El Tipo Perfecto . Блейк Пирс

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El Tipo Perfecto  - Блейк Пирс Un Thriller de Suspense Psicológico con Jessie Hunt

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parece justo. Por tu tono, asumo que prefieres continuar con otro tema. ¿Qué te parece que hablemos de tu padre?”.

      “¿En serio?”, preguntó Jessie, incrédula. “¿Tenemos que hablar de eso a continuación? ¿No podemos hablar de mis problemas para encontrar apartamento?”.

      “Creo entender que están relacionados. Después de todo, ¿no es esa la razón de que tu compañera de piso no pueda dormir por las pesadillas que te despiertan a gritos?”.

      “No estás siendo justa, doctora”.

      “Solo estoy trabajando con las cosas que me dices, Jessie. Si no quisieras que yo las supiera, no las hubieras mencionado. ¿Puedo asumir que los sueños tienen que ver con el asesinato de tu madre por parte de tu padre?”.

      “Sí”, respondió Jessie, con un tono que seguía siendo demasiado jactancioso. “Puede que el Ejecutador de los Ozarks se haya metido bajo tierra, pero todavía tiene a una víctima en sus garras”.

      “¿Han empeorado las pesadillas desde que nos vimos por última vez?”, preguntó la doctora Lemmon.

      “No diría que son peores”, corrigió Jessie. “Se han mantenido básicamente al mismo nivel de espantosa horripilancia”.

      “Pero se han hecho dramáticamente más frecuentes e intensas desde que recibiste el mensaje, ¿correcto?”.

      “Asumo que estamos hablando del mensaje que me pasó Bolton Crutchfield para desvelar que ha estado en contacto con mi padre, a quien le gustaría mucho encontrarme”.

      “De ese mensaje es del que estamos hablando”.

      “Entonces sí, ese fue el momento en que empeoraron”, respondió Jessie.

      “Dejando los sueños de lado por un momento”, dijo la doctora Lemmon, “quería reiterar lo que te dije previamente”.

      “Sí, doctora, no lo he olvidado. En tu capacidad como consultora del Departamento de Hospitales del Estado, División No-Rehabilitadora, has hablado con el equipo de seguridad del hospital para garantizar que Bolton Crutchfield no tenga acceso a ningún personal externo no autorizado. No hay manera de que se pueda comunicar con mi padre para hablarle de mi nueva identidad”.

      “¿Cuántas veces he dicho eso?”, preguntó la doctora Lemmon. “Deben haber sido unas cuantas para que lo hayas memorizado”.

      “Digamos que más de una vez. Además, me he hecho amiga de la jefa de seguridad de las instalaciones del DNR, Kat Gentry, y me dijo básicamente lo mismo—han actualizado sus procedimientos para garantizar que Crutchfield no tenga ninguna comunicación con el mundo exterior”.

      “Y aún así, no suenas convencida”, indicó la doctora Lemmon.

      “¿Lo estarías tú?”, le contrapuso Jessie. “Si tu padre fuera un asesino en serie conocido por el mundo entero como el Ejecutador de los Ozarks y hubieras visto con tus propios ojos cómo les sacaba las vísceras a sus víctimas y nunca le hubieran atrapado, ¿te quedarías tranquila por unas meras formalidades triviales?”.

      “Admito que, seguramente, sería algo escéptica. Pero no sé qué tiene de productivo concentrarte en algo que no puedes controlar”.

      “Tenía pensando sacar eso a colación, doctora Lemmon”, dijo Jessie, abandonando el tono sarcástico ahora que tenía una petición genuina que hacer. “¿Estamos seguras de que no tenemos ningún control de la situación? Parece que Bolton Crutchfield sabe bastante sobre lo que ha estado haciendo mi padre en los últimos años. Y a Bolton… le gusta mi compañía. Estaba pensando que puede que sea hora de hacerle otra visita para charlar con él. ¿Quién sabe lo que puede revelar?”.

      La doctora Lemmon aspiró profundamente mientras consideraba la propuesta.

      “No estoy segura de que meterte en juegos mentales con un célebre asesino en serie sea el mejor paso para tu bienestar emocional, Jessie”.

      “¿Sabes lo que sería estupendo para mi bienestar emocional, doctora?”, dijo Jessie, sintiendo cómo se elevaba su frustración a pesar de sus esfuerzos. “Dejar de sentir miedo a que el psicópata de mi padre pueda aparecer en cualquier esquina y ponerse a acuchillarme”.

      “Jessie, si solo con hablar de esto te alteras de esta manera, ¿qué va a suceder cuando Crutchfield empiece a tocarte tus puntos flacos?”.

      “No es lo mismo. Contigo no tengo que censurarme. Con él, soy una persona diferente. Soy profesional”, dijo Jessie, asegurándose de que su tono sonara más sobrio. “Estoy harta de ser una víctima y esto es algo tangible que puedo hacer para cambiar la dinámica. ¿Podrías considerarlo? Sé que tu recomendación es algo así como la llave de oro en esta ciudad”.

      La doctora Lemmon se la quedó mirando fijamente durante unos segundos desde detrás de sus gruesas gafas, con mirada escrutadora.

      “Veré qué puedo hacer”, dijo finalmente. “Hablando de llaves de oro, ¿ya has aceptado formalmente la invitación de la Academia Nacional del FBI?”.

      “Todavía no. Todavía estoy pensando en las opciones que tengo”.

      “Creo que podrías aprender muchísimo allí, Jessie. Y no te haría ningún mal tenerlo en tu currículum vitae cuando te pongas a buscar trabajo por aquí. Me preocupa que dejar pasar esto por alto pueda ser una forma de autosabotaje”.

      “No es eso”, le aseguró Jessie. “Ya sé que es una gran oportunidad. Es solo que no estoy segura de que sea el momento ideal para largarme al otro lado del país durante casi tres meses. Todo mi mundo está en transición ahora mismo”.

      Intentó alejar la agitación de su voz, pero podía sentir cómo hacía su aparición sigilosamente. Obviamente, la doctora Lemmon también se dio cuenta porque decidió cambiar de tema.

      “Muy bien. Ahora que nos hemos hecho una imagen más clara de cómo van las cosas, me gustaría profundizar un poco más en algunas cuestiones. Si recuerdo bien, tu padre adoptivo vino hace poco hasta aquí para ayudarte a recomponerte. Quiero hablar un momento sobre cómo fue eso. Pero primero, hablemos de cómo te estás recuperando físicamente. Entiendo que acabas de tener tu última sesión de fisioterapia. ¿Cómo fue eso?”.

      Los siguientes cuarenta y cinco minutos le hicieron sentir a Jessie como si fuera un tronco al que le estuvieran pelando la cubierta. Cuando se terminó, se alegró de marcharse, a pesar de que eso significara que su próxima parada era para reconfirmar que podría concebir hijos en el futuro. Después de casi una hora en que la doctora Lemmon le estuvo escudriñando su mente, imaginó que dejar que escudriñaran su cuerpo sería cosa de niños. Pero se equivocaba.

      *

      No era el toqueteo lo que le había provocado. Eran las consecuencias. La cita con el médico había sido de lo más normal. El médico le había confirmado que no había sufrido ningún daño permanente y le había asegurado que podría volver a concebir en el futuro. También le había dado luz verde para retomar la actividad sexual, una noción que sinceramente ni se le había pasado por la mente a Jessie desde que Kyle le atacara. El médico le dijo que, a no ser que surgiera algo inesperado, debería volver a la consulta para hacer un seguimiento en seis meses.

      Fue cuando se encontraba

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