El Despertar de los Dragones . Морган Райс

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El Despertar de los Dragones  - Морган Райс Reyes y Hechiceros

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observó mientras sus tres hermanos se perdían de vista entre la creciente tormenta hacia el Bosque de las Espinas, y sintió un hueco en el estómago. Pensó en tomar a Aidan y traerlo de vuelta, pero no quería avergonzarlo.

      Sabía que tenía que dejarlo ir, pero no podía. Algo dentro de ella no se lo permitía. Sintió peligro, especialmente a inicios de la Luna de Invierno. No confiaba en sus hermanos mayores; sabía que no dañarían a Aidan, pero eran descuidados y muy rudos. Y lo peor de todo, confiaban demasiado en sus habilidades. Era una mala combinación.

      Kyra no pudo soportarlo más. Si su padre no iba a actuar, entonces ella lo haría. Ahora era lo suficientemente mayor, no tenía que responderle a nadie más que a ella misma.

      Kyra empezó a correr bajando por el camino solitario con Leo a su lado, dirigiéndose justo hacia el Bosque de las Espinas.

      CAPÍTULO DOS

      Kyra entró al tenebroso Bosque de las Espinas al oeste de la fortaleza, un bosque tan espeso que apenas se podía ver a través de este. Caminando lentamente junto a Leo, con la nieve y hielo crujiendo bajo sus pies, miró hacia arriba. Se sintió pequeñísima al ver los árboles de espinas que parecían no tener final. Eran antiguos árboles negros con ramas retorcidas que parecían espinas y gruesas hojas negras. Sintió que el lugar estaba maldito; nada bueno había salido nunca de este. Los hombres de su padre siempre regresaban heridos de las cacerías y más de una vez un troll, atravesando por Las Llamas, se había refugiado aquí utilizándolo como plataforma para atacar aldeanos.

      Kyra sintió un escalofrío al entrar. Aquí estaba más oscuro, más frío, el aire era más húmedo, el olor de los árboles de espinas se sentía pesado como el de una tierra decadente, y los enormes árboles borraban lo que quedaba de la luz del día. Kyra, en guardia, se sentía furiosa hacia sus hermanos. Era peligroso aventurarse aquí sin la compañía de varios guerreros—especialmente al atardecer. Cada ruido la sobresaltaba. Se escuchó el lamento lejano de un animal y ella volteó tratando de hallarlo. Pero el bosque era denso y no pudo encontrarlo.

      Sin embargo, Leo gruñó a su lado y se fue en busca de este de repente.

      “¡Leo!” gritó.

      Pero ya se había ido.

      Suspiró molesta; siempre desobedecía cuando se encontraban un animal. Aunque ella sabía que regresaría—eventualmente.

      Kyra continuó sola mientras el bosque se volvía más oscuro, luchando para seguir el rastro de sus hermanos—cuando escuchó una risa distante. Volvió toda su atención hacia ese ruido y pasó deprisa los gruesos árboles hasta que pudo divisar a sus hermanos a la distancia.

      Kyra se quedó atrás, manteniendo la distancia, sin querer ser descubierta. Sabía que si Aidan la veía, se avergonzaría y le diría que se fuera. Se decidió a observar desde las sombras, sólo cuidando que no se metieran en problemas. Era mejor para Aidan que no se sintiera avergonzado, que sintiera que era un hombre.

      Una rama se rompió debajo de sus pies y Kyra se agachó, temiendo que el ruido la delatara—pero sus borrachos hermanos mayores lo ignoraron, pues a casi treinta yardas de distancia y caminando deprisa, el ruido se vio apagado por sus risas. Pudo ver por el lenguaje corporal de Aidan que estaba tenso, casi a punto de echarse a llorar. Apretaba su lanza con fuerza, como tratando de probar que era un hombre, pero era obvio que la lanza era muy grande y tenía problemas para soportar su peso.

      “¡Deprisa!” gritó Braxton volteándose hacia Aidan, que se quedó unos pies atrás.

      “¿De qué tienes miedo?” le dijo Brandon.

      “No tengo miedo—” insistió Aidan.

      “¡Silencio!” dijo Brandon de repente y se detuvo mientras ponía su palma en el pecho de Aidan, por primera vez con una expresión seria. Braxton también se detuvo mostrándose tenso.

      Kyra se escondió detrás de un árbol mientras observaba. Se quedaron al borde de un claro, mirando hacia enfrente como si hubieran visto algo.

      Ella se acercó despacio y en alerta tratando de ver mejor, y mientras pasaba entre dos grandes árboles se detuvo, pasmada, al darse cuenta de lo que estaban viendo. Ahí, de pie en el claro, buscando bellotas, estaba un jabalí. Pero no era un jabalí ordinario; era un monstruoso Jabalí de Cuernos Negros, el más grande jabalí que ella había visto, con largos y enrollados colmillos blancos y tres largos y afilados cuernos negros, uno saliendo de su nariz y dos de su cabeza. Era una extraña criatura de casi el tamaño de un oso, famosa por su crueldad e impresionante velocidad. Era un animal muy temido, y uno con el que los cazadores no querían encontrarse.

      Significaba problemas.

      Kyra, con los bellos de punta, deseó que Leo estuviera ahí—pero al mismo tiempo estaba agradecida de que no estuviera, pues seguramente se lanzaría contra él sin saber si ganaría la confrontación. Kyra se acercó tomando lentamente el arco de sus hombros e instintivamente doblándose para tomar una flecha. Trató de calcular qué tan lejos estaba el jabalí de los chicos y qué tan lejos estaba ella—y sabía que esto no era bueno. Había muchos árboles en el camino para conseguir un impacto directo y, con un animal de este tamaño, no había oportunidad de fallar. Dudaba que una flecha pudiera derribarlo.

      Kyra notó el terror en la cara de sus hermanos, después vio a Brandon y Braxton cubriendo su temor con una cara de valentía—una que ella sintió se debía a la bebida. Ambos levantaron sus lanzas y caminaron hacia adelante. Braxton miró a Aidan petrificado y se volteó, lo tomó de sus hombros y lo hizo caminar también.

      “Esta es una oportunidad para que te vuelvas hombre,” dijo Braxton. “Mata a este jabalí y cantarán canciones sobre ti por generaciones.”

      “Trae su cabeza y serás famoso de por vida,” dijo Brandon.

      “Tengo…miedo,” dijo Aidan.

      Brandon y Braxton se rieron burlonamente.

      “¿Miedo?” dijo Brandon. “¿Y qué diría nuestro padre si te escuchara decir eso?”

      El jabalí, alertado, levantó su cabeza mostrando sus brillantes ojos amarillos, y los miró mientras de su rostro escapaba un gruñido con rabia. Abrió su boca mostrando sus colmillos y babeando, mientras al mismo tiempo emitía gruñidos que parecían venir desde lo más dentro de él. Kyra, incluso estando lejos, sintió un punzón de miedo—y sólo podía imaginarse el miedo que estaba sintiendo Aidan.

      Kyra se precipitó tratando de seguir al viento, determinada a llegar antes de que fuera muy tarde. Cuando estaba a sólo unos pies de sus hermanos gritó:

      “¡Déjenlo en paz!”

      Su áspera voz cortó el silencio, y sus hermanos emitieron un chillido claramente impresionados.

      “Ya se divirtieron,” añadió. “Fue suficiente.”

      Mientras que Aidan se miró aliviado, Brandon y Braxton la miraron con enojo.

      “¿Y tú qué sabes?” respondió Brandon. “Deja de interferir con los verdaderos hombres.”

      Los gruñidos del jabalí crecieron mientras se acercaba a ellos, y Kyra, tanto temerosa como furiosa, se adelantó.

      “Si son tan tontos como para enfrentar a esta bestia, entonces háganlo,” dijo ella. “Pero dejarán que Aidan se venga conmigo.”

      Brandon

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