El Destino De Los Dragones . Морган Райс

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El Destino De Los Dragones  - Морган Райс El Anillo del Hechicero

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la cabeza y gimió.

      Todos los demás se giraron y Thor se volvió también y observó; en algún lugar del horizonte pensó que podía ver el contorno débil de las llamas lamiendo la puesta del sol, después desapareciendo en un humo negro, como un pequeño volcán en erupción.

      "Es el dragón", dijo Reece. "Ahora estamos en su territorio".

      Thor tragó saliva, asombrado.

      "Pero entonces, ¿cómo podemos estar seguros aquí?", preguntó O' Connor.

      "No estarán seguros en ningún lugar", resonó una voz.

      Thor giró para ver a Kolk allí parado, con las manos en la cadera, mirando el horizonte sobre sus hombros.

      "Ese es el motivo de Los Cien, vivir con el riesgo de la muerte cada día. Esto no es un ejercicio. El dragón vive cerca, y no hay nada que le impida atacar. Es probable que no lo haga, porque él cuida celosamente su tesoro en su propia isla, y a los dragones no les gusta dejar su tesoro desprotegido. Pero escucharán sus rugidos y verán sus llamas por la noche. Y si lo hacemos enojar de alguna manera, no saben lo que podría suceder".

      Thor escuchó otro retumbo, observó otra ráfaga de fuego en el horizonte y vio cómo se acercaban más y más a la isla, con las olas estrellándose contra ella. Él miró los empinados acantilados, una pared de roca y se preguntó cómo sería si alguna vez llegaran a la cima, a tierra plana y seca.

      "Pero no veo un muelle dónde atracar un barco", dijo Thor.

      "Eso sería demasiado fácil", dijo Kolk.

      "¿Entonces cómo llegaremos a la isla?", preguntó O’Connor.

      Kolk sonrío, con una sonrisa malvada.

      "Nadando", dijo.

      Por un momento, Thor se preguntaba si estaba bromeando; pero luego se dio cuenta, por la mirada en su cara que no era así. Thor tragó saliva.

      "¿Nadando?", Reece repitió, incrédulo.

      "¡Esas aguas están repletas de criaturas!", dijo Elden.

      "Oh, eso es lo de menos", continuó diciendo Kolk. "Las mareas son traicioneras; los remolinos los jalarán hacia abajo; las olas los estrellarán en esas piedras escarpadas; el agua estará caliente; y si logran ir más allá de las rocas, tendrán que encontrar una forma de escalar los acantilados, para llegar a tierra firme. Si las criaturas marinas no los atrapan primero. Bienvenidos a su nuevo hogar".

      Thor se quedó ahí parado, con los demás, cerca de la borda, mirando hacia al mar de espuma debajo de él. El agua se arremolinaba debajo de él como un ser viviente, la marea se volvía más fuerte a cada segundo, moviendo el barco, haciendo más difícil mantener su equilibrio. Abajo, las aguas enfurecidas, se agitaban, en un rojo brillante que parecía contener la sangre del mismo infierno. Lo peor de todo, como Thor observó de cerca, es que las aguas estaban agitadas cada pocos metros hacia la superficie de otro monstruo del mar, elevándose, chasqueando sus dientes largos, luego sumergiéndose.

      Su barco repentinamente bajó el ancla, lejos de la orilla, y Thor tragó saliva. Él miró las rocas que enmarcaban la isla y se preguntaba cómo le harían para ir de aquí para allá. El choque de las olas se hacía más fuerte a cada segundo, haciendo que los demás tuvieran que gritar para ser escuchados.

      Al mirar, bajaron varios botes pequeños al agua, luego fueron guiados por los comandantes, lejos del barco, a unos 27 metros. No lograrían llegar tan fácilmente, tendrían que nadar para llegar a ellos.

      De solo pensarlo, Thor sintió náuseas.

      "¡SALTEN!", gritó Kolk.

      Por primera vez, Thor sintió miedo. Se preguntó si eso lo hacía menos miembro de la Legión, menos guerrero. Él sabía que los guerreros deberían ser valientes en todo momento, pero tuvo que reconocer a sí mismo que ahora sentía miedo. Odiaba el hecho de temer, y deseaba que pudiera ser de otra manera. Pero temía.

      Pero cuando Thor miró a su alrededor y vio los rostros aterrados de los otros chicos; se sintió mejor. A su alrededor, los chicos estaban parados cerca de la borda, congelados de miedo, mirando las aguas. Un chico en particular estaba tan asustado que temblaba. Era el chico del día de los escudos, el que había tenido miedo, que había sido obligado a dar vueltas.

      Kolk debe haberlo intuido, porque cruzó el barco hacia él. Kolk parecía espontáneo mientras el viento echaba hacia atrás su cabello, haciendo muecas mientras caminaba, pareciendo listo para conquistar la propia naturaleza. Se acercó a su lado y frunció más el ceño.

      "¡SALTA!”, gritó Kolk.

      "¡No!" respondió el muchacho. "¡No puedo! ¡No voy a hacerlo! ¡Yo no sé nadar! ¡Lléveme a casa!

      Kolk se acercó al muchacho, ya que empezaba a alejarse de la borda, lo agarró por la parte trasera de su camisa y lo levantó del suelo.

      "¡Entonces aprenderás a nadar!", Kolk gruñó, y luego, ante la incredulidad de Thor, lanzó al muchacho por la borda.

      El muchacho salió volando por el aire, gritando, mientras se desplomaba unos 4.5 metros hacia el mar con espuma. Aterrizó con un chapoteo, después flotó hacia la superficie, agitándose, tratando de respirar.

      "¡AUXILIO!", gritó él.

      "¿Cuál es la ley primera de la Legión?", gritó Kolk, volteando a ver a los demás chicos en el barco, ignorando al muchacho que estaba en el agua.

      Thor estaba poco consciente de la respuesta correcta, pero también estaba muy distraído por la visión del muchacho, ahogándose por debajo, para responder.

      "¡Para ayudar a un miembro de la Legión en necesidad!", Elden gritó.

      "¿Y está necesitado?" Kolk gritó, señalando al muchacho.

      El chico levantó sus brazos, subiendo y bajando del agua y los otros chicos estaban parados en cubierta, mirando, todos estaban demasiado asustados para lanzarse al agua.

      En ese momento, algo raro le pasó a Thor. Al centrarse en el muchacho que se ahogaba, todo lo demás quedó atrás. Thor ya no pensaba en sí mismo. El hecho de que podría morir nunca pasó por su mente. El mar, los monstruos, las mareas… todo se desvanecía. En lo único que podía pensar era en rescatar a alguien.

      Thor se acercó a la amplia borda, dobló sus rodillas y sin pensarlo, saltó alto en el aire, de cara hacia el rojo burbujeante de las aguas que estaban abajo.

      CAPÍTULO CINCO

      Gareth se sentó en el trono de su padre en el Gran Salón, frotándose las manos a lo largo de sus brazos suaves, de madera y mirando la escena ante él: miles de súbditos estaban atiborrados en la sala, la gente se reunía desde todos los rincones de El Anillo para ver este evento una vez en la vida, para ver si él podría esgrimir la Espada de la Dinastía. A ver si él era El Elegido. Desde que su padre era joven, la gente no había tenido la oportunidad de presenciar que se blandiera – y nadie parecía querer perdérselo. La emoción estaba en el aire, como una nube.

      Gareth estaba entumecido, ante la expectativa.

      Mientras veía que la sala continuaba llenándose, más y más personas estaban adentro, atiborradas, comenzó a preguntarse si los asesores de su padre habían tenido razón,

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