Un Rastro de Esperanza . Блейк Пирс
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—Eso en realidad me parece lógico —dijo Keri—. Esta gente probablemente no tiene escrúpulos en cuanto a tirar en el basurero los cuerpos de chicas que trabajaron en las calles o no tenían familia. Pero ellos no querrían atraer la atención dejando abandonados los cuerpos de chicas de buena familia que hubiesen sido raptadas recientemente, o el de una chica que fuese bien conocida. Estas sí que echarían a andar verdaderas investigaciones. Apuesto a que esas chicas fueron quemadas, enterradas o echadas al océano. Son a las que nadie haría seguimiento las que simplemente tiran en cualquier lado.
Keri optó por ignorar el hecho de que había dicho todo eso de manera tan pragmática. Si se fijara en ello, le molestaría ver cómo se había acostumbrado a este tipo de atrocidades.
—Eso encaja —convino Ray, sonando igualmente natural—. Podría también explicar la laguna en los años. Si en un año usaron una callejera, luego usaron unas chicas de las afueras —que habían secuestrado—, para después volver a usar a otra prostituta adolescente; así sería difícil establecer un patrón. Quiero decir, si siempre una prostituta adolescente apareciera una vez al año con el cuello cortado, eso podría generar también interés.
—Buen punto —dijo Keri—. Así que entonces no hay nada que seguir.
—No. Lo siento. ¿Tuviste más suerte?
—Un poco —dijo—. Basándome en lo que Lupita me dijo, parece que la ubicación pudiera estar en West Hollywood, en una propiedad amurallada.
—Eso es prometedor —comentó Ray.
—Eso creo. Hay un millar de esas allá arriba, en las colinas.
—Podemos hacer que Edgerton cruce las informaciones para ver si los nombres de los propietarios coinciden con alguien que conozcamos. Habiendo compañías fantasmas, es probablemente una posibilidad remota. Pero uno nunca sabe qué puede conseguir este chico.
Era cierto. El Detective Kevin Edgerton era un genio cuando se trataba de tecnología. Si alguien podía establecer una conexión significativa, ese era él.
—Okey, haz que se ponga en ello —dijo Keri—. pero haz que lo haga fuera del radar. Y no le des demasiados detalles. Mientras menos personas sepan qué está pasando, menos probabilidad habrá de que alguien sin darse cuenta deje filtrar algo que alerte a la gente equivocada.
—Comprendido. ¿Qué vas a hacer?
Keri pensó por un momento y se dio cuenta que no tenía nuevas pistas que seguir. Eso significaba que tenía que hacer lo que siempre hacía cuando se topaba con una pared de ladrillos, comenzar de cero. Y se dio cuenta de que había una persona con la que definitivamente necesitaba un nuevo inicio.
—De hecho —dijo—, ¿puedes pedirle a Castillo que me llame? Pero tiene que hacerlo afuera, con su celular.
—Okey. ¿Qué estás pensando? —preguntó Ray.
—Estoy pensando que es tiempo de que vuelva a relacionarme con una vieja amiga.
CAPÍTULO CUATRO
Sentada en su auto, Keri aguardaba ansiosamente, echándole un vistazo a su reloj, en las afueras de las oficinas de Weekly L.A., el periódico alternativo donde le había pedido a la Oficial Jamie Castillo que se vieran. Era también donde su amiga, Margaret "Mags” Merrywether, trabajaba como columnista.
El tiempo comenzaba a acortarse. Eran ya las 12:30 del viernes, unas treinta y seis horas antes del momento en que su hija sería violada y asesinada para el placer de un grupo de hombres ricos y depravados.
Keri vio a Jamie bajar por la calle y alejó los negros pensamientos de su mente. Necesitaba estar concentrada para evitar la muerte de su hija, en lugar de obsesionarse con lo horripilante de lo que pudiera ocurrir.
Tal como se lo pidió, Jamie vestía un abrigo civil sobre su uniforme para no llamar la atención. Keri le hizo señas desde su asiento. Jamie sonrió y se dirigió hacia el auto, con sus oscuros cabellos agitados por el fuerte viento a pesar de llevarlos recogidos hacia atrás en una cola de caballo. Era unos centímetros más alta que Keri y más atlética también. Era una entusiasta del Parkour y Keri había visto de lo que era capaz bajo unas duras condiciones.
La Oficial Jamila Cassandra Castillo no era todavía detective. Pero Keri estaba segura de que una vez lo lograra, sería de los mejores. Además de sus condiciones físicas, era ruda, inteligente, implacable, y leal. Ya había arriesgado su propia seguridad e incluso su empleo por Keri. Si ella no fuera ya compañera de Ray, Keri sabía cuál hubiera sido su siguiente elección.
Jamie se subió al auto con cuidado, gimiendo sin querer, y Keri recordó por qué. Yendo tras el sospechoso que le había producido a Keri sus actuales lesiones, Jamie quedó en la proximidad de una bomba que explotó en el apartamento del sujeto. La misma había matado a un agente del FBI, había producido graves quemaduras a otro, y dejó a Ray con un pedazo de vidrio enterrado en su pierna derecha, algo que él no había mencionado desde entonces. Jamie había quedado con una conmoción cerebral y varios traumatismos de consideración.
—¿Acababas hoy de salir del hospital? —preguntó incrédula Keri.
—Sí —dijo con orgullo en su voz—. Me dejaron ir esta mañana. Fui a casa, cambié mi uniforme, y llegué al trabajo diez minutos tarde. El Teniente Hillman lo dejó pasar, sin embargo.
—¿Cómo están tus oídos? —preguntó Keri, refiriéndose a la pérdida de audición que Jamie había sufrido inmediatamente después de haber explotado la bomba.
—Ahora mismo puedo escucharte bien. Tengo algunas campanillas intermitentes. El doctor dice que deberían desaparecer en una o dos semanas. No hay daño permanente.
—No puedo creer que estés trabajando hoy —musitó Keri, moviendo su cabeza—. Y no puedo creer que te esté pidiendo que vayas más allá en tu primer día de vuelta.
—No hay problema —la tranquilizó Jamie—. Necesitaba salir un rato. Todos me tratan como una muñeca de porcelana. Pero tengo que regresar enseguida si no quiero que me cuelguen. Traje lo que pediste, sin embargo.
Sacó un archivo de su bolso y se lo entregó a Keri.
—Gracias.
—No hay problema. Y antes de que preguntes, empleé un nombre de usuario ‘general’ cuando busqué en la base de datos, así que no me podrán rastrear. Supongo que hay una razón por la cual no querías que usara mi propia identificación. Y presumo además que hay una razón por la que no me revelaste el por qué pediste este material.
—Supones bien —dijo Keri, aspirando a que Jamie lo dejara así.
—Y supongo que no me vas a decir qué está pasando ni me vas dejar que te ayude de alguna manera.
—Es