Un Rastro de Esperanza . Блейк Пирс
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—¿Estaba cubriendo su rastro incluso antes de que yo sospechara que él estaba involucrado? —preguntó Keri, maravillada ante la previsión de Cave.
—Es un hombre brillante —convino Anderson—, pero en lo que no cayó en cuenta es que le estaba pidiendo ayuda precisamente a la persona equivocada. No podía haberlo sabido. Después de todo, yo soy el que lo corrompió en primer lugar. ¿Por qué iba a sospechar de mí? Pero yo me había decidido a ayudarla. Por supuesto, lo hice de tal manera que, así lo pensaba, me mantendría protegido.
Justo entonces Kiley abrió la puerta con un crujido.
—El negociador viene en camino —dijo, con voz trémula—. Estará aquí en cinco minutos. Solo mantén la calma. No hagas ninguna locura, Anderson.
—¡No hagas que yo haga alguna locura! —le gritó en respuesta Anderson, presionando de nuevo con el cepillo de dientes sobre el cuello de Keri, y pinchándola sin querer. Kiley cerró rápidamente la puerta.
—Ay —dijo ella—, creo que me ha sacado sangre.
—Lo siento —dijo, sonando sorprendentemente manso—. Es difícil maniobrar despatarrado así en el piso.
—Solo deje de presionar un poco, ¿okey?
—Lo intentaré. Falta mucho que decir, ¿sabe? En todo caso, hablé con Wickwire y le dije que llevara a Evie a una ubicación en algún lugar de Los Ángeles donde sería bien cuidada, en caso de que la necesitáramos más adelante. Quise asegurarme de que ella no dejara la ciudad. Y no quería que pasara… por más cosas como aquellas por las que había tenido que pasar.
Keri no respondió, pero ambos sabían que no había nada que él pudiera hacer con respecto a los años anteriores y los horrores que su hija debió de haber sufrido en ese tiempo. Anderson continuó rápidamente, a todas luces no quería detenerse en ese pensamiento más de lo que ella lo había hecho.
—No supe lo que hizo con ella, pero resultó que la puso con el viejo que usted descubrió finalmente.
—Si se había decidido a ayudarme, ¿por qué simplemente no averiguó su paradero y la fue a buscar usted mismo?
—Por dos razones —dijo Anderson—. Primero, Wickwire no iba a darme la ubicación a mí. Era una información preciada y él la tenía muy bien guardada. Segundo, y no estoy orgulloso de esto, sabía que quedaría arrestado si venía hasta usted con su hija.
—Pero usted se hizo arrestar unos pocos meses después por secuestros de niños —protestó Keri.
—Hice eso después, cuando me di cuenta que tenía que tomar una acción drástica. Sabía que usted eventualmente investigaría a los secuestradores y traficantes de niños y llegaría hasta mí. Y sabía que podría ponerla en el camino correcto sin que Cave sospechara de mí. En cuanto a procurar que me arrestaran, eso es cierto. Pero recuerde que yo mismo me defendí en la corte. Y si verifica atentamente el registro de la corte, descubrirá que tanto el fiscal como el juez cometieron varios errores, errores en los que yo los hice incurrir, que casi con seguridad llevarían a que mi condena fuese anulada. Solo estaba aguardando el momento correcto para apelar mi caso. Por supuesto que es algo lejano ahora.
Keri levantó la vista y vio una conmoción a través de la ventanilla de la habitación. Podía ver a varios oficiales que pasaban, al menos uno de ellos llevaba un arma larga. Era un francotirador.
—No quiero sonar fría, pero necesitamos finiquitar esto —dijo—. No sería de sorprender que alguien allá afuera fuese un gatillo alegre o que Cave haya ordenado a uno de los suyos que le liquide a usted como precaución.
—Tiene mucha razón, Detective —convino Anderson—. Aquí estoy yo parloteando en torno a mi conversión moral cuando todo lo que usted quiere saber es cómo recuperar a su hija. ¿Estoy en lo correcto?
—Lo está. Así que dígame. ¿Cómo la recupero?
—La verdad es que no lo sé. No sé dónde está. No creo que Cave sepa dónde está. Podría saber la ubicación del evento Vista de mañana por la noche, pero no es probable que asista. Así que es inútil hacer que lo sigan.
—¿Así que me está diciendo que no hay esperanza de recuperarla? —exigió saber Keri, incrédula.
¿He pasado por todo esto para esa respuesta?
—Probablemente no, Detective —admitió él—. Pero quizás pueda hacer que él se la regrese.
—¿Qué quiere decir?
—Jackson Cave la consideraba una molestia, un obstáculo para su negocio. Pero eso cambió el año pasado. Se ha obsesionado con usted. Él no solo cree que usted va a destruir su negocio. Él piensa que usted quiere destruirlo personalmente. Y como él ha retorcido la realidad para hacer de sí mismo el hombre bueno, piensa que usted es el malo.
—¿Él piensa que yo soy el malo? —repitió Keri, incrédula.
—Sí. Recuerde, él manipula su código moral como le parece mejor para poder seguir funcionando. Si creyera que está haciendo cosas malvadas, no podría vivir consigo mismo. Pero ha encontrado maneras de justificar incluso los actos más execrables. Una vez me dijo que las chicas que están en estas redes de esclavitud sexual estarían pasando hambre en las calles si no fuera por él.
—Se ha vuelto loco —dijo Keri.
—Él está haciendo lo que puede para mirarse en el espejo todas las mañanas, Detective. Y en estos días, parte de eso significa creer que usted lleva a cabo una cacería de brujas. Él la ve como el enemigo. Él la ve como su némesis. Y eso lo hace muy peligroso. Porque no estoy seguro de qué tan lejos irá para detenerla.
—Entonces, ¿cómo puedo hacer que un hombre como ese me devuelva a Evie?
—Si fuese con él y lo convenciera de que usted no va tras él, que todo lo que quiere es a su hija, quizás él transigiría. Si pudiera convencerlo de que una vez que tenga a su hija a salvo en sus brazos usted se olvidará de él para siempre, que incluso pudiera abandonar la fuerza, él podría quedar convencido de bajar la guardia. Ahora mismo él cree que usted quiere su destrucción. Pero si se le lleva a creer que usted no lo quiere a él, que usted solo la quiere a ella, quizás haya una oportunidad.
—¿Cree que eso funcionaría? —preguntó Keri, incapaz de ocultar el escepticismo que había en su voz— ¿Solo decir devuélvame a mi hija y le dejaré para siempre en paz y que él accede?
—No sé si funcionará. Pero sé que no le quedan opciones. Y nada pierde con intentarlo.
Keri empezó a considerar la idea en su mente cuanto alguien tocó a la puerta.
—El negociador está aquí —gritó Kiley—. Viene por el pasillo ahora mismo.
—¡Espera un minuto! —gritó Anderson—. Dile que