El Destino De Los Dragones . Морган Райс
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Читать онлайн книгу El Destino De Los Dragones - Морган Райс страница 4
Gwen se volvió y lo vio, a través de la habitación, examinando los residuos que llenaban la olla. Ella estaba segura de que él les llevaría hacia al asesino de su padre. Ella simplemente no sabía cómo. Se preguntó qué secretos se escondían en las profundidades de su mente.
Era un personaje muy extraño, pensó Gwen. Era muy raro, sin duda.
CAPÍTULO CUATRO
Thor trató de respirar mientras pestañeaba para quitarse el agua que cubría sus ojos, su nariz, su boca, derramando todo a su alrededor. Después de deslizarse a través de la embarcación, había logrado finalmente asirse a la barandilla de madera, y se aferró a ella con toda su alma mientras el agua implacable trataba de hacer que se soltara. Todos los músculos de su cuerpo estaban temblando, y no sabía cuánto más podría aguantar.
Alrededor de él, sus hermanos hacían lo mismo, aferrándose con todo su ser, por lo que pudieran encontrar, mientras el agua intentaba tirarlos del barco. De alguna manera, se mantenían dentro.
El ruido era ensordecedor, y era difícil ver más de unos pocos metros delante de él.
A pesar de ser un día de verano, la lluvia era fría y el agua envió un escalofrío por su cuerpo que no podía evitar. Kolk estaba ahí parado, ceñudo, con las manos sobre sus caderas, como si fuera inmune a la lluvia y vociferando a todos a su alrededor.
"¡REGRESEN A SUS ASIENTOS!", gritó. "¡REMEN!".
El mismo Kolk tomó asiento y comenzó a remar, y en pocos momentos los chicos se deslizaron y se arrastraron a través de la cubierta hacia las bancas. El corazón de Thor latía aceleradamente mientras se soltaba y luchaba para atravesar la cubierta. Krohn, dentro de su camisa, se quejó, mientras Thor se deslizaba y caía, aterrizando con fuerza en la cubierta.
Se arrastró el resto del camino y pronto se encontró en su asiento.
"¡AMÁRRENSE!", gritó Kolk.
Thor miró hacia abajo y vio las cuerdas con nudos debajo de su banca y finalmente se dio cuenta para qué servían: se agachó y ató una alrededor de su muñeca, encadenándose a la banca y al remo.
Funcionó. Dejó de deslizarse. Y pronto fue capaz de remar.
A su alrededor los chicos siguieron remando; Reece tomó asiento frente a él, y Thor pudo sentir que el barco se movía. En pocos minutos, la pared de lluvia se aligeró adelante.
Remó y remó, su piel ardiendo por esa extraña lluvia, todos los músculos de su cuerpo le dolían, finalmente comenzó a disminuir el sonido de la lluvia, y Thor comenzó a sentir menos agua caer sobre su cabeza. En unos momentos más, entraron en un cielo soleado.
Thor miró, sorprendido: estaba completamente seco, brillante. Fue la cosa más extraña que había experimentado: la mitad del barco estaba en un lugar seco, con el sol brillando, mientras que la otra mitad estaba mojada al terminar de pasar a través de la pared de lluvia.
Finalmente, todo el barco estaba bajo un cielo azul claro y amarillo, con el calor del sol sobre ellos. Ahora había silencio, la pared de lluvia desaparecía rápidamente y todos sus hermanos de armas se miraban unos a otros, aturdidos. Era como si hubieran pasado por una cortina, hacia otro reino.
"¡ALTO!", gritó Kolk.
Todo los chicos alrededor de Thor bajaron sus remos con un gemido colectivo, jadeando, recuperando el aliento. Thor hizo lo mismo, sintiendo que cada músculo de su cuerpo temblaba y agradecía tener un descanso. Se desplomó, jalando aire y trató de relajar sus músculos doloridos mientras su barco se deslizaba en estas aguas nuevas.
Thor finalmente se recuperó y se quedó parado mirando a su alrededor. Miró hacia el agua y vio que había cambiado de color: era de un ligero color rojo brillante. Habían entrado en un mar diferente.
"Es el Mar de los Dragones", dijo Reece, que estaba junto a él, mirando también con asombro. "Dicen que es rojo por la sangre de sus víctimas".
Thor miró hacia abajo. Hacía burbujas en ciertos lugares y a lo lejos, emergían del agua, momentáneamente, extrañas bestias y después se sumergían. Ninguna se quedaba el tiempo suficiente para que él pudiera verla bien, pero no quería arriesgarse e inclinarse más cerca.
Thor dio vuelta y miró todo, desorientado. Todo aquí, en este lado de la pared de lluvia, parecía tan raro, tan diferente. Incluso hubo una ligera niebla roja en el aire, volando bajo sobre el agua. Él examinó el horizonte y vio docenas de pequeñas islas, dispersas, como piedras rodantes en el horizonte.
Hubo una fuerte brisa y Kolk dio un paso adelante y vociferó:
“¡LEVANTEN LAS VELAS!”.
Thor saltó a la acción con todos los chicos alrededor de él, agarrando las cuerdas y elevándolas para atrapar la brisa. Las velas se elevaron y una ráfaga de viento las movió. Thor sintió que el barco se movía más rápido que nunca debajo de ellos y se dirigieron a las islas. El barco se sacudió sobre las olas enormes, ondulantes, que se levantaban de la nada, moviéndose suavemente hacia arriba y hacia abajo.
Thor logró abrirse paso hacia la proa, se inclinó contra la borda y se asomó. Reece apareció junto a él, y O’Connor llegó del otro lado. Todos estaban uno junto al otro, y Thor observaba cómo la cadena de islas se acercaba rápidamente. Allí permanecieron en silencio durante mucho tiempo; Thor saboreaba la brisa húmeda mientras su cuerpo se relajaba.
Finalmente, Thor se dio cuenta de que se dirigían a una isla en particular. Se hizo más grande, y Thor sintió un escalofrío al darse cuenta de que habían llegado a su destino.
"Es la Isla de la Niebla", dijo Reece, sorprendido.
Thor la examinó, maravillado.
Empezó a tomar forma – era rocosa y escarpada, estéril y se extendía varios kilómetros en cada dirección, larga y estrecha, en forma de herradura.
Enormes olas se estrellaban contra sus orillas, rugiendo incluso desde aquí, creando enormes rocíos de espuma mientras se encontraban con grandes rocas. Allí estaba una franja pequeñita de tierra, más allá de las rocas y después un muro de acantilados que se disparaba hacia el cielo. Thor no veía cómo su barco podría atracar con seguridad.
Además de lo extraño de este lugar, una niebla roja permanecía en la isla, como un rocío, brillando en el sol. Sintió un presagio. Thor pudo sentir algo inhumano, sobrenatural, en este lugar.
"Dicen que ha sobrevivido millones de años", agregó O’Connor. "Es más viejo que el Anillo. Mayor, incluso, que el Imperio".
"Pertenece a los dragones", agregó Elden, acercándose a Reece.
Mientras Thor miraba, de repente, el segundo sol se desplomó en el cielo; en momentos el día iba de brillante y soleado a casi el atardecer, el cielo estaba pintado de rojos y púrpuras. No lo podía creer: nunca había visto el sol moverse tan rápido. Se preguntaba qué otra cosa era diferente en esta parte del mundo.
"¿Un dragón vive en esta isla?, preguntó Thor.
Elden meneó la cabeza.
"No, dicen que vive cerca. Dicen que la niebla roja se debe al aliento de un dragón. Respira por la noche en una isla vecina, y el viento lo lleva y cubre la isla durante el día".
Thor