Una Vez Anhelado . Блейк Пирс
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“Sí, estoy de licencia en estos momentos. Estoy enseñando una clase en la academia”.
Blaine se inclinó hacia ella con creciente interés.
“Guau. Seguro tienes bastantes historias que contar. Me encantaría escuchar una”.
Riley se echó a reír de los nervios. Se preguntaba si alguna vez sería capaz de contarle a alguien que no perteneciera a la Oficina algunas de las cosas que había visto. Sería aún más difícil hablar sobre algunas de las cosas que había hecho.
“No lo creo”, dijo Riley bruscamente. Riley notó que Blaine se puso tenso, y se dio cuenta que su tono había sido un poco grosero.
Él agachó su cabeza y dijo: “Te pido disculpas. Ciertamente no era mi intención incomodarte”.
Siguieron charlando por minutos, pero Riley sabía que su vecino estaba siendo más reservado. Riley cerró la puerta detrás de él y suspiró luego de su despedida amable. Entró en cuenta que no se estaba haciendo accesible. La mujer que estaba reconstruyendo su vida seguía siendo la misma Riley.
Pero se dijo a sí misma que esto no era importante por los momentos. Una relación por despecho era lo último que necesitaba ahora mismo. Necesitaba enfocarse en reorganizar su vida, y apenas estaba empezando a avanzar en esa dirección.
Aún así, había sido agradable pasar unos minutos hablando con un hombre atractivo. También era un alivio tener vecinos, y estos vecinos eran bastante agradables.
*
Cuando Riley y April se sentaron en la mesa para cenar, April no podía dejar de andar su smartphone.
“Por favor dejar de enviar mensajes de texto”, dijo Riley. “Es la hora de cenar”.
“Dame un minuto, Mamá”, dijo April. Siguió enviando mensajes de texto.
Este comportamiento adolescente de April solo irritó a Riley un poco. La verdad era que eso tenía su lado positivo. A April le estaba yendo muy bien en la escuela este año y estaba haciendo nuevos amigos. Para Riley, era un buen grupo de chicos, mucho mejores que con los que April solía pasar el rato. Riley supuso que April estaba escribiéndole a un chico que le interesaba. Sin embargo, April no lo había mencionado aún.
April dejó de enviar mensajes de texto cuando Gabriela entró de la cocina con una bandeja de chiles rellenos. April dejó escapar una risa pícara a lo que colocó el plato caliente de chiles en la mesa.
“Bastante picante Gabriela, ¿o no?”, preguntó.
“Sí”, dijo Gabriela, riéndose también.
Era una chiste constante entre las tres. Ryan odiaba la comida picante, realmente ni podía comerla. Para Riley y April, entre más picante, mejor. Gabriela ya no tenía que retenerse, o al menos no tanto como solía hacerlo. Riley dudaba si ella y April podían soportar las recetas guatemaltecas originales de Gabriela.
Cuando Gabriela terminó de servir la comida para las tres, le dijo a Riley: “El caballero es guapo, ¿no?”.
Riley se puso colorada. “¿Guapo? No lo noté, Gabriela”.
Gabriela se echó a reír. Se sentó a comer con ellas y comenzó a canturrear una melodía. Riley supuso que era una canción de amor guatemalteca. April miró fijamente a su madre.
“¿Qué caballero, Mamá?”, preguntó.
“Ah, nuestro vecino vino hace un rato —”.
April interrumpió con entusiasmo. “¡Dios mío! ¿Fue el papá de Crystal? ¡Sí, verdad! ¿No es hermoso?”.
“Y creo que es soltero”, dijo Gabriela.
“Ya, ya”, dijo Riley con una sonrisa. “Denme espacio. No necesito que unan fuerzas para tratar de emparejarme con el vecino”.
Empezaron a devorarse los chiles rellenos y el celular de Riley comenzó a vibrar en su bolsillo cuando estaban a punto de terminar de cenar.
“Maldita sea”, pensó. “No lo hubiese traído a la mesa”.
El celular siguió vibrando. Tenía que contestar, no le quedaba de otra. Brent Meredith le había dejado otros dos mensajes desde su llegada a casa, y ella seguía diciéndose a sí misma que lo llamaría más tarde. Ya no podía postergarlo más, así que se retiró de la mesa y contestó el teléfono.
“Riley, siento molestarte de esta manera”, dijo su jefe. “Pero realmente necesito tu ayuda”.
A Riley le sorprendió que Meredith la llamara por su nombre ya que no era algo habitual. Aunque se sentía muy cercana a él, generalmente la llamaba agente Paige. Él normalmente era muy formal, al punto de ser brusco.
“¿Qué sucede, señor?”, preguntó Riley.
Meredith se quedó callado por unos instantes. Riley se preguntaba por qué se estaba mostrando reticente y comenzó a preocuparse. Se sentía segura que estas eran precisamente las noticias que había estado temiendo.
“Riley, necesito pedirte un favor personal”, dijo, sonando menos autoritario de lo habitual. “Me pidieron investigar un asesinato en Phoenix”.
Esto sorprendió a Riley. “¿Un solo asesinato?”, preguntó. “¿Por qué el FBI tendría que involucrarse en eso?”.
“Tengo a un viejo amigo en la oficina en Phoenix”, dijo Meredith. “Garrett Holbrook. Fuimos juntos a la academia. Su hermana Nancy fue la víctima”.
“Lo siento mucho”, dijo Riley. “Pero la policía local...”.
Sintió súplica en la voz de Meredith.
“Garrett quiere que lo ayudemos. Ella era una prostituta. Simplemente desapareció y luego su cuerpo apareció en un lago. Quiere que lo investiguemos como si fuera un asesinato en serie”.
A Riley le parecía extraña esa petición. Las prostitutas a menudo desaparecían sin ser asesinadas. A veces decidían hacer su trabajo en algún otro lugar. O simplemente dejaban de hacerlo.
“¿Tiene alguna razón para creer que lo es?”, preguntó.
“No lo sé”, respondió Meredith. “Tal vez quiere creer eso para involucrarnos. Pero sabes que es cierto que las prostitutas son blancos frecuentes de los asesinos en serie”.
Riley sabía que eso era así. Los estilos de vida de las prostitutas las ponían en riesgo. Eran visibles y accesibles, estaban solas con extraños, a menudo dependientes de drogas.
Meredith continuó: “Él me llamó personalmente. Le prometí que enviaría al mejor personal a Phoenix. Y obviamente eso te incluye a ti”.
Esto conmovió a Riley. Meredith estaba haciendo esto cada vez más difícil.
“Por favor entiéndame, señor”, dijo. “No puedo tomar un nuevo caso ahora”.
Riley