Una Vez Añorado . Блейк Пирс
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“Tal vez April será capaz de entender a Jilly mejor que yo”, pensó Riley.
Gabriela miró a las dos chicas con compasión.
“¡Pobrecita!”, dijo. “Espero esté bien”.
Gabriela bajó las escaleras de nuevo, dejando a Riley y Ryan a solas. Ryan estaba parado mirando las escaleras, viéndose un poco aturdido.
“Espero no esté dudando”, pensó Riley. “Voy a necesitar su apoyo”.
Mucho había ocurrido entre ella y Ryan. Durante los últimos años de su matrimonio, había sido un marido infiel y un padre ausente. Se habían separado y divorciado. Pero Ryan parecía un hombre cambiado últimamente y estaban pasando más tiempo juntos.
Habían hablado del desafío de traer a Jilly a sus vidas. Ryan había parecido estar entusiasmado con la idea.
“¿Aún te parece bien esto?”, le preguntó Riley.
Ryan la miró y dijo: “Sí. Sin embargo, sé que será difícil”.
Riley asintió. Luego vino una pausa incómoda.
“Creo que es mejor que me vaya”, dijo Ryan.
Riley se sintió aliviada. Lo besó ligeramente, y él se puso su abrigo y salió por la puerta. Riley se sirvió un trago y se sentó sola en la sala de estar.
“¿En qué nos he metido?”, se preguntó.
Esperaba que sus buenas intenciones no destrozaran a su familia otra vez.
CAPÍTULO DOS
Riley se despertó a la mañana siguiente con un corazón lleno de aprehensión. Este sería el primer día de Jilly en su casa. Tenían mucho por hacer hoy y Riley esperaba que no hubiera problemas.
Anoche se había dado cuenta de que la transición de Jilly a su nueva vida sería dura para todos. Pero April había colaborado y había ayudado a Jilly a acomodarse. Habían escogido ropa para ella para el día de hoy, no de las escasas posesiones que Jilly había traído consigo en una bolsa de supermercado, sino de las cosas nuevas que Riley y April habían comprado para ella.
Jilly y April finalmente se habían ido a dormir.
Riley también, pero pasó la noche inquieta y preocupada.
Se levantó, se vistió y se dirigió directamente a la cocina, donde April estaba ayudando a Gabriela a preparar el desayuno.
“¿Dónde está Jilly?”, preguntó Riley.
“No se ha levantado aún”, dijo April.
Riley comenzó a preocuparse.
Fue a la base de las escaleras y gritó: “Jilly, es hora de levantarse”.
No oyó ninguna respuesta. Sintió una oleada de pánico. ¿Jilly había huido durante la noche?
“Jilly, ¿me oyes?”, gritó. “Tenemos que registrarte en la escuela esta mañana”.
“Voy”, respondió Jilly.
Riley suspiró de alivio. El tono de Jilly era taciturno, pero al menos estaba cooperando.
En los últimos años, Riley había oído ese tono taciturno a menudo de April. Parecía haberlo superado, pero todavía recaía de vez en cuando. Riley se preguntó si realmente estaba preparada para criar a otra adolescente.
En ese momento alguien tocó la puerta principal. Cuando Riley abrió, vio que era su vecino, Blaine Hildreth.
Riley se sorprendió al verlo, pero también se alegró. Era un par de años más joven que ella, un hombre encantador y atractivo que también era el dueño de un restaurante de la ciudad. De hecho, sentía una atracción mutua con él que sin duda confundía el asunto de posiblemente volver a conectarse con Ryan. Lo más importante era que Blaine era un vecino maravilloso y sus hijas eran mejores amigas.
“Hola, Riley”, dijo. “Espero que no sea demasiado temprano”.
“Para nada”, dijo Riley. “¿Cómo estás?”.
Blaine se encogió de hombros con una sonrisa algo triste.
“Pensé que debía venir a despedirme”, dijo.
La boca de Riley se abrió de sorpresa.
“¿Qué quieres decir?”, preguntó.
Él vaciló, y antes de que pudiera contestar, Riley vio un enorme camión estacionado frente a su casa adosada. Un servicio de mudanza estaba metiendo los muebles de la casa de Blaine en el camión.
Riley jadeó.
“¿Te vas a mudar?”, preguntó.
“Me pareció una buena idea”, dijo Blaine.
Riley casi dijo: “¿Por qué?”.
Pero era fácil adivinar el por qué. Vivir al lado de Riley había demostrado ser peligroso y aterrador, tanto para Blaine como para su hija, Crystal. El vendaje que todavía estaba en su rostro era un duro recordatorio. Blaine había sido gravemente herido cuando había intentado proteger a April del ataque de un asesino.
“No es lo que estás pensando”, dijo Blaine.
Pero Riley podía notar por su expresión que sí era exactamente lo que estaba pensando.
“Resulta que este lugar no es conveniente”, continuó. “Queda demasiado lejos del restaurante. Encontré un lugar agradable que queda mucho más cerca. Estoy seguro de que lo entiendes”.
Riley se sintió demasiado confundida y molesta como para responder. Los recuerdos del terrible incidente le llegaron de golpe.
Había estado en el norte de Nueva York trabajando en un caso cuando se había enterado de que un asesino brutal estaba suelto. Su nombre era Orin Rhodes. Dieciséis años atrás, Riley había matado a su novia en un tiroteo y lo había enviado a la cárcel. Cuando Rhodes finalmente fue liberado de Sing Sing, quiso vengarse de Riley y de todas las personas que ella amaba.
Antes de que Riley pudiera llegar a casa, Rhodes había invadido su casa y atacado a April y a Gabriela. Blaine había oído todo y se había acercado para ayudar. Probablemente había salvado la vida de April. Pero había sido gravemente herido en el proceso.
Riley lo había visitado dos veces en el hospital. La primera vez fue devastadora. Había estado inconsciente por sus lesiones y había tenido una vía intravenosa en cada brazo y una máscara de oxígeno. Riley se había culpado por lo