Vampiro Géminis. Amy Blankenship
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Su castigo por ese crimen fue el destierro de los demás y de este mundo de los humanos. Se habÃan convertido en sombras que recorrÃan el reino entre reinos... echando sólo las sombras de la soledad. Eso habÃa terminado hace más de un siglo. Sin embargo, se habÃa mantenido alejado de su gemelo. Incluso desde las tinieblas del otro lado del mundo, habÃa oÃdo a esta ciudad llamándolo hasta que ya no pudo luchar contra la convocatoria.
Su hermano tenÃa razón en una cosa... estaba exhausto por estar solo. Pero ahora que estaba en casa, podÃa oler la mancha de los pecados de su hermano que asolaban la tierra. Verdaderos demonios de la sangre que él podrÃa acatar, pero la violación de la ciudad por los vampiros semejantes que el desove habÃa creado... era provocadora.
Su hermano gemelo se mantuvo bajo tierra la mayor parte del tiempo dentro de las lujosas catacumbas que habÃan compartido una vez durante la época medieval... sólo para resurgir de vez en cuando, el tiempo suficiente para traer a otra vÃctima al doblez mortal.
Hyakuhei miró hacia arriba en la cascada de la ducha... tratando de evitar que su rabia se escapara, pero supo su fracaso cuando oyó el espejo del baño quebrarse.
Tadamichi lo habÃa acusado de ocultarse lejos del mundo, pero eso no era cierto.
"Es Tadamichi quien ha elegido ese camino", pensó sombrÃamente. No puede ver la destrucción que está causando. La noche ya no es oscura ni silenciosa. Hyakuhei apagó la ducha y salió, sin molestarse en envolver una toalla alrededor de su forma esbelta. En lugar de eso, agarró el suave paño negro y comenzó a secar su largo cabello de ébano. En unos instantes estuvo vestido y listo para la noche.
Caminando hacia su ventana en la sala de estar, se sentó en el alféizar y miró hacia su vista.
Hyakuhei sonrió con su propio humor oscuro y miró al lado del edificio opuesto.
"La oscuridad está viva con los demonios Hermano. Esta ciudad con sus altos muros lo ha hecho asà ", reflexionó en voz alta.
*****
Yuuhi reapareció dentro del área del centro de la ciudad minutos antes del amanecer. Ya podÃa sentir el calor del sol sobre su piel y acelerar su paso hacia el Grand Hotel, en el centro de la metrópoli. Bajo los masivos establecimientos de cinco estrellas escondidos del mundo estaba la vivienda subterránea de su padre. Era tan hermoso debajo de la tierra como lo que albergaba a los humanos de arriba... su padre habÃa dispuesto que fuera asÃ.
Yuuhi atravesó las puertas del Grand y caminó a través del vestÃbulo. Ignorando el saludo amistoso de la mujer humana detrás del escritorio, Yuuhi atravesó la puerta que leÃa "mantenimiento". Haciendo su camino hasta el sótano, abordó el ascensor de mantenimiento que lo llevarÃa hasta el nivel sub-sótano. Desde allÃ, fue la apertura del pasaje oculto lo que lo llevarÃa a su padre.
Sintiendo la oscuridad cerca de él como una manta protectora, el niño de cabello plateado corrió a través de los túneles sinuosos como si tratara de escapar de la oscuridad... o mantenerse al dÃa con ella.
Yuuhi era uno de los pocos privilegiados permitidos en la guarida privada de Tadamichi... sólo los que Tadamichi habÃa criado personalmente estaban permitidos. El niño pequeño habÃa sido uno de los primeros de Tadamichi y el vÃnculo que lo mantuvo fiel fue lo que lo llevó a advertir al maestro acerca de la niña... y el poder que poseÃa. El vÃnculo también le permitió sentir los estados emocionales de su amo, lo que podrÃa resultar problemático a veces.
PodÃa sentir que el Maestro Tadamichi estaba enojado y sabÃa la causa detrás de esa rabia... Hyakuhei. Sólo el hermano gemelo del amo podÃa provocar este tipo de reacción. Los celos y el rechazo podrÃan ser peligrosos con uno tan poderoso.
Yuuhi se deslizó en silencio en las habitaciones de Tadamichi, pero se quedó en las sombras para observar a su amo. El joven era paciente y sabÃa esperar la tormenta de la ira de su amo.
Tadamichi miró su reflejo en el espejo de las almas y apartó la vista con un siseo enojado. Su hermano habÃa roto el vÃnculo entre sus mentes... desterrándolo una vez más. Cada oportunidad que Tadamichi tomó para hablar con su hermano fue terminada de manera abrupta, enfadándolo. Estaba empezando a creer que su vÃnculo nunca volverÃa a lo que habÃa sido una vez.
¿Acaso los siglos que se habÃan alejado unos de otros no habÃan sido suficientes para castigarlos? ¿MantendrÃa Hyakuhei para siempre su distancia?
Al ver el movimiento dentro de las sombras, Tadamichi agitó airadamente su mano en su dirección... cada mestizo dentro de su cámara ya menos de mil metros de su soledad espontáneamente quemada... dejando atrás el olor del azufre en el aire. No habrÃa testigos del rechazo de su hermano. Sin embargo, volvió la cabeza en la otra dirección y puso los ojos en el único de sus hijos que confiarÃa en su secreto.
Ignorando a Yuuhi por un momento, Tadamichi caminó lentamente por la habitación y se paró delante de un retrato con las manos juntas detrás de su espalda. Cuando los gritos y las llamas se apagaron, Tadamichi continuó mirando la pintura como si nada estuviera mal.
La pintura fue creada mucho antes de que las guerras medievales hubieran tenido lugar... antes de su guerra civil. Uno asumirÃa que era un autorretrato que mostraba dos personalidades. En verdad, era él y su hermano... tan difÃciles de distinguirlos. ¿Cómo podrÃan ser tan parecidos en apariencia... y ser tan diferentes? ¿Su hermano nunca habÃa aprendido el significado del amor... el dolor del rechazo?
Tadamichi pasó las puntas de los dedos a través de la imagen de su hermano, frunciendo el ceño ligeramente antes de que su cara se contorneara de rabia. De pronto golpeó la pintura con un movimiento tan rápido que prácticamente no se vio. La imagen se detuvo por un momento, y luego, tan lentamente, apareció un rasgón dentado... cortando a los gemelos uno del otro. La tela del retrato cayó ligeramente a un lado y la expresión de Tadamichi de repente mostró tristeza.
Colocando las palmas contra la pintura, Tadamichi las sostuvo un momento antes de dejarlas caer.
Su amor por Hyakuhei era insondable. Tadamichi sólo querÃa que Hyakuhei, a su lado, compartiera esta maravillosa existencia. -¿Por qué me abandonas a mà ya la vida que podrÃamos tener? -preguntó en silencio, luego sintió el escalofrÃo de haber hecho esa misma pregunta a uno más que a su hermano. Ãl dibujó la memoria dentro de sà mismo negándose a morar en ella.
Yuuhi salió de la sombra detrás de él, sintiendo la melancolÃa de su amo. Le sorprendió que su padre pudiera sentir tan profundamente a su hermano cuando él mismo apenas habÃa sentido una punzada como la muchacha habÃa matado a sus hermanos sólo un par de horas antes.
-¿Entonces los has perdido? -preguntó Tadamichi, sin apartar los ojos de la imagen de su hermano.
Yuuhi asintió con la cabeza sabiendo que Tadamichi podÃa ver sus pensamientos. Un destello de mármol blanco apareció en su visión periférica y giró la cabeza hacia él. Su mirada parecÃa casi pensativa mientras miraba las estatuas