Condenada . Морган Райс
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“¿Ha estado bebiendo esta noche, señora?" Otro oficial preguntó.
"Escuche," Caleb soltó, dando un paso adelante, "mi esposa no se lo está inventando. Yo también lo vi. Todos nosotros lo vimos: su hermano también, y su esposa. Nosotros cuatro. ¿Cree que todos estamos viendo cosas?"
El oficial levantó una mano.
"No hay necesidad de ponerse a la defensiva. Todos estamos en el mismo equipo. Pero vea desde nuestro lado: usted me dice que su hija corre más rápido que un ciervo. Obviamente eso no tiene ningún sentido. Tal vez ustedes están confundidos tras la pelea. A veces, las cosas no siempre se ven como parecen. Todo lo que estoy diciendo es que todo esto no tiene ningún sentido.”
El oficial intercambió una mirada escéptica con su compañero, que dio un paso adelante.
"Como he dicho, nuestra fuerza está buscando a su hija. Nueve de cada diez veces, los adolescente que huyen regresan a sus casas. O van a la casa de un amigo. Así que mi mejor consejo para ustedes es que regresen a casa y se queden allí. Apuesto a que todo lo que sucedió aquí era porque ella quería doblar las reglas un poco y, por una noche, ir a un bar de adultos y tomar una copa, y las cosas se le fueron un poco de las manos. Tal vez ella se encontró con un chico en el bar. Cuando ustedes llegaron, probablemente se fue porque se sintió avergonzada. Vuelvan a casa, apuesto a que va a estar esperándolos", el funcionario concluyó, como si lo hubiera resuelto todo.
Abrumada por la frustración, Caitlin negó con la cabeza.
“Usted no entiende", dijo ella. "No conoce a mi hija. Scarlet no va a los bares. Y ella no se encuentra con hombres extraños. Ella vino aquí porque estaba sufriendo. Vino aquí porque no tenía otro lugar adonde ir. Porque necesitaba algo. Vino aquí porque se está transformando. ¿Usted no entiende? Transformando.”
Los oficiales la miraron como si estuviera loca; Caitlin detestaba esa mirada.
“¿Transformando?" Ellos repitieron, como si ella hubiera perdido la razón.
Caitlin suspiró, estaba desesperada.
"Si no la encuentran, alguna gente por ahí va a salir lastimada."
El oficial frunció el ceño.
“¿Lastimada? ¿Qué está diciendo? ¿Su hija ha estado lastimando a la gente? ¿Está armada?”
Caitlin negó con la cabeza, se sentía más que frustrada. Estos policías locales nunca podrían entender; ella estaba perdiendo las fuerzas.
"Ella está desarmada. Nunca le ha hecho daño a nadie. Pero si sus hombres la encuentran, no podrán contenerla.”
Los agentes de policía se miraron, como concluyendo que Caitlin estaba loca, y luego se volvieron y caminaron a la habitación de al lado.
Cuando Caitlin los vio alejarse, ella se volvió y miró de vuelta, a través de los cristales rotos, a la noche.
Scarlet, pensó. ¿Dónde estás? Ven a mí, bebé. Te quiero. Lo siento. Por lo que te haya molestado, lo siento. Por favor, vuelve a casa.
Lo más extraño de todo eso, Caitlin se dio cuenta, era que, al pensar en Scarlet por ahí, sola en la noche, no sentía ningún temor por Scarlet.
En cambio, sentía miedo por todos los demás.
CAPÍTULO DOS
Kyle estaba sentado en la parte trasera de la patrulla de la policía, con las manos esposadas a la espalda, con la mirada fija en la jaula estrecha, sintiéndose como nunca antes. Algo estaba cambiando dentro de él, no sabía qué, pero podría sentirlo burbujeando adentro. Le recordó la vez que había usado heroína, ese primer ardor cuando la aguja tocó su piel. Este nuevo sentimiento era como un calor abrasador corriendo por sus venas y estaba acompañado por un sentimiento de poder invencible. Se sentía abrumado de poder, sentía como si sus venas fueran a salirse de su piel, como si su sangre se hinchara en su interior. Se sentía más poderoso que nunca, la piel le hormigueaba en la cara y la frente y en la parte posterior del cuello. La oleada de poder en su interior era algo que no entendía.
Pero a Kyle no le importaba; siempre y cuando el poder estuviera allí, le daba la bienvenida. A través de sus ojos nublados observó como el mundo se teñía de rojo y lentamente se ponía en foco. Detrás de la jaula, vio a dos oficiales.
Cuando el zumbido en sus oídos comenzó a ceder, pudo oír su conversación, en un principio en silencio.
"Este asesino va a estar en el bote por mucho tiempo", le dijo uno al otro.
"Escuché que acaba de salir. Está de lo peor para él.”
El policía comenzó a reír, y el sonido chirriante taladró la cabeza de Kyle. La patrulla aceleró por la carretera, con las luces encendidas, y Kyle se hizo más consciente de sus alrededores mientras empezaba a darse cuenta dónde estaba. Estaban en la carretera nueve, regresando a la cárcel, el lugar donde había estado los últimos quince años su vida. Fue reconstruyendo lo que había pasado esa noche: ese bar … esa chica … Estaba a punto de tener algo con ella cuando … algo había sucedido. La pequeña perra lo había mordido.
El darse cuenta lo atravesó como una ola. Lo había mordido.
Kyle intentó palpar su cuello, las dos marcas le palpitaban, pero no pudo; encía las manos esposadas detrás de la espalda.
Kyle movió los brazos y, para su sorpresa, rompió las esposas sin mayor esfuerzo. Levantó las muñecas con asombro, mirándolas, sorprendido de su propia fuerza. ¿Las esposas estaban dañadas? Las miró colgando frente a él, y se preguntó: ¿Cómo pudo haber hecho eso?
Kyle se estiró y sintió los dos bultos en el cuello, le ardían, como si la mordida hubiera entrado hasta venas. Se quedó allí sentado, mirando las esposas colgando, y se preguntó: ¿Existen los vampiros? ¿Era eso posible?
Kyle sonrió con gusto. Era el momento de averiguarlo.
Kyle tomó las esposas, que colgaban, y las golpeó contra la jaula.
Los dos policías se volvieron y miraron hacia atrás, y esta vez no se estaban riendo; ahora sus rostros estaban en shock. Las manos de Kyle estaban libres, sus esposas estaban rotas, y él las colgaba frente a ellos, sonriendo, mientras continuaba golpeando en la jaula.
"Mierda," un oficial le dijo al otro. "¿No lo esposaste, Bill?"
"Lo hice. Estoy seguro. Le apreté las esposas con más fuerza que el infierno.”
“No estaban lo suficientemente apretadas," Kyle gruñó.
Un policía tomó su arma, y el otro pisó el freno.
Pero no lo suficientemente rápido. Con una velocidad increíble, Kyle extendió la mano, arrancó la reja de metal como si fuera un palillo de dientes, y se zambulló en el asiento del frente.
Kyle se abalanzó sobre el policía en el asiento del pasajero, le quitó el arma de las manos, y le dio un codazo tan fuerte que le rompió el cuello.
El otro policía se desvió, y la patrulla se tambaleó por la autopista mientras Kyle lo agarraba por la parte posterior de la cabeza, y lo embestía de frente. Un chasquido llenó