio ha temido deste mi camino: porque aquellas cosas que bien no son pensadas: avnque algunas vezes ayan buen fin, comunmente crian desuariados efetos: assi que la mucha especulacion nunca carece de buen fruto. Que avnque yo he dissimulado con el, podria ser que, si me sintiessen en estos passos de parte de Melibea, que no pagasse con pena que menor fuesse que la vida, o muy amenguada quedasse: quando matar no me quisiessen, manteandome o azotandome cruelmente. Pues amargas cient monedas serian estas. ay cuytada de mi! en que lazo me he metido: que por me mostrar solicita e esforzada pongo mi persona al tablero: que fare, cuytada, mezquina de mi: que ni el salir afuera es prouechoso: ni la perseuerancia carece de peligro. pues yre / o tornarme he? o dubdosa e dura perplexidad: no se qual escoja por mas sano: en el osar manifiesto peligro: en la couardia denostada perdida: a donde yra el buey que no are? Cada camino descubre sus danosos e hondos barrancos. si con el furto soy tomada, nunca de muerta o encorozada falto, a bien librar. Si no voy, que dira Sempronio? que todas estas eran mis fuerzas? saber e esfuerzo, ardid e ofrecimiento: astucia e solicitud? e su amo Calisto, que dira? que hara? que pensara? sino que ay nueuo engano en mis pisadas. Y que yo he descubierto la celada: por hauer mas prouecho desta otra parte: como sofistica preuaricadora. O si no se le ofrece pensamiento tan odioso: dara bozes como loco: dirame en mi cara denuestos rabiosos: proporna mill inconuenientes que mi deliberacion presta le puso. Diziendo, tu, puta vieja: por que acrescentaste mis pasiones con tus promessas? Alcahueta falsa: para todo el mundo tienes pies: para mi lengua: para todos obra: para mi palabras: para todos remedio: para mi pena: para todos esfuerzo: para mi te falto: para todos luz: para mi tiniebla. Pues, vieja traydora, porque te me ofreciste? que tu ofrecimiento me puso esperanza: la esperanza dilato mi muerte: sostuuo mi viuir: pusome titulo de hombre alegre: pues no hauiendo efeto, ni tu careceras de pena: ni yo de triste desesperacion. Pues, triste yo: mal aca: mal aculla: pena en ambas partes: quando a los estremos falta el medio: arrimarse el hombre al mas sano es discrecion. Mas quiero offender a Pleberio que enojar a Calisto. yr quiero: que mayor es la verguenza de quedar por couarde: que la pena cumpliendo como osada lo que prometi. Pues jamas al esfuerzo desayudo la fortuna. Ya veo su puerta: en mayores afrentas me he visto. esfuerza: esfuerza, Celestina, no desmayes: que nunca faltan rogadores para mitigar las penas. Todos los agueros se aderezan fauorables: o yo no se nada desta arte: quatro hombres que he topado: a los tres llaman Juanes: y los dos son cornudos. La primera palabra que oy por la calle fue de achaque de amores: nunca he tropezado como otras vezes. "Las piedras parece que se apartan e me fazen lugar que passe / ni me estoruan las haldas / ni siento cansancio en andar: todos me saludan." Ni perro me ha ladrado: ni aue negra he visto: tordo, ni cueruo, ni otras noturnas. E lo mejor de todo es que veo a Lucrecia a la puerta de Melibea: prima es de Elicia: no me sera contraria. LUCRECIA.—quien es esta vieja: que viene haldeando? CEL.—paz sea en esta casa. LUCR.—Celestina, madre, seas bienvenida: qual dios te traxo por estos barrios no acostumbrados? CEL.—hija, mi amor; desseo de todos vosotros: traerte encomiendas de Elicia: e avn ver a tus senoras vieja e moza: que despues que me mude al otro barrio no han sido de mi visitadas. LUCR.—a esso solo saliste de tu casa? marauillome de ti, que no es essa tu costumbre, ni sueles dar passo sin prouecho. CEL.—mas prouecho quieres, boua: que complir hombre sus desseos? E tambien como a las viejas nunca nos fallecen necessidades: mayormente a mi que tengo que mantener hijas agenas: ando a vender vn poco de hilado. LUCR.—algo es lo que yo digo: en mi seso estoy: que nunca metes aguja sin sacar reja. Pero mi senora la vieja vrdio vna tela: tiene necessidad dello: e tu de venderlo: entra e espera aqui: que no os desauenires. ALISA.—con quien hablas, Lucrecia? LUCR.—senora, con aquella vieja de la cuchillada: que solia viuir aqui en las tenerias, a la cuesta del rio. ALI.—agora la conozco menos: si tu me das entender lo incognito por lo menos conocido: es coger agua en cesto. LUCR.—Jesu, senora, mas conoscida es esta vieja que la ruda: no se como no tienes memoria de la que empicotaron por hechizera: que vendia las mozas a los abades e descasaua mill casados. ALI.—que oficio tiene? quiza por aqui la conocere mejor. LUCR.—senora, perfuma tocas. haze soliman e otros treynta officios. conoce mucho en yeruas. cura ninos. e avn algunos la llaman la vieja lapidaria. ALI.—todo esso dicho no me la da a conocer: dime su nombre si le sabes. LUCR.—si le se, senora? no ay nino ni viejo en toda la cibdad que no le sepa: hauiale yo de ignorar? ALI.—pues por que no le dizes? LUCR.—he verguenza. ALI.—anda, boua, dile; no me indignes con tu tardanza. LUCR.—Celestina, hablando con reuerencia, es su nombre. ALI.—hy. hy. hy. mala landre te mate, si de risa puedo estar: viendo el desamor que deues de tener a essa vieja: que su nombre has verguenza nombrar: ya me voy recordando della; vna buena pieza: no me digas mas; algo me verna a pedir: di que suba. LUCR.—sube, tia. CEL.—senora buena, la gracia de dios sea contigo e con la noble hija: mis passiones e enfermedades han impedido mi visitar tu casa como era razon: mas dios conoce mis limpias entranas: mi verdadero amor: que la distancia de las moradas no despega el querer de los corazones: assi que lo que mucho dessee, la necessidad me lo ha hecho complir: con mis fortunas aduersas otras, me sobreuino mengua de dinero: no supe mejor

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